domingo, 19 de mayo de 2019

ISLANDIA, UN SUEÑO CUMPLIDO


DIARIO DE NUESTRO VIAJE A ISLANDIA EN Septiembre de 2018

Viajamos con Islandtours a nuestro aire.

Datos de importes y temas prácticos:
  
Importe con Islandtours:  avión ida y vuelta Icelandair, Madrid- Reykjiavik con maletas de 23 kg y mochilas de 10 kg más bolso,  14 noches de Hotel en doble con baño y desayunos, ferry de Fiordos del Oeste a península de Snaesfellsnes con coche, alquiler de 12 días de un 4x4 zusuki Jimny, nos dieron un Dacia Duster sin recargos. Con  excursiones de Ballenas en Hjalteyri y Paseo en zodiac en Laguna Jokulsarlon, más Seguro opc. RACE. Nos regalaron el baño en Myvatn. Total 6.658€

Comer en Islandia es muy caro sobre todo para mí que por mi intolerancia al trigo, no gluten, y a los lácteos no podía comer de pizzerías, hamburguesas o salchichas porque la mayoría llevan trigo o lácteos, por lo que nos salía  una media de 70€ la cena, sin postres y con 1 plato cada uno más 2 cerveza, a las que hemos añadido las compras de supermercados, y hemos calculados unos 900€. Regalos,  museos, piscinas públicas, aparcamientos, aseos: unos 300€. (La media de los museos son 10€). Gasolina unos 350€, más o menos,  hicimos 3.300 km que no se hicieron nada pesados, porque las vistas y los paisajes te hacen parar cada poco tiempo. La gasolina casi el doble que en España, una media de  1,80€

No cambiamos coronas, y aunque todo se paga con tarjeta, conviene llevar algunas para los baños, o si se coge algún autobús, poca cantidad.
Ave Sevilla-Madrid ida y vuelta, (66€ ida promo+, y vuelta 105€, tarifa Promo): 171€. Hostal Dulcinea en Madrid noche del 13/9: 60€. Museo Prado,  exposición Lorenzo Loto, cenar y tapas día de vuelta: unos 70€

En total calculamos que nos han salido los 16 días por unos 8500€, nuestro viaje más caro, pero nos ha merecido la pena y mucho.

Llevábamos: 8 paquetes de embutidos al vacío (1 caña de lomo ibérica, 2 jamón bellota, 2 salchichón ibérico, 3 de lomito ibérico) de una tienda especializada en ibéricos, al menos comer bocadillos buenos,  2 latitas de melva canutera de Isla Cristina y 2 de pimientos aliñados, 10 paquetes de fruta desecada, mango, higos, manzana, ciruela,  que venían sensacional para las tardes, 8 de diversos frutos secos que acompañaban mucho en caminatas y en el coche. Un paquete de rebanadas de pan y 2 paquetes de picos sin gluten de Mercadona,  dos paquetes de rebanadas de pan de centeno sin trigo de Aldi, que me salvaron la vida y llegaron hasta Madrid. 1 paquete de galletas sin gluten de MAS.
Allí tuvimos que comprar en los supermercados, (sobre todo Netto y Kronan, en Bonus nada porque no tenían productos  sin gluten ni lácteos en los embutidos, ni pan): algo de embutidos, jamón y salchichón sin gluten , pan muy bueno para mi marido, 1 paquete de galletas sin gluten, cervezas para los bocadillos del mediodía, mirar bien porque un día compramos unas que eran como zarzaparrilla, sin alcohol y dulces, unas bolsitas estupendas para los sándwich, que también nos sirvieron para recoger arena de algunas playas, son manías mías, y alguna cosilla más.  Vino imposible, a 40€ un vino de exportación de lo más corriente, así que pensamos que  aquí cerveza, que por cierto no es de las mejores que he probado. 
Islandia: ¡Uno de nuestros mejores viajes, con Noruega, Turquía y la querida y maltratada Siria!

DIA 1, 30/8 de 2018:

Salimos de Sevilla en Ave a las 13,40. Calor en Madrid, y tras dejar las maletas y mochilas en consignas, nos fuimos a ver la exposición de Caixa-Forum “Música en la antigüedad”, que aunque después vendrá a nuestra ciudad, nos apetecía verla, nos quedaba cerca del tren, nos resultaba gratis  y nos gustó mucho. Un té y vuelta a Atocha para dirigirnos al Aeropuerto. Allí aún nos quedaría trasladarnos en un autobús a la A1, de donde salen los aviones de  bajo costo. Volamos con Icelandair, saliendo a las 22,05.

La llegada estaba prevista a las 00:25, hora local, pero en realidad llegamos una media hora más tarde, con una lluvia infernal y con fuertes vientos, ¡vaya bienvenida! El traslado  estaba incluido con Flybus, que es incómodo y lento, lo coges fuera del aeropuerto sin marquesinas ni nada, en contacto con los elementos,  te llevan a la Estación Central de Autobuses, también al relente,  hay que bajar el equipaje y esperar resguardados en una sala  hasta que el microbús que te corresponda llegue, volver a meter equipaje y que te deje en una zona cercana a tú Hotel, en nuestro caso el HOTEL SKUGGI, al que llegamos a las 4:00 de la mañana.  C/ Hverfisgata, 103.  +3545907000. Buen Hotel, cercano al centro, bien equipado, cama muy cómoda en la que caímos como fardos, estupendo desayuno y personal muy agradable. Muy recomendable.


DÍA 2: 31/8: REYKJAVIK

Tras un estupendo  y variado desayuno, tenían hasta aceite de oliva y pan sin gluten. Avisamos en  recepción que llamaran a Avis para que nos  recogiera mañana su furgoneta a las  8,30. Tuvimos un día muy completo,  nublado y a veces algo de sol y algo de lluvia. Visitamos la Iglesia Hallgrimskirkja, con su impactante fachada que semeja las columnas de basalto de una cascada que veríamos días después, en su interior destaca el órgano, subimos a la torre, que pagamos en euros,  desde la que se tienen muy buenas vistas de toda la ciudad. Un reconocimiento delante de su fachada con una escultura a  Leif Eriksson, hijo de Erik el Rojo, de quien se dice que fue uno de los primeros en pisar tierras americanas: Vinland. Su padre llegó a Groelandia donde estableció un campamento.



Por esa misma calle de la iglesia, nos fuimos deteniendo en las bonitas casas modernistas y en las pinturas y dibujos de algunas, siguiendo la guía Lonely planet que solemos comprar, hasta llegar al  centro. Hicimos un itinerario por lo que en la guía destacaban y nos fuimos hasta el lago Tjornin, plomizo, con patos,  gaviotas y cisnes que reclamaban comida, rodeado de bonitas casas de madera de variados colores.  Nos gustó mucho la escultura dedicada a la burocracia. La vecina catedral ortodoxa, no nos pareció de gran interés. Del paseo por las calles junto al parlamento, otro monumento que nos encantó fue el dedicado a la ¡Desobediencia civil! y un memorial dedicado a  las dos mujeres que iniciaron el movimiento por  el sufragio femenino, ¡Islandia es diferente!

 

Interesante la visita al museo “Reykjavik 871+2”,  dedicado a los primeros pobladores a partir de la excavación de una casa comunal vikinga, todo muy bien explicado, incluye el Museo de la Ciudad que lo vimos el día que volvimos al final del viaje. Tocaba comer algo y nos fuimos al famoso puesto de perritos calientes cerca del puerto, toqué madera para que no me sentara muy mal y quité uno de los 2 panes, ¡difícil de comer así! El descanso lo tuvimos en Harpa, el centro de congresos y conciertos, del que nos encantó su arquitectura, en unos cómodos pubs que nos permitieron tumbarnos como vimos hacer a otros turistas.

Descartamos el museo vikingo, porque ya en Noruega vimos todo lo que había sobre ellos y nos decidimos por el Museo Nacional de Islandia, para el que cogimos un autobús, (por no cargar mucho mi rodilla con el menisco roto y gracias a 2 infiltraciones podía andar sin muleta),  pensando que se podría pagar con tarjeta, como todo allí, pero no, nos descargamos una aplicación para pagar con el móvil y tampoco, así que el conductor nos dijo que no nos preocupáramos que ya nos avisaría de nuestra parada. El museo muy interesante y recomendable, recorriendo toda la historia del país con piezas excepcionales, pero al final tuvimos que ir rápido porque era la hora de cierre, la hora y media nos pareció poco tiempo y nos tuvimos que  tomar aprisa  unas infusiones con 1 dulce de pinta estupenda, yo con mis galletas y fruta de casa. Como no era plan de volver a montar el número del autobús, aunque no estaba muy lejos el centro, nos acercamos a la Universidad donde nos dijeron que había un cajero. En ella estaban de inauguración de curso escolar, con unos ricos aperitivos, pero con nuestras pintas nadie nos hubiera tomado por invitados.

De vuelta  en el bus, pagamos con las únicas coronas islandesas que sacamos en todo el viaje. El museo de arte contemporáneo ya estaba cerrado, cierran pronto sobre las 17,30,  y nos fuimos paseando por la calle Laugavegur donde hay muchas tiendas, hasta el paseo junto al mar para ver la escultura que preside la bahía, Sólfarid, que representa un drakar vikingo, con buenas luces del atardecer pero con dificultad para hacer una foto donde no hubiera alguien posando.

Tocaba cenar con hora del país, las 19:00 horas, y lo hicimos en un agradable restaurante “Salka Valca” aunque en la calle pone “fish and more”, en la  calle de la iglesia: Skolavordustigur 26,  que no quedaba lejos del Hotel, con buena comida, agradables camareros y nuestras primeras cervezas “viking” a 10€!, unos 70€ supuso la cena, sin postre 2  platos uno del típico plato de bacalao Plokkfiskur y 1 sopa de langosta (cigalas para nosotros) que estaba riquísima, densa y con muchos tropezones, que compartimos. Cansados de lo poco dormido, nos fuimos directos al Hotel que al día siguiente nos tocaba coger coche, bueno yo iba de copiloto.
DÍA 3,  1/9:

Previsto: Lauvartn- Pingvelir- Geysir- Gulfoss- Kerid?-Baños en Laugarvatn  Total: unos 200 km

Después de un estupendo desayuno, en la puerta con maletas y mochilas, a las 8,30 nos estaba esperando la furgoneta de Avis para llevarnos a la recogida del coche en la  Oficina de esa empresa en la C/ Holtavegur, 10. Teníamos pagado un Suzuki Jimny, pero nos dieron un Dacia Duster sin ningún recargo, que nos vino de maravilla. Comenzaba la aventura en 4x4 hacia el Circulo de Oro en un día gris y lluvioso. 

Llegamos al parque nacional de  Pingvelir, la especie de “p” realmente se pronuncia “Z”, con un descanso de la lluvia que nos había acompañado todo el camino, disfrutando del gran lago Pinvallavatn a nuestra derecha. Aparcamos en el P2 y tras la visita al centro de recepción y al  mirador, nos dirigimos a la impresionante falla donde se aprecia perfectamente la separación de la placa americana de la placa euroasiática. Andando por ella llegamos al río Oxara que aquí discurre entre lava y a la bonita cascada que forma: Öxararfoss, interesante leer todos los carteles sobre la historia del lugar. Mi rodilla no protestaba y me está permitiendo hasta ahora hacer un viaje casi como lo teníamos proyectado.  Continuamos por los caminos de madera atravesando el precioso valle hasta las casas del parlamento y la iglesia con su pequeño cementerio. A la  vuelta nos detuvimos en el lugar donde en el 930 se fundó el Parlamento Islandés, el más antiguo del mundo, y donde se reunían los jefes de los clanes, los “jaris”, de toda la isla una vez al año durante dos semanas de junio. Y aquí comenzó a llover de nuevo con bastante intensidad, ni paramos a ponerles a las mochilas su protección ni nuestros sobrepantalones impermeables, sin parar y mirando bien el suelo llegamos al coche con los pantalones mojados, pero los chubasqueros habían hecho bien su papel.



Pasamos por el gran lago termal Laugarvatn, donde quedaba nuestro alojamiento, donde pensábamos a la vuelta, si dejaba de llover, bañarnos en el Spa Fontana, pero no fue posible porque la lluvia sólo paró afortunadamente cuando visitábamos el resto de lo previsto. Llegamos a  Geysir que ya no está activo, pero  sí Strokkur que sigue expulsando agua a una altura considerable, lo hizo en varias ocasiones mientras estuvimos allí, con unos maravillosos arcoíris de fondo. Paisaje llamativo con fumarolas y el característico olor a azufre.


Nuestra siguiente parada era Gullfoss, la impresionante catarata que vimos desde distintos lugares, admirados por su fuerza y belleza, que nos empapó al subir a la plataforma. En el mirador de la parte baja, aprovechamos para comer nuestros bocadillos con esa visión tan espectacular, el té calentito del termo lo tuvimos que tomar en el coche porque de nuevo volvía a llover. En el camino paramos a ver unos caballos islandeses, con sus abundantes flequillos,  que estaban pastando en una granja y se dejaban acariciar. La estampa no podía ser más bucólica.

Desistimos de ir hasta el volcán Kerid y del baño,  viendo que el tiempo empeoraba, y nos fuimos a nuestro alojamiento, una granja con cabañas de lo más acogedoras, la nuestra nos esperaba calentita y  nos dio tiempo de descansar y ducharnos antes de la cena, por supuesto a horario de Islandia. El día nos había regalado bellos arcoíris en cada uno de los sitios visitados y paisajes magníficos.

HOTEL EFSTIDALUR, Efstidalur,2. 801 Selfoss  tel. 003544861186. El edificio central ocupa la vaquería. Otro edificio adosado incluye la Recepción,  la cafetería y Restaurante, desde los que hay ventanales de cristales al establo de las vacas. Buena cena de un completo plato de char artic asado(silvelino), acompañado de verduras y marinados y otro de hamburguesa especial “Islandia” de una buenísima carne de ternera con patatas, cebolla, queso y huevo frito, y nuestras 2 merecidas cervezas, 90€. Muchos de los buenos platos que ofrecían los tuve que descartar por mi intolerancia a los lácteos y trigo, y por la alergia a la soja.

DIA 4,  2/9: Del Círculo Dorado a Landmannalaugar y Dyrholaey: 350 km.

Tras un buen desayuno variado y con estupendos lácteos: Skyr, una especie de yogur espeso riquísimo que hacían ellos y que es muy típico del país,   mantequilla, leche y botellas de suero,  de los que sólo probé algo de Skyr en pequeñas cantidades, previa ingesta de lactosa,  pero no me sentó nada bien. Es bastante común que en todos los hoteles  también tengan una botella con aceite de hígado de bacalao, mi horror cuando de pequeña me lo querían dar como una especie de purgante/limpiador.   El lugar es recomendable.

Salimos temprano hacia Landmanalaugar, pero nos pasamos un cruce y tuvimos que bajar hasta Hella para coger el desvío por la c-26, asfaltada en una parte y con la presencia a nuestra derecha del impresionante volcán Hekla cubierto de nieve y niebla. En carreteras como esta cuando ya no están asfaltadas y además bacheadas es cuando te alegras de haber elegido un 4x4, aunque supusiera más dinero, sobre todo cuando cambiamos a la pista f-208. No pudimos dejar de parar en algunos lugares donde las vistas nos impresionaban, pero al fin llegamos, más tarde de lo que pensábamos al aparcamiento que está delante del río, lo dejamos allí y no lo vadeamos. El color de las montañas era como el que había visto en fotos de algunos diarios de viajeros y el valle se habría ante nosotros en toda su belleza. Cogimos el itinerario de Brennisteinsalda, con la idea de volver por el campo de lava y así hacerlo circular. El tiempo se estaba comportando y el paisaje te animaba. Cuando llegamos a la zona de las fumarolas, nos paramos a comer porque veíamos que se acercaban unas nubes de agua. Ya en el cruce, le preguntamos a una pareja que subía cómo era el camino por el campo de lava, y nos indicaron que obligaba a realizar mucho ejercicio de rodilla y que no me lo recomendaban, así que iniciamos la vuelta por donde vinimos al tiempo que comenzaba a llover, pero esta vez íbamos bien pertrechados. En el camping hay servicios de pago, y un hot pot pero el tiempo apremiaba, ya en el coche nos tomamos esta vez un café calentito del termo con nuestras galletas y fruta,  e iniciamos la vuelta por la bacheada carretera, requiriendo más tiempo del que habíamos previsto, hasta llegar a la c1.







Afortunadamente dejó de llover cuando  llegamos a la cascada Seljalandsfoss, con sus 60 m de altura y las que la acompañan a su izquierda, con un bellísimo arcoíris. No pasamos por detrás, quedaban aún muchos kilómetros hasta nuestro alojamiento y un par de paradas. La segunda parada era en Skogafoss, otra bella cascada con una gran cortina de agua, en la que nos comenzó a llover abundantemente.


Intentamos ir a la lengua glaciar Solheimajokull, del Myrdaljokull,  pero al llegar al inicio del sendero, calculamos que en la ida se nos hacía de noche por lo que preferimos ir a ver el final del atardecer a Dyrholaey donde los colores y destellos sobre la laguna litoral eran impresionantes. Ya sí que quedaba ir al Hotel.




HOTEL DYRHOLAEY, Brekkur, 871. Vik/Myrdal. Ctra. 218. 9 km-16’. +3544871333. Hotel típico para excursiones, grande y sin encanto, con varios autobuses en los aparcamientos. Nuestra habitación estaba en otro edificio que aún estaban construyendo,  el aumento de turismo está provocando nuevas instalaciones hoteleras. Fuimos al Restaurante, que servían comida hasta las 22:00, mucha gente, ruidoso, casi todo con gluten o lácteos y sin intención de poner algo a la plancha sin las salsas de nata con las que suelen acompañarlos. Decidimos cenar en la habitación con comida que traíamos desde Sevilla: Una ración de jamón ibérico de bellota, una lata de melva canutera de Isla Cristina y una rica lata de pimientos aliñados con cebolla, pan del Bonus y mi pan y picos sin gluten que menos mal que traje porque no encontré en los supermercados donde entré en Reykjiavik, ¡todo buenísimo!

DÍA 5,  3/9: De Dyrholaey a Vatnajokull, Jokulsarlón. Hofn: 307,7 km N-1

Nos levantamos temprano para salir sobre las 8. Desayuno menos variado que en el Skuggi, pero suficiente. Preparamos nuestro té para la tarde en el termo y a la carretera. Este Hotel no lo recomendamos como los otros dos, aunque dormimos bien y está en un buen lugar.

Volvimos a Dyrholaey para ver de día y con el hermoso sol que tenemos hoy, el promontorio, el arco y la playa Reynisdrangar con sus peñascos-trolls de la cercana  Vik. El paso por la laguna fue espectacular con parada para ver el reflejo del glaciar Myrdalsjokull en ella. Hay un agradable sendero por el acantilado desde el que se ve perfectamente el arco, la desembocadura del río Dirholads y las cercanas playas de Vik. Nos tuvimos que poner en marcha porque el día era largo en lugares, aunque era para quedarse mucho más tiempo.
       

En Vik, más pequeña de lo que la imaginábamos, nos gustó la visión de su pequeña y fotogénica iglesia. Aprovechamos para echar gasolina y entrar en el inmenso centro donde hay un supermercado Kronan y una tienda con todo tipo de jerséis típicos de lana y recuerdos. Por fin encontré  un pan de hamburguesa y un paquete de galletas sin gluten, compramos también cervezas, un pan con muy buena pinta con trigo para mí marido, y embutidos de jamón ahumado, sin lactosa,  que habíamos probado en los desayunos y estaba muy bueno. En la otra tienda tenían ropa de montaña y jerséis de lana pero no nos detuvimos.

Paisaje espectacular hasta  Skatafell,  en el Parque Nacional Vatnajökull. Pequeñas paradas en el camino y visión de la cáscada Foss a Sidu desde el coche. Ese día teníamos previsto hacer la caminata sobre glaciar, pero mi traumatólogo me la había desaconsejado, y la anulamos, no obstante me fui a la caseta donde se compraban los billetes para preguntar su dificultad. Me dijeron que aunque era asequible, si tenía el menisco roto no me lo recomendaban porque la subida con los crampones obligaba a un juego de rodillas que me podía fastidiar.  Así que mohína y entristecida nos dirigimos al Centro de Visitantes y a la cascada de Svartifoss, que tiene la curiosidad de estar rodeada de columnas de basaltos, en las que se inspira la iglesia de Reykjiavik. No disfruté de ella como se merecía, tenía que digerir mi frustración y en esa naturaleza me fui relajando y agradeciendo que pudiera estar allí, cuando hacía dos meses no me lo imaginaba con la muleta a cuesta. Comimos en unas mesitas y hacia el glaciar.







Para acercarnos al glaciar fuimos con el coche hasta el aparcamiento de la lengua Svinafellsjokull, por una pista en malísimas condiciones. Te da un poco de respeto cuando llegas y ves un recordatorio de las familias de dos chicos alemanes que desaparecieron allí. Esta lengua no tiene nada que ver con las azules que vimos en Noruega, es de un color blanco sucio, gris y negro como resultado de la lava, y tiene la característica que se está formando una laguna por el desprendimiento de icebergs. Subimos hasta donde pudimos sin arriesgarnos excesivamente y cuando estábamos más tranquilos rodeados de la abrumadora naturaleza y escuchando el crujir del hielo, apareció un grupo grande y ruidoso que no imaginábamos cómo habían llegado porque los autobuses creíamos que no podían pasar por esa pista, miraban,  fotografiaban con sus magníficas cámaras y se iban, así que pronto volvió la calma, aunque también nos teníamos que marchar, a las 17,50 era la cita para la laguna Jokulsarlon.

¡Y llegó la gran belleza! Si nos impresionaron los icebergs cuando llegamos a la playa de los diamantes, aún nos sobrecogió más el  maravilloso atardecer en la laguna, sobre la zodiac que nos adentraba entre iceberg, escuchando su crujir, con un  sol sobre el glaciar que nos regalaba la tarde más bonita que hasta ahora he visto.  La hora se nos hizo corta y al final ya casi solos navegando por la laguna vimos a unas focas que nadaban y jugaban entre ellas,  ¡mágico! Ni siquiera los horribles buzos que llevábamos puesto quitaban la poesía del lugar.








Aún nos quedaban unos 80 km hasta el hotel, se nos había hecho de noche. Llegamos más allá de las 21,30 y en Recepción nos dijeron que habían ocupado todas las habitaciones del tipo que teníamos reservada que si no nos importaba ocupar la última que tenían que era una suite, sin recargo,  y claro que no nos importaba y ¡vaya habitación! Con una hermosa bañera con sales, y todo tipo de tonterías en el baño, la gran pared que daba al campo y la montaña era una cristalera que al día siguiente disfrutaríamos, en ese momento cubierta con gruesas cortinas. Subimos inmediatamente porque temíamos que no pusieran cena. Pero no sólo sí la ponían, sino que comimos de maravilla, aunque no tomamos la típica sopa de langosta de esta zona, estaba hecha con nata, pero nos pusieron 2 riquísimos platos de pescados con verduras y patatas y 2 cervezas Gulfoss. ¡El baño relajante  con sales nos esperaba!





FOSSHOTEL VATNAJOKULL:  Lindarbakky, 781 Hofn.  + 3544782555. Muy recomendable, al menos la suite.

DÍA 6, 4/9: De Hofn a Egisstadir. Fiordos del Este. 238 km

Nos amaneció un día gris. No se veía nada desde nuestra pared mirador, sólo lluvia y niebla. Nos tomamos un riquísimo desayuno en el bien surtido bufet. Y sin poder ver las impresionantes vistas sobre el glaciar que indican en Hofn, cogimos la carretera hacia los fiordos del este, con abundante lluvia, que no dejaba ver los cisnes salvajes que por estos fiordos hay. 

        Paramos en el pueblo de Djupivogur, llevábamos 108 km, y por fin había dejado de llover. Este pueblo tiene un histórico pasado dedicado al comercio desde el siglo XVI. Junto al agradable puerto, de donde parte el barco para la isla de Papey,  hay un antiguo almacén de troncos de 1790 testigo de su pasado comercial y que en la actualidad es un  museo, Langavud, sobre la historia de este lugar,  las obras de un escultor local y muchas cosas más, además de un agradable Bar-café donde nos tomamos unos cafés bien calentitos para entrar en calor. Después nos dirigimos al paseo marítimo para ver  las esculturas de piedraEggin í Gleðivík”, los huevos de Merry Bay,  que representan 34 huevos de gran tamaño de diversas aves islandesas,  y que están colocados a lo largo del puerto, mereciendo la pena su visita, así como el curioso jardín camino del paseo donde hay huesos de animales, rocas y minerales.



        Ya en el fiordo Berufjordur, la niebla no permitía apreciar bien la silueta del piramidal monte Bulandstindur, cuando comenzó  a abrir el día, y nos permitió disfrutar de los tonos verdes de las montañas, de las cascadas que constantemente aparecen por sus laderas y del azul del mar donde comenzamos a ver los  cisnes salvajes. En Islandia ya sabéis “si no os gusta el tiempo, esperar 5 minutos”. Al fondo del fiordo cogimos el desvío hacia Eyjolfsstadir para visitar la escondida cascada de Fossarfoss o Sveinsstekksfoss que también la llaman y que nos recibió  con sol y en una soledad que apreciamos. Estas carreteras sinuosas no tienen mucho tráfico y tienen bastantes apeaderos para poder contemplar tranquilamente la belleza de los paisajes.

        En Breiddalsvik hicimos otra parada en la zona del puerto y nos acercamos al faro blanco de Kambanes, con playas negras y nubes que subían y bajaban.
        La esperada parada fue la de Stodvarfjördur, para visitar el museo de piedras, (y muchas más cosas),  en la casa de la señora Petra Steinasafn. La colección que ella fue recogiendo a lo largo de su vida, y que gestionan sus descendientes, es impresionante y bellísima. Las variadas piedras se encuentran repartidas por todo el jardín y te tendrías que llevar muchísimas horas para poder ver como se merecen cada una de ellas. En la casa y en un cenador también se ven otras colecciones de objetos que fue recopilando: bolígrafos, cerillas... Nos encantó y pudimos estar más de una hora. El puerto frente a la casa y montañas envueltas en nubes nos despidieron. Tras el faro rojo de Strembitangi paramos en una pequeña aldea, donde no había nadie, parecía un cuadro, y allí  comimos en una mesa estratégicamente puesta frente al fiordo Faskrudsfjordur, ¡esplendidas vistas!

        Las vistas sobre Fáskrudsfjordur y sobre las montañas nos hacían ir despacio por lo que estábamos disfrutando. Algunas paradas para ver alguna cascada, fotografiar los paisajes, tomarnos nuestro té y ya nos dirigimos al túnel que por la c-92 nos llevaría a Egilsstadir. De la ciudad donde dormiríamos nos desviamos a la c-93,  para ver la bonita cascada Gulufoss y visitar el encantador pueblo de Seydisfjordur en una preciosa y soleada tarde que permitía disfrutar de los colores de sus casas de madera, de su iglesia celeste  y de los reflejos en el lago de las  montañas y casas que lo rodeaban. El pequeño crucero esperaba en el puerto su salida al día siguiente. Nos hubiera encantado quedarnos allí a cenar, en algunos de los animados y agradables locales de comida,  pero nuestro alojamiento estaba a la entrada de Egilsstadir y teníamos que atravesar de nuevo la montaña lo que suponían 26 km.

Nuestro alojamiento de hoy estaba antes de llegar a Egilsstadir,  HOTEL EYVINDARÁ. Eyvindará, 2. Egilsstadir. +3544711200. Llevado por unos agradables jóvenes. Esa noche cenamos pero que muy bien del menú que ofrecían: buen bufet de ensaladas y cordero asado con varios tipos de verduras asadas acompañándolo,  todo estaba riquísimo y eso que no pude probar la ensalada de taboulé. El cansancio nos impidió darnos un baño en el hot-pot, ni tomarnos algo en la planta abuhardillada muy agradable y con buenas vistas. Muy recomendable.

DIA 7, 5/9: De Egilsstadir a Myvatn. 330km aprox.

        Tras el variado y rico desayuno, echamos gasolina y nos paramos en el gran lago Lagarfjot, con su leyenda de un gran gusano en sus profundidades. El día aparecía nublado pero seco. Por la c1 la siguiente parada fue en la cascada Rjukandafoss, que se divide en dos para encontrarse de nuevo en la caída. El paisaje que se atraviesa es desértico con campos de lava y solitario, no deja de emocionarnos los cambios que se suceden en lo que vemos.

        A los 100 km nos desviamos por la c901, pista sin asfaltar, unos 8 km a la aldea de Modrudalur, una antigua granja de interior, restaurada con sus casas de turba, una bonita iglesia y un acogedor café/bar donde nos tomamos un café con el frío que hacía lo necesitaba y el que podía un bizcocho típico. Vimos 2 zorritos que parecían peluches,  a los que seguimos, estaban  buscando comida hasta que fueron ahuyentados por el perro del café. Muy curioso como tienen los surtidores de gasolina enmascarados en pequeñas construcciones de turba. Desde allí organizan visitas a Askja, será en otra ocasión.

Volvimos a los desiertos parajes volcánicos hacia el PN Vatnajokull norte por la N1 hasta la c864,  la pista  del oeste que no está asfaltada y que la elegimos porque queríamos ver el cañón y desde esa parte se puede ver y se tiene una visión más completa de la caída de agua de Detifoss.  Tras aparcar  acometimos el sendero y escaleras  de subida y bajada hasta la cascada, viendo desde lejos la espuma que genera su caída,  su caudal y sonido te hipnotiza  ¡es impresionante ¡Está considerada la cascada más potente de toda Europa (el caudal que arroja se calcula  entre los 200 y los 500 metros cúbicos por segundo).  Sacrificamos el sendero a  Selfoss, nos quedaba aún mucho por ver, tenía que cuidar la rodilla y hay que dejar algo para volver. Avanzamos hasta Hafragilsfoss, preciosa también en su encajonamiento del cañón Jokulsargljufur, que desde aquí se podía disfrutar en una buena perspectiva. Este parque no tiene desperdicio y también requiere más tiempo para poder llegar hasta el cañón de  Asbyrgi y volver por la 862.

Ya en la N1 nos desviamos para coger la c863, y en 7 km estábamos en Krafla, esa zona que te hace sentir en otro mundo, esporádicamente   activa, fue en la década de 1970 cuando volvió a erupcionar, “los fuegos de Krafla”. Impresionante el lugar, las fumarolas, la central geotérmica que permite que tengan agua caliente gratis, es como si estuvieras en una película de ciencia ficción, y como no podía ser menos subimos al cráter Viti, con sus azules aguas y a  las pasarelas por las fumarolas. Nos fuimos con ganas de más.

Aún nos quedaba algo por visitar en el día soleado que disfrutábamos hoy. Comenzamos por la zona geotermal de Namafjall y Hverir, en la que de nuevo nos encontramos rodeados de fumarolas, olor a azufre y manantiales de barro gris que burbujeaban entre tonos amarillos, blanquecinos y anaranjados, como una paleta pictórica. Despues nos dirigimos a  Grjótagiá, una cueva con agua a 45º-50º,  con un hermoso verde azulado en la que está prohibido el baño y que se ha hecho famosa por salir en Juego de Tronos. Subir unos 10 metros te permite ver la enorme fisura que surgió cuando se quebró al  enfriarse lo que la erupción había levantado. No subimos al cráter del siempre presente Hverfjall, y me hubiera gustado, pero tenía que cuidar mi rodilla que hoy había trabajado bastante.

El FOSSHOTEL MYVATN, Grimsstadir-600 Skútustahreppur, también nos sorprendió favorablemente, teníamos una bonita habitación con vistas al lago, y una vez acomodados cogimos las mochilas y a 12 km nos esperaban los baños naturales de Myvatn que era un regalo de la agencia de viajes. La experiencia fue la que necesitábamos para terminar ese maravilloso día. Después de acceder a los vestuarios por sexos, y  de lavarnos bien sin ropa las zonas que te indican en unos carteles, sólo quedaba sumergirte en las aguas a diversas temperaturas que nos esperaban. Experiencia magnífica la de ver atardecer en ella y aunque había gente no resultaba nada molesto. Con la piel suave y  los dos bien relajados  tras el baño y la sauna, con una buenísima cena, esta vez con cordero para los dos, terminamos el día. ¡Así da gusto!

DIA 8, 6/9: De Mivatn a Godafoss- Akureyry y Hotel Natur:156km

Tras el desayuno, otro de los bufets buenísimos y variados, con aceite, recogimos las maletas y con otro magnífico día soleado nos  dirigimos a dar la vuelta al lago,  la circunvalación son 36 km.   

Pequeña parada en Reykjahid, la población más importante para ver la iglesia, comprar en el  supermercado, y echar gasolina.  Visión del volcán Hverfellal al que no subimos y un agradable paseo por senderos de los castillos negros de Dimmuborgir, un enorme campo de lava con extrañas  y sugerentes  formaciones, donde en una de las cuevas a las que subimos nos encontramos 2 ovejas tan ricamente descansando que ni se inmutaron. Aquí sí que nos dimos cuenta que las nubes de moscas enanas son terribles y que tendríamos que haber comprado la red que llevaban otros viajeros, así que nos cubrimos como pudimos. La siguiente fue en el encantador bosque de Hofdi,  plantas y árboles  con senderos  internos  y con vistas y miradores hacia el lago de color azul, los cantos de pájaros, los pilares de lava y el verdor nos tenían emocionados. Al sur aún nos quedaba la visita a los pseudocrateres de Skutustadagigar, que como lo anterior nos mereció mucho la pena. Al irnos lamentamos no haber podido quedarnos un día más en este lugar.

Cuando nos encontramos con la C1, nos dirigimos a la cascada Godafoss, otra de las imprescindibles.  Ya desde el aparcamiento se escuchaba parte del ruido del agua,  y cuando se nos mostró en toda su amplitud con  un espléndido arcoíris que la cruzaba nos quedamos extasiados, otra de las cascadas que te atrapan con su belleza. Para quedarse allí todo el día desde una a otra orilla y no parar de contemplarla, antes de marcharnos nos asomamos al puente de hierro para despedirnos de sus aguas.

Hoy comimos en la orilla del lago Ljósavatn, con cisnes y patos,  en las mesitas que estratégicamente están situadas en las áreas de descanso, tomando el sol y saboreando una rica cerveza. Llegamos pronto a nuestro Hotel de hoy: HOTEL NATUR, Poristodum, 601, Akureyri. +354862771, con personal muy agradable. Se encuentra en el fiordo Eyjafjordur, el más largo de Islandia, y  al que da nuestra habitación. Tiene hot-pot y sauna, en el exterior zona de jardines y una   torre de avistamiento con esplendidas vistas al fiordo a la  que subimos al volver por la noche. Si no se quiere dormir en la ciudad es una opción recomendable.  

Esa tarde nos fuimos a visitar Akureyri que está a 17 km,  la 2ª ciudad con 17000 habitantes y una oferta cultural que ya la quisieran muchas ciudades españolas que la triplican. Agradable ciudad con un buen centro cultural y barrios con casas de madera de principios del siglo pasado y animado puerto. Nos hubiera gustado ir al Museo de la ciudad, pero cierra a las 17. Dónde sí nos acercamos fue  al jardín de la Navidad que está a unos 9 km, y la verdad es que nos gustó y compramos varios  regalos, sobre todo para nuestras hijas. Cena en un fish and chips, por unos 40€, tuve el entretenimiento de quitarle todo el rebozado de trigo. Por la noche no quedaba otra que hacer los 17 km de vuelta al Hotel, subir a la torre y otro día que con el cansancio no usamos el hot-pot del alojamiento.  

DIA 9, 7/9: De Hotel Natur, Akureyri a Daely: 290 km

Desayuno menos variado pero daba gusto estar frente a los grandes ventanales del salón que daban al fiordo, en otro día claro y soleado y se acordaron de tener pan sin gluten. Hoy teníamos el avistamiento de ballenas a las 9,30.

Salimos en dirección Akureyri y subimos por el fiordo con unas vistas espléndidas hasta Hjalteyri donde había que estar media hora antes para ponernos los engorrosos trajes que ya nos pusimos en Jokulsarlon, con los que hay que tener cuidado con lo que llevas puesto porque abrigan mucho. Salimos a navegar en un pesquero antiguo no muy grande y a la media hora vimos la primera y única ballena jorobadas  durante la hora y media restante. La visión fue emocionante, sobre todo cuando pasó muy cerca del barco, y saltaba y dejaba ver el lomo y su inmensa cola, pero también daba algo de penita ver como la iban siguiendo las 2 embarcaciones y una zodiac, que aunque no la acosaban no creo que le gustara, ingenuo de nosotros pensamos que habría un único barco como pasaba antes en Noruega. Camino del edificio donde nos quitábamos el mono que nos daban,  había un grupo con cervecitas dándose un baño en el hot-pot tan ricamente, con el sol que hacía daba gusto.

Volvimos por la C82 y C77 y a  unos 60 km y  antes de pasar el túnel  a Olafsfjordur paramos a ver la estupenda vista de la salida del fiordo  al mar y vimos algo que se movía a lo lejos, otra familia también estaba pendiente, y con los prismáticos vimos un grupo de varias  orcas, que se lo estaban pasando muy bien, nos costó irnos.  Comimos en una mesa junto al puerto de Siglufjordur, que compartimos con una pareja australiana muy agradables que también nos comentaron que  se habían parado a ver las orcas y que estaban haciendo un viaje por el norte de Europa de 3 meses, ¡qué envidia!. Sigló, como le dicen sus habitantes, es una pequeña población que se asoma a la parte norte de la maravillosa península de los Trolls, Tröllaskagi, muy  animada, con bonitas casas antiguas de madera, que fue una de las más importantes zona de pesca del arenque, que cuando desapareció también se fue con él la prosperidad de la zona. Otro grupo de jóvenes se estaban dando un baño entre risas y gritos, pero esta vez en el mar.  En Saudakrokur preciosas vistas de las islas Malmey y Pordarhofdi. Estábamos disfrutando mucho del día y de lo que estábamos viendo. Una buena elección hacer esta península.

No nos paramos en Hofsós para darnos un baño en su espectacular piscina con vistas al fiordo y eso que el tiempo acompañaba, porque elegimos desviarnos por unos hermosos valles a Holar para ver la iglesia en piedra más antigua de Islandia. Este poblado fue un importantísimo enclave cristiano,  sede de un episcopado desde 1106 fecha en la que se construyó la Catedral por su primer obispo,  hasta  1801 en que se abolió, aunque ya desde 1550  funcionó como sede protestante. En el siglo XIX se fundó un Colegio de Agricultura, precedente del actual Colegio Universitario que imparte  estudios técnicos y se investiga sobre biología acuática, acuicultura, estudios equinos y turismo rural, ¿cómo no ir?, pero ¡todo estaba cerrado!, y la iglesia y los buenos bienes muebles que se adivinaban los vimos por las ventanas. En las oficinas del Colegio nos dijeron no saber nada y tampoco fueron muy amables, el edificio Bar-Cafetería estaba cerrado, así que nos conformamos con ver unas casas de turbas, que afortunadamente estaban abiertas, que recreaban la vida pasada y nos volvimos por donde vinimos.

  Sí que nos pudimos tomar un rico té, en una señorial casa con todo tipo de elementos y decoración de principios del XX,  donde también hacían dulces y tartas caseras, en la parada al norte de Varmahlid para ver la Granja Museo de Glaumbae, con su bonita  iglesia de madera y  típicas casas de turbas.

En Blonduós también paramos para ver su  iglesia de un estilo contemporáneo que nos gustó. Estamos en la comarca Skafjordur donde se crían los mejores caballos islandeses y que no dejamos de ver a ambos lados de la carretera.  

Pronto llegamos a nuestro alojamiento de hoy GUEST HOUSE DAELI, granja, Hvammstangi, 531, Vididalstunga.+354451256.  Recomendamos alojarse preferiblemente  en un lugar que no haya que desviarse por estas pistas sólo para dormir. El desvío de la C1 hasta ella fueron 9 km por una pista infernal que se nos hicieron eternos. Lo mejor de este lugar fue el baño que nos dimos en el hot-pot. Cenamos en la habitación porque en el único menú que ofrecían todo tenía trigo y lácteos, excepto un plato de ensalada que nos dieron y completamos con una ración de caña de lomo ibérica y la segunda lata que nos quedaba de melva canutera y de pimientos rojos aliñados. La habitación no estaba mal. La granja  fundamentalmente se dedica a la cría y monta de los caballos y muchas personas que había venían a entrenar. El soleado día de hoy nos había deparado preciosas vistas sobre el mar y paisajes de valles y montañas, por carreteras con escasa circulación. ¡Nos gusta mucho el norte!

DÍA 10, 8/9: De Vididalstunga a Dragsnes, Fiordos del Oeste, Holmavik. Dragsnes. Total unos 200km

Después de desayunar, más básico que en los otros alojamientos, y tampoco tenían pan sin gluten que había solicitado como a los otros alojamientos por correo electrónico, salimos por otra pista algo mejor, que a los 5 km nos dejó en la ring-road. 

Nos desviamos en la península de Vatnsnes para, si era posible,  ver focas, y lo fue. En la playa  Illugastadir, a la que llegas tras un paseo de unos 20minutos desde el  aparcamiento con baños que ha habilitado el propietario de los terrenos,  te encuentras con un mirador donde hay prismáticos desde el cual ves muchas focas  a unos 20 metros descansando apaciblemente sobre un  arrecife tumbadas al sol. Lo mejor de la experiencia fue cuando se acercó una pareja de focas  al saliente rocoso donde estábamos y empezaron una especie de cortejo que nos mantuvo embobado hasta que llegó un grupo de personas y se marcharon de nuevo a sus rocas, ¡fue precioso! En el arrecife y en el agua también había cormoranes, patos, cisnes y gaviotas. Cuando regresábamos al coche, contemplando las simpáticas ovejas a ambos lados del sendero, vimos un punto blanco al final de la bahía y al mirar con los prismáticos descubrimos que era un gran iceberg flotando, ¡alucinamos! En el buzón junto a los oportunos baños dejamos un par de euros por su uso, no teníamos coronas.  

El Hversarkur, la roca-trolls,  lo dejamos para otra  vuelta, pero sí nos volvimos a parar en el encantador faro rojo de Skardsviti. Antes de salir de la península hicimos otra parada en Hvammstangi que es  su mayor y animada población, donde  se encuentra un Centro sobre las focas. Allí  compramos varias cosas en el bien surtido supermercado, que incluso tiene ropa y recuerdos,  aprovechamos para echar gasolina, dar un paseo por su animado puerto, y echar fotos al secadero de pescado  y  al jardín con esculturas de foca en madera de la casa de Sirgudur Palmasón,  que indica en la fachada que es de 1926. Bonita parada.
Ya tocaba dirigirse a los fiordos del oeste por una carretera que en muchos tramos está sin asfaltar pero que a cambio de ir más lento te permite disfrutar con las vistas al fiordo Hrutafjordur y de la bahía de Húnafloi, frente a la parte visitada de la península de Vatnsnes. Muy curioso nos resultó que toda la costa y sus playas, donde nos paramos a recoger un poco de arena, estaba llena de troncos, algunos de grandes dimensiones que al parecer arrastra la corriente incluso desde Siberia. 

Paramos en  Holmavik, donde visitamos el muy interesante Museo de la Brujería, y donde descubres el hambre que aquí se pasó, y la inquisición, que aquí también la hubo, cómo se cebó en los más desfavorecidos. En las salas se pueden observar diversos objetos rituales, runas y manuscritos de grimorios (libros sobre el conocimiento mágico), y el curioso y algo desagradable “necropantalón”, hecho de la piel de alguien fallecido con quien se había realizado un pacto para después de muerto, desenterrarlo y poder quitarle de una vez la piel de cintura para abajo, que se convertiría en su segunda piel, y ponerle una moneda lo que aseguraría la riqueza y suerte mientras se viviera. Muy bonitas las casas frente al puerto y allí comimos en unas mesitas muy bien colocadas. También nos acercamos al monumento a los 32 balleneros vascos asesinados,  que en 1615 se encontraban en estas tierras tras el naufragio de los 3 barcos en los que faenaban. La tremenda ley promulgada por el rey danés Cristian IV que permitía asesinar a balleneros vascos no ha sido derogada hasta 2015, celebrándose en este lugar una ceremonia de reconciliación. Crueles situaciones de tiempos difíciles, que no obstante y desgraciadamente seguimos escuchando en la actualidad.

No fuimos directamente a nuestro alojamiento sino que nos dirigimos a Laugarholl, donde se encuentra la cabaña del hechicero y el “milagroso” estanque a 42º, monumento nacional y donde está prohibido bañarse que también pertenece al Museo de la Hechicería. Por el camino paramos en 2 ocasiones porque en el fiordo vimos un grupo de ballenas que saltaban y a las que hasta escuchamos, imposible hacer fotos con las cámaras de nuestros móviles, pero quedaron en la retina.  En este lugar del interior, solitario y con bonitas vistas a valles y montañas, hay un Hotel, anteriormente escuela,  que gestionan los maestros que aquí dieron clase y que tienen una magnífica piscina alimentada por las mismas aguas que el estanque milagroso, al módico precio de 4€, y en la que, tras el concienzudo aseo en la ducha, nos sumergimos pensando en el lujazo que era bañarnos y nadar rodeado de una naturaleza tan increíble y con sólo otra persona en ella, ¡subidón y relax total!

Subir hasta la solitaria Djúpavik quedaba para otra ocasión y enfilamos hacia nuestro alojamiento en Dragnes: GESTS HOUSE MALARHORN. Grundargata,17, Drangsnes, 520. Tfn: +3548536520. Después de acomodarnos en nuestra habitación con vistas a la montaña aún nos dio tiempo de pasear junto al mar hasta los restos de antiguos secaderos y tinglados marinos y ver atardecer frente a la cercana isla de Grímsey. A las 8,30 estábamos en el restaurante, como  nos había indicado el propietario del hotel, curiosos sus tatuajes incluso en todos los dedos de las manos. Nos había reservado una de las mesas  con vistas al mar y a la isla. La cena no pudo ser más buena, un cordero asado exquisito con verduras variadas y un halibut fresquísimo con verduras y patatas asadas. Con las cervezas nos costó unos 90€. Antes de irnos nos comentó que conocía España y que había ido muchas veces sobre todo a la zona de Orihuela, pero que ahora con 3 niños era más difícil viajar. Antes de ir al edificio donde estaba nuestra habitación, dimos un paseo  junto al mar y nos encontramos con el “Kerling”, un afloramiento rocoso de los que consideran trolls petrificados.

DIA 11, 9/9: De Drangsnes a Patreksfjordum. 405km-6h15’

Tras el sueño reparador en las cómodas camas, eran dos juntas, el desayuno no pudo ser mejor, todo riquísimo y con una pastelería casera de dulces y tartas que no pude dejar de probar, lo que más me cuesta son los dulces con lo golosa que siempre he sido,  aunque fueron dos trocitos muy pequeños, el salmón ahumado y todo lo salado riquísimo. En fin que es un alojamiento muy recomendable para conocer esta solitaria y bellísima costa de Strandir con sus maderos a la deriva.  Al marcharnos nos encontramos con la pareja de australianos que iban a desayunar y también habían dormido aquí.

Pasamos por los hot-pot junto al mar que ayer tarde estaban tan animados con varias personas con sus cervezas disfrutando del agua y de las vistas y del que ahora salía una señora que ya se había dado su baño matinal. Nos despedimos de esta hermosa zona de los fiordos del Oeste que nos están entusiasmando porque el día de hoy era largo en kilómetros y la mayoría por pista sin asfaltar.

Isafjordur era el  primer destino por estas escarpadas y tortuosas costas y no había los estupendos ferris que en Noruega te eliminaban tantos kilómetros por los fiordos. El día se estaba poniendo nublado y con amenaza de lluvia y nos separaban  233 km de ella que  casi no nos dimos cuenta, porque los hicimos parando y disfrutando muchísimo, a veces porque divisábamos ballenas y  otras por las maravillosas vistas de montañas cubiertas de nieve en la otra orilla del fiordo, donde se nos ofrecía la visión del glaciar Drangajokull y sus lenguas. Este gran fiordo,  Isafjardardjúp,  a su vez contiene otros fiordos menores.  En el fiordo Skötufjordur  tuvimos una bonita parada para tomar un café calentito, el frío en esta zona era mayor, y unos chocolates. Fue en Litibaer, una histórica granja del siglo XIX, acondicionada como un pequeño museo, con detalles muy curiosos e interesantes,  donde nos indicaron que a unos 200 metros podíamos ver focas y las vimos muy bien,  nadando y tumbadas como a ellas les gusta ponerse porque hay unos buenos prismáticos que el propietario, que allí nació, deja en una mesa.

Nuestra próxima parada fue en una aldea costera, Súdavik, con unas preciosas vistas a la península de Snaefjallaströnd, y comimos en ese privilegiado emplazamiento. Después,  visitamos en la antigua granja Eyrardalur el Centro del zorro ártico,  que muestra los estudios que sobre este animal se vienen realizando en la norteña península de  Hornstrandir. Hay fotos, documentales y unos zorros disecados, que tuvieron que ser bellísimos en vida y que me gustó menos. El centro y bar están atendidos por voluntarios que también pueden colaborar en la Estación de Investigación. Tampoco me gustó la explicación que hacen sobre la caza del zorro y su justificación en fase a la ancestral costumbre y las pérdidas de ovejas, son razonamientos que están superados y bien rebatidos por expertos respetuosos con el mundo animal. El zorrito huérfano que estaba enjaulado en el recinto exterior, oculto bajo una especie de mesa no parecía estar muy contento, creíamos que este centro iba a ser otra cosa.

Cuando llegamos a Isafjadardjup, nada más bajar en el puerto comenzó a llover fuertemente, así que dimos el paseo en coche para ver las casas de madera y hojalata, algunas del XVIII,  testigos del importante pasado ballenero de esta población, la más habitada de estos fiordos. La iglesia con las palomas pintadas por los lugareños estaba cerrada y no había apenas nadie por las calles, así que entramos en el supermercado Netto a completar reservas de alimentos  y entrar en los servicios.

Salimos por el nuevo túnel que ahorra el paso de una imponente montaña, dirección Holt. La salida al  fiordo Onundarfjordur  nos dejó boquiabiertos  y entendimos porque le llaman el fiordo bonito, no llovía y unos rayos de sol incidían sobre una bellísima montaña junto al mar. Lo de ahora eran pistas en mediano y a veces peor estado con el trazado típico de los pasos de montañas, así que tranquilamente mi conductor preferido fue atravesando estos imponentes lugares. 

Llegar al fiordo Dyrafjordur, fue no dejar de parar por sus imponentes vistas, estábamos atravesando hasta llegar al siguiente fiordo, los que se denominan los Alpes islandeses por no tener ninguna cima plana, bellísima zona, solitaria, sin autobuses, sólo algunos coches aisladamente y rodeados de nieve. En este fiordo en Pingeyri es donde se celebra el festival vikingo. En una de las paradas nos tomamos nuestro caliente café de hoy con avituallamiento del coche, ¡qué bien sienta! Lo del termo de Decatlón de ½ litro es algo que debemos al diario de un viajero y que recomendamos vivamente.

Atravesando el paso de Hrafnseyrarheid, paramos como otro coche a pisar la nieve que llegaba hasta la carretera, no quise andar mucho pero con lo hecho ya la felicidad me recorría el cuerpo. Asomarnos al Arnarfjordur fue otro subidón, a lo lejos en la otra orilla ya se percibía la cascada Dynjandi, y antes aún paramos en otra bonita cascada, Gljufurá que nos salió al paso y que se despeñaba alegremente entre piedras hasta el fiordo. Ya sí que llegamos a Dynjandi, una de las más bonitas que hemos visto, que a su vez se  convierte en varias cascadas en su bajada. Aquí sí que el aparcamiento tenía un buen número de coches y había bastantes personas fotografiando la cascada con trípodes y cámaras profesionales, Islandia es un paraíso para la fotografía y atrae a profesionales de todo el mundo. Con mis bastones y piano piano, fui subiendo todas las etapas, deteniéndonos en todas las cascadas hasta llegar al final a la que llaman el velo de la novia. Espectacular y contentísima porque hace 2 meses no podía imaginarme que pudiera hacer lo que estoy haciendo, mi rodilla se está portando de maravilla, pero yo le pongo mucho traumel, le agradezco su esfuerzo y en los días de marcha más dura un gel de ibuprofeno.

 Tocaba volver a bajar, seguir disfrutando con lo que se abría ante nosotros y en ver por cuál de las dos  opciones llegábamos a Patreksfjordum, que al final fue por Brjanslaekur, de donde saldríamos con el ferry.

Era el el último tramo del día, y el sol se estaba poniendo, no volvimos a parar y las fotos del precioso atardecer sobre nuestro fiordo se hicieron desde el coche. Eran las 9 cuando aparcábamos en nuestro alojamiento, FOSSHOTEL WESTFJORDS, 450 Patreksfjordum, Adelstreati, 100,  tlf: 3544562004. A 1,3km  del centro del pueblo en un antiguo edificio histórico, muy renovado. Esta población toma su nombre de San Patricio de Irlanda, y se hizo famosa porque aquí se comenzó el cultivo de la patata y la introducción en la dieta islandesa. Nuestra habitación tenía una preciosa vista al fiordo y a los acantilados que recorreríamos al día siguiente, pero encontramos menos detalles que en otros hoteles de esta cadena, como los hervidores con té y café que tan bien nos venían para preparar nuestro té de la tarde y el baño era pequeño,  con una cortina muy corta en la parte que  no había mampara que ponía todo lleno de agua, incluso a quien estaba en el cercano lavabo. El personal como siempre superamable, nos estamos encontrando con algunos españoles, franceses y sobre todo polacos,  islandeses hasta ahora ninguno. El restaurante es un punto y aparte, la mejor comida del viaje la hicimos aquí: unos mejillones buenísimos a compartir, y dos platos de uno de los mejores cordero que hemos comido, con un buen acompañamiento de verduras, setas, crema de remolacha  y de calabaza y por supuesto de patatas. Con la cerveza  han sido unos 100€ que los hemos pagados satisfechos, ya hace días que decidimos no agobiarnos por los altos precios a pagar, ¡en casa ya ahorraremos!

DIA 12, 10/9: De Patreksfjordur a Hellnar (Snaefellsjokull). 300 km y el ferry

        El desayuno no era tan variado como en otros Hoteles de la cadena Foss, ni salmón ni aceite que tanto me gustan, pero desayunamos bien con lo que ofertaban en el bufet.

        Salimos hacia el pueblo y  dimos una vuelta entre sus casas marineras. En el puerto con bonitas vistas y mucho ajetreo, nos paramos en unos montones de cajas  que mostraban magníficos bacalaos, fletan, halibut y otros pescados que no conocíamos junto a un barco pequeño que había llegado esa mañana, y como yo hablo hasta sin saber inglés, le chapurreé al pescador sobre su pesca y ya con el fluido inglés de mi compañero echamos un ratito, venía de pescar cerca de la costa de Groelandia, que está a unos 250 km, navega él sólo y conoce bien España porque su chica es de Cómpeta, en la Axarquía malagueña, en esos momentos es cuando siempre pienso que tengo que estudiar más inglés.

Después del intercambio salimos en dirección a la península de Latrabjarg, en un espléndido día soleado. La primera parada fue para el fotogénico y oxidado barco “Gardar”,  solitariamente varado en tierra junto al fiordo.

Las impresionantes vistas nos hacían ir muy despacio y  la pista tenía sus buenos baches, pero pasada la pista de aterrizaje y el poblado de Hnojótur con su curioso y eclético museo, decidimos desviarnos  por la  estrecha pista 615 que bordea  por este lado el acantilado sobre el Patreksfjördur para conocer “Sellátranes”, que daba nombre a nuestra última habitación, y no nos arrepentimos, era un lugar encantador con su riachuelo, una granja y un bonito faro.

Volvimos y retomamos la 612 para dirigirnos  a la playa de Breidavik, muy recomendada por el pescador, y que está   situada junto a una agrupación de casas con su pintoresca iglesia blanca con el tejado rojo. Hay un alojamiento muy apetecible para pasar unos días en soledad. La  arena dorada contrastaba con las algas que se apiñaban haciendo bonitas figuras, olía a mar, el Mar de Groenlandia donde se encuentra, y en el que sólo mojamos las manos, porque en ese momento comenzó a llover, ¡los 5 mínutos islandeses! Ya desde el coche hermosas vistas sobre Hvallátur,  otra fabulosa playa de arena blanca.

Látrabjarg y su faro fueron la siguiente parada, ya no llovía y volvía a lucir el sol para hacer el sendero previsto. El espectacular acantilado de más de 500 mts de altura, se perdía a lo lejos de nuestra visión.  Al  ser septiembre no encontramos más que chillonas gaviotas que sobrevolaban el magnífico paisaje, y las huellas de donde anidan los puffin. Mientras que ojeábamos con los prismáticos no dejábamos de mirar al frente, porque entre las nubes nos parecía ver algo de tierra, y en un momento de claro se percibió una línea de costa y elevaciones con nieve, ¿¡Groenlandia!? estábamos en esa dirección.  

Con la emoción de lo visto, volvimos al coche para deshacer el camino y al encontrarnos con la c614 recorrer los 10 km de grava y baches hasta Raudasandur, la playa de arenas rosadas. Comimos en unas rocas frente a la laguna que se forma delante de la playa, en un silencio que se agradecía para impregnarnos de lo que nos rodeaba. Aún recorrimos unos kilómetros más en dirección Lambavatn, hasta llegar a la encantadora iglesia de Raudasandur, de madera negra y tejado rojo, allí dimos la vuelta para ir hacia el camping de Melanes y acercarnos a la playa. Este lugar nos enamoró, tiene unas cabañas de madera y servicios compartidos de aseo, duchas y cocina, https://www.melanes.com/campsite, paseando entre ovejas nos acercamos a la playa a disfrutar de este aislado y bello lugar y  coger un poco de arena.

Nos quedaba el tiempo justo, ¡con las pistas que teníamos que volver a hacer!, de llegar a Brjánslaekur, tomar un café frente a la zona de embarque y coger el ferry Baldur hasta la península de Snaesfellsnes, nada del baño en las pozas previsto antes de embarcar.

En la travesía por el Breidajordur el viento fue en aumento y comenzó a llover, y poco a poco nos fuimos acomodando en el interior y la cubierta quedó solitaria,  salimos de nuevo en la parada de la isla de Flatey, una encantadora isla con sus coloreadas casas y su faro en una isla próxima, que también queda pendiente de visita. Fuimos entrando y saliendo de la cubierta hasta que ya divisamos los faros que anunciaban Stikkishólmur, el puerto donde arribábamos ya casi de noche junto a la mole de basalto.  A esta bonita población que recibe con un muro de basalto, no le pudimos dedicar el tiempo que se merece, por la hora que era y la lluvia que caía.  Decidimos parar en la primera gasolinera a echar gasolina y comer algo de lo que hubiera, desafortunadamente para mí sólo tenían hamburguesas y pizzas, así que pedí una sin pan y no sé qué entendieron que tampoco le pusieron cebolla, ni patatas, y a mi marido que pidió la que le pareció mejor, resultó ser la infantil, así que llegó rodeada de un refresco y un puzle. Barata pero nada para recordar.

Los 90 km hasta nuestro Hotel, se nos hicieron eternos, de noche y sin parar de llover. FOSSHOTEL HELLNAR,  Brekkubaer, 356 Hellnar. A las 10,30, cómo habíamos imaginado ya no daban de cenar,  pero sí pudimos tomarnos unas cervezas que nos sentaron de maravilla. Personal como siempre muy amable, el Hotel cómodo y con los hervidores que tanto nos gustan.

DÍA 13, 11/9: Hellnar. PN Snaesfellsjokul. Vuelta a la isla Reykjavik. Unos 250 km

Dormimos muy bien y nos despertamos con vistas al mar, en un  día algo nublado, y al fondo vimos una mancha que aparecía y desaparecía, los prismáticos nos mostraron una ballena que nos daba los buenos días, así da gusto despertarse, luego aparecieron más. Buen desayuno en el salón mirando al océano y otra vez a montar las maletas, esta será la última vez que viajen en él.  

Tras fotografiar la iglesia de Hellnar  nos dirigimos a los acantilados de Lóndrangar, con unas fabulosas vistas, donde ya no se veían nuestras orcas juguetonas de la mañana. Muy cerca estaba la entrada a la cueva de Vatnshellir, tubos de lava, que sólo se visita con circuitos guiados de 45 minutos, unos 22€. No la vimos porque no me atreví por mi rodilla a subir y bajar al ritmo de un grupo por una escalera de caracol.

Nos gustó mucho el faro Karlstadatangi, construidos a principios del siglo XX y reconstruidos en 1946, está   situado en los terrenos de la Granja Malarrif, que fue una de la más aisladas de Islandia. Tiene un cómodo y bonito paseo desde donde se llega a los acantilados e impresionantes formaciones rocosas, miradores sobre la gran playa de Djüpalonssandur a la que no bajamos y no pudimos probar levantar algunas de las 4 piedras que al parecer se utilizaban para saber si se podía ser marineros. Este faro alumbraba y ayudaba a los numerosos barcos que venían a esta costa rica en caladeros. A nuestra espalda campos de lava y  rodeado de nubes el glaciar Snaesfellsjokull que cubre  el volcán  donde Julio Verne situó la bajada al centro de la tierra.

Eran las 10 y ya abría el cercano Centro de Visitantes del Parque Nacional, que se extiende por 170 km2.  No tiene muchas cosas pero las explicaciones son ilustrativas y en temporada ofrecen circuitos guiados al parque, al que nos dirigimos a continuación por la pista 570, sólo para 4x4, a llenarnos de la energía positiva que dicen que desprende. El volcán está indicado a 7 km.

A medida que subíamos se iba despejando la cumbre del volcán y pronto paramos para ver las vistas de la cercana costa y hacer un sendero a la cueva que canta, “Sönghellir”,  donde dicen los carteles que vivieron personajes de la mitología islandesa. El tiempo se enfriaba y las nubes se hacían más densa y cada vez se encontraba más cerca el dormido volcán al que no íbamos a subir, pero sí paramos en una zona nevada desde donde se inicia una de las subidas, la soledad y el silencio nos rodeaban en una belleza plena, hasta que empezó a llover.  La bajada la acometimos por la pista 575, con más baches pero que nos interesaba más. Aún tuvimos otra parada para hacer un sendero a la cascada Klukkufoss, sin lluvia. La pista nos dejó cerca de la salvaje playa de Skardsvik, donde las olas rompían con fuerza, aquí se encontró una tumba vikinga del siglo X que en la actualidad se encuentra en el Museo Nacional. Respirar el aire de mar siempre viene bien y la lluvia no había vuelto a aparecer.

A la izquierda por la 579 nos esperaba la costa de Svortuloft con sus escarpados acantilados negros y los campos de lava de la antigua granja Gufuskalar,  donde los restos de cabañas se esconden entre ellos, y las ovejas saben esquivar las tremendas grietas que lo surcan. Al final se encuentra el acantilado de Saxhólar,  Hvalrauf  y el faro de Skalanasgaviti, con una pasarela de madera que se asoma a los tremendos acantilados, donde han naufragado muchos barcos, abstenerse quien tenga vértigo, y desde los que se suelen observan ballenas y todo tipo de aves que suelen anidar en ellos, como nos pasó en Latrabjarg, sólo vimos gaviotas y algún cormorán, y pensamos en la dificultad de quienes aquí vivían en siglos pasados,  para bajar por estos recortados y puntiagudos acantilados atados con cuerdas para coger los huevos de las aves como sustento.

Tocaba volver a la derecha. Ya en Hellissandur paramos en el Museo marítimo con reproducciones de las casas de los pescadores con su techo de turba, barcos pesqueros antiguos, esqueletos de ballenas y las piedras de medir fuerzas. En Rif su puerto estaba sin nadie, el día estaba poniéndose cada vez más negro y a lo lejos se veía la gran cascada Svödufoss, su iglesia no estaba abierta, así que no pudimos ver el cuadro que parece que representa la visita de Cristobal Colón en 1477 para preguntar por los viajes de los vikingos a Vinlandia. Ólafsvik fue un visto y no visto, volvía a llover y la saludamos desde la solitaria playa a su salida casi pegada a los verdes prados. Sí que dimos un paseo por la dorada arena  de la gran playa que está antes de llegar al Kirkjufell, con una extensa lengua de arena  hasta la montaña. Al final del recorrido comenzó a llover y nos pareció que comer en el coche frente al mar, bien calentitos era la mejor opción, también cayó la infusión que hoy traíamos.

Afortunadamente dejó de llover cuando llegamos al Kirkjufell, esa magnífica montaña volcánica que según estés situado te presenta una silueta. Detrás de ella las cascadas Kirkjufellsfoss en las que pudimos aparcar bien. Aquí sí que había mucha gente, muchos  coches y hasta autobuses con viajeros de China que no hemos dejado de ver en toda la ruta, excepto en los fiordos del Oeste. Subimos a las cascadas, hicimos todas las fotos de rigor y me enfadé al ver cómo había quien no respetaba las cuerdas de no pasar, bajaba  y se ponía delante de las cascadas para que le hicieran sus fotos posando y haciendo tonterías, mientras el resto estábamos esperando que se cansara para poder hacer las nuestras de las cascadas. Afortunadamente llegó un coche de policía para que se quitaran los coches mal aparcados de la carretera que obstaculizaban el paso y salió a estampidas. Cada vez puedo menos con quienes van a lo suyo sin pensar en los demás.

Viendo como estaba el tiempo vimos Grundarfjördur muy rápido, la iglesia, y algunas de sus calles y  salimos por la 56 hasta la 54 en dirección a Borgarnes. No visitams el sur de la península que habíamos atravesado la noche anterior con lluvia y viento. Nos pasamos el previsto desvío a Gerduberg, poco indicado,  para ver sus columnas de basaltos, era complicado dar la vuelta y no dejaba de llover así que tenemos otro pendiente.  En la primera gasolinera que encontramos tenía una estupenda cafetería y allí nos nutrimos el coche y nosotros. Ya fuimos directamente hasta Reykjiavik, donde llegamos sobre las 18,30 a nuestro cómodo Hotel Skuggi, con aparcamiento gratis.

Ya en el coche habíamos decidido ir a una piscina local y encontramos una cerca de nuestro Hotel, así que preparamos la mochila de baño y enfilamos hacia “Sundhölin”, , la más antigua de la ciudad, construida en 1937 en estilo art deco y ampliada posteriormente. Y fue una idea estupenda porque por 9€ pp, pasamos 2 horas estupendas, entre la piscina cubierta del edificio antiguo, la del nuevo que era al aire libre, los diversos hot-pot, la sauna y el vaporarium. Lo que observaba a mí alrededor me recordó lo que serían los baños en la antigua Roma o los del islam  en los que he estado: pasar el tiempo, charlar, relajarse después del trabajo. Tras el baño y la exhaustiva ducha comunal de los vestuarios separados por sexo, te quedas como nueva y además para los bañadores y gorro, después de lavarlos tienen una especie de secadora individual, con los que te los llevas prácticamente secos.     https://reykjavik.is/stadir/sundholl-reykjavikur

Salimos a las 21,01 según el reloj de la salida, y en la cercana calle de la Iglesia, Laugavegur 74,  encontramos un agradable sitio, “Staff Kitchen&Bar”, donde cenamos sopa de verdura, un bacalao y una hamburguesa de buey, que con las 2 cervezas nos sentaron de maravilla, por unos 70€. Dimos un corto  paseo nocturno por las calles hasta el centro,  por el que se veían grupos con sombreros de disfraces y banderas de Islandia y Bélgica porque se había jugado un partido entre ambos países que ganaron los belgas, todo en un ambiente festivo y muy distendido. Tras poner a  terminar de secar las toallas y los bañadores en nuestro estupendo seca-toallas del baño, cogimos la cama con mucho gusto.

DÍA 14, 12/9: Reykjavik. Perlan. Península de Reykjanes. Devolver coche y última noche en Islandia.  Unos 150 km

Desayunamos estupendamente con la variedad y calidad que ofrece este Hotel, la camarera polaca se acordaba de mí y cuando me vio llegar me dijo que me iba a preparar mi pan sin gluten, la recepcionista era de Granada y la chica del bar de Madrid, así que con las tres echamos un ratito antes de bajar por el coche en el último día que estaríamos con él.

Queríamos ver Perlan y sus vistas. No compramos las entradas para las atracciones, sólo para la terraza de la última planta desde la que divisas todos los alrededores de Reykjiavik y alrededores, fotografiamos las esculturas musicales de la entrada y nos fuimos. Desde nuestro punto de vista prescindible, quizás con niños pueda ser divertido entrar en lo sala de los volcanes y la que representa los acantilados de aves.

Salimos por la c41 en dirección al Aeropuerto y nuestra primera parada fue en Hafnir, un poblado marinero donde se encuentran los restos de una vivienda del siglo IX, asociada a una de las sagas y un ancla junto a la Iglesia del barco fantasma que llegó en 1870 sin pasajeros y con un cargamento de madera, casas aisladas y hermosos caballos.

En Hafnaberg nos asomamos a los acantilados esperando ver alguna ballena pero en ese día gris y plomizo debían estar de vacaciones, así que nos fuimos hacia el sur a Sandvik,  puente entre los dos continentes, a encontrarnos de nuevo con las placas tectónicas de Eurasia y de América y hacer las monerías que hace todo el mundo: foto sujetando el puente, atravesar de uno a otro…y reflexionar sobre ese centímetro que cada año los separa más.

En Valahnúkur dimos un paseo por sus campos de lava y subimos a algunos pequeños cráteres, con esos paisajes tan alucinantes que las erupciones del siglo XIII crearon. El faro de Reykjanesviti, el más antiguo de Islandia,  que en un segundo iluminó el sol nos dio los buenos días. Los acantilados son espectaculares y ese día las olas rompían con fuerza sobre ellos, a lo lejos se podía divisar el islote rocoso de Eldey, una reserva de aves protegidas, donde vive la mayor colonia del alcatraces atlánticos del mundo y donde parece que murió el última alca gigante. Paisaje que no nos cansábamos de contemplar y pasear.

Al salir torcimos a la derecha hacia una zona geo termal, que bullía, humeaba y expulsaba chorros de agua, increíble naturaleza la que nos rodeaba, aprovechado ese calor termal por varias centrales que proporcionan electricidad a la red nacional. En el fantasmagórico manantial termal Gunnuhver con cruel y trágica historia asociada para la pobre bruja Gunna, nos hicimos la foto de rigor.
Esta parte del  suroeste de la península es impresionante con sus campos de lava, cráteres y fumarolas, recibe el nombre de ¡100 crater park!

En Grindavík nos gustó su activo puerto marino, uno de los centros pesqueros más importantes de Islandia. Con las nubes negras que cada vez cubrían más el cielo y las gotas que empezaron a caer nos alegramos de haber decidido no ir a la “laguna azul”, el regusto tan bueno del baño del día anterior y el querer explorar más esta zona nos hizo desistir de ir junto a las predicciones que indicaban fuertes lluvias en la zona de la laguna. Por la hora que era buscamos un restaurantes donde tomarnos una rica sopa de langostas (cigalas), y lo encontramos frente a una zona portuaria, con sus vistas al mar, “Veitingahúsid Brúin”, Hafnargata 26, Grindavik,  riquísima y apetitosa sopa cremosa con sus cigalas, en la mía no echaron nata, llena muchísimo. https://www.restaurantbruin.com/

Fue salir de comer y comenzar a llover fuertemente y sin pausa, rodeados de lluvia nos dirigimos al campo geotermal de Austurenglar o Krysuvik por la granja que está abandonada en esa zona en la que el agua sale hirviendo y la temperatura bajo la superficie es de 200ºC,  vaya que en cualquier momento se pueden dar explosiones. Paramos junto al lago Graenavatn, decir lago es repetitivo porque “vatn” significa lago, pero es como cuando decimos río Guadalquivir,  “río ríogrande”. A vueltas con el lago que tenía un bonito color verde de fondo, es un antiguo cráter de grandes dimensiones lleno de agua como ya hemos visto en otras ocasiones. Las montañas tenían tonos que se asemejaban algo a los de Landmannalugar.

En Seltún el olor del azufre, la variedad de tonos de los minerales de la tierra, las solfataras y las pozas de que burbujeaban fangos nos indicaban lo viva que está la tierra que pisamos. Se formaban riachuelos blanquecinos entre los ocres, dorados y anaranjados como si la paleta de un pintor se hubiera derramado, ¡cuánta belleza! que recorríamos ensimismados aprovechando el respiro que nos había dejado la lluvia.

Camino del lago Kleifarvatn, un corazón hecho en la vegetación de una montaña nos dio las buenas tardes. El lago y qué lago ocupa un gran fisura volcánica con acantilados de lava y arena negra en las orillas y en su interior, como todo lago que se precie, dicen que existe un monstruo con aspecto de gusano como el de Lagarfjot. Su profundidad máxima es de 97 m. y su tamaño disminuyó tras el gran terremoto del año 2000, aunque las grietas ya se han rellenados y está volviendo a su nivel anterior.

Ya de vuelta a Reikjavik paramos en un gran secadero de cabezas de grandes peces, custodiados por gaviotas, el olor no era muy agradable, pero nos recordaron a los secaderos de las islas Lofoten en Noruega.

A las 5,30 estábamos en Avis devolviendo nuestro coche que tan bien se había portado y al que ya le habíamos cogido cariño. 3300km nos habíamos hecho con él y no se habían hecho pesados, sobre todo a mi querido conductor. La furgo de Avis nos dejó a las 6 en el Hotel y tras dejar las cosas y asearnos, fuimos a  avisar en Recepción de que por favor avisaran a Flybus para ver a qué hora nos recogían mañana, nuestro vuelo salía a las 15:00.

Y ya sí que  nos fuimos a vivir nuestra última tarde y  noche en la ciudad. En primer lugar terminar de comprar los regalos para hijas e hijo y recuerdos para las amistades. En este viaje nuestro regalo ha sido el viaje. El lago estaba con rayos de sol y una bonita luz de atardecer, que disfrutamos también en la zona del puerto, lo que  nos hizo retrasarnos y cuando intentamos cenar en “The Sea Baron”, las colas nos hicieron desistir, pero con un atardecer tan bonito ¡cómo meternos en un interior!. Cenamos estupendamente en “Akureyri fish Restaurant”,  que hace esquina en esa zona, un plato de varios pescados: bacalao, char artic  y mejillones, la salsa estaba riquísima y otro de bacalao al limón con patatas, todo buenísimo, en Tryggavagötu, 8.

Tranquilamente nos fuimos despidiendo de la noche en esta ciudad, Harpa estaba magnífico con sus luces cambiantes que iluminaban sus alrededores, la noche tenía esa luz de no querer irse, como nosotros, y fuimos por el mar hasta la escultura del Drakar, hoy solitaria y bellísima. Mañana aún nos quedaban unas 3 horas antes de irnos al aeropuerto, nos recogían a las 12:00 muy cerca del Hotel.

DÍA 15, 13/9:

Tras un estupendo desayuno y despedida de la simpática camarera, nos fuimos hacia el centro de la ciudad, queríamos ver la Galería Nacional junto al lago, el día estaba luminoso y soleado. Fuimos cortando por un precioso barrio de casas de madera de colores con jardines llenos de flores, pero ohhh, el Museo abría a las 11, así que lo fotografiamos por fuera y nos dedicamos a disfrutar del lago y aprovechar para echarles los panes sin gluten que estaban horribles y nada más que había tomado uno, pero a los patos y gaviotas les gustó.

Ya puestos nos fuimos al Museo de la Ciudad del que teníamos entrada porque la incluía el de “Reykjavik 871+2”, que vimos el primer día y que nos pareció muy interesante con sus fotografías antiguas para conocer cómo ha crecido y cambiado esta ciudad. Daba gusto pasear con el día tan bonito que hacía, pero tocaba volver a recoger las maletas, aunque aún cayó algún imán e identificador de maleta con una simpática ballena.

A las 12:00 estábamos en la parada con nuestras maletas y mochilas, frente al Museo del Falo que al final no fuimos, pero el microbús no llegó hasta las 12:45 cuando ya estábamos de los nervios, nuestro vuelo salía a las 15:00 y llegar a keflavit suponía una hora y media. Aún quedaba ir a la Estación Central y cambiar al autobús que lentamente nos llevó al Aeropuerto, hoy soleado. Afortunadamente el vuelo iba con retraso y nos dio tiempo de hacer los papeles de devolución del IVA, y  con las prisas cuando estábamos en la cola para entrar ya al finger, me di cuenta que había dejado el móvil en la bandeja de seguridad, y allí que fue mi marido atléticamente porque estaba a una considerable distancia, pero como estábamos en Islandia lo tenían allí y aún le dio tiempo de llegar cuando ya nos tocaba embarcar.

En el vuelo fue imposible descansar nada, había un grupo de unas 50 mujeres, de unos 50 años, que iban a Madrid a celebrar algo y ya lo estaban anticipando, divertidas, riéndose y pasando botellas de cava, y vasos de whisky y gintonic, que habrían podido compartir. A las 21,30 llegamos al Aeropuerto de Madrid, terminal 1, y pensando en el tiempo que aún nos quedaba por llegar, cambio de autobús a la terminal 4, Bus a Cíbeles y arrastre de maletas, nos miramos y pensamos “después de perdío al río” y cogimos un taxis que en 15 minutos nos dejó en la puerta del Hostal Dulcinea. Qué gusto de tomarnos 4 cervezas seguidas, unas carrilleras buenísimas, una ensaladilla y 2 copas de vino por 25€ en el Bar Platerías que nos gusta mucho.  Ya sí que tocaba descansar.

DÍA 16, 14/9 : Vuelta a Sevilla 13,30 Alvia, 4B-4C

        Habíamos dormido bien, y dejamos las maletas para recogerlas cuando nos fuéramos a Atocha. Un desayuno en la calle, yo con el pan que aún me quedaba de Aldi, y al Prado que Lourenco Loto nos estaba esperando. Hay que aprovechar cuando se viene a Madrid para ver alguna de las magníficas exposiciones que suele haber. A la salida una cervecita con tapas y a recoger las maletas que el Alvia salía a las 13,30. Mi hija nos estaba esperando con una buena comida en su casa muy cerca de Santa Justa. Tras la rica comida preparada por mi yerno, en nuestro coche enfilamos para el Aljarafe sevillano y nos alegrábamos del buen viaje hecho y de lo estupendamente que volvíamos. ¡Islandia es curativa!