El año Greco nos ha llevado a Toledo. Ese pintor de nombre inverosimil que nos ponían en los test que pasaban por los colegios allá por los años 70, del que nos soplábamos que era "El Greco", sin saber quién era ni qué pintaba, es ahora uno de mis pintores preferidos.
Así que a primeros de junio, con la reserva hecha desde meses antes, nos fuimos un viernes tempranito para poder aprovechar bien el primero de los 4 días reservados.
Llegamos sobre las 12,30 y después de aparacar y comer nos esperaba ese prodigio de arquitectura renacentista que es el Hospital de Tavera o de San Juan Bautista http://www.fundacionmedinaceli.org/monumentos/hospital/
Hay que darle su tiempo a la visita para detenerse en sus dos claustros, hacer la visita guiada al museo y la farmacia de unos 45 mínutos, y por último entrar a la iglesia donde el Cardenal Tavera espera en su mausoleo, magnificamente esculpido, tal como puede verse en Tristana de Luis Buñuel y disfrutar con los cuadros de Doménikos Theotokópoulos que aquí se encuentran: "El bautismo de Cristo", con un colorido y expresionismo que te atrapa, el sutil "Tabernaculo" con el "Cristo resucitado", la fuerza de una de sus "Lagrimas de San Pedro", la dulce belleza de "La sagrada familia con Santa Ana", el inquietante retrato del Cardenal Tavera, hecho a partir de su máscara funeraria, y un "San Francisco en oración" del que hay varias hipótesis. La cripta estaba cerrada en estas fechas.
Con nuestra primera dosis de satisfacción pictórica, salimos y tras la visita de la fachada, nos tomamos un rico café en el bar que está junto enfrente donde nos recomendaron aparcar en el parking junto al Alcazar en la parte alta. Está difícil en todas las zonas, porque donde donde no está prohibido está reservado para los habitantes, o es hora azul.
Dejamos las maletas en el alojamiento reservado, a través de una buena oferta de Venere http://www.hotelsantaisabeltoledo.com/
perfectamente situado y cómodo. Es mejor pedir habitaciones de la parte reformada y del tipo estándar o superior. Tienen una preciosa terraza en la azotea desde donde se ve la catedral a un paso.
Comenzamos a bajar y subir cuestas, una constante en los días que estuvimos hasta llegar al Consorcio, un lugar a no perderse porque organiza visitas guiadas y casi todas gratuitas a lo que denominan "Rutas por el patrominio desconocido".
http://www.consorciotoledo.com/
http://www.consorciotoledo.com/
Aunque en el mismo edificio se encuentran las excavaciones de unas termas romanas, nos dirigimos hacia las cercanas "Cuevas de Hercules", un interesante lugar que está perfectamente explicado, como todos los que visitamos con ellos, en la página del Consorcio.
Tras las cuevas, paseamos hasta la Mezquita del Cristo de la Luz que ya estaba cerrada, disfrutando de las vistas y de las puertas.
De nuevo en el Alcazar, subimos a la excelente Biblioteca, donde tuvimos un recuerdo para Lelo, y en la torre-cafetería viendo las hermosas vistas nos tomamos una cerveza con una tapita. Recojimos el coche, muy caro el parking y al salir a la ronda exterior tuvimos la gran suerte de encontrar un hueco libre, sin ninguna restricción frente al Hotel ... donde se quedó todo el tiempo con unas bellas vistas al río y los cigarrales para él solito.
Hicimos la vuelta por , y aún nos dio tiempo de entrar en la Iglesia abierta para misa.
Cansados del día de viaje y cuestas, cenamos de raciones en un restaurante que nos habían recomendado unos amigos que nos habían precedido en el viaje y antes de entrar en la habitación subimos a la terraza para quedarnos con la visión nocturna en la retina.
Tras las cuevas, paseamos hasta la Mezquita del Cristo de la Luz que ya estaba cerrada, disfrutando de las vistas y de las puertas.
De nuevo en el Alcazar, subimos a la excelente Biblioteca, donde tuvimos un recuerdo para Lelo, y en la torre-cafetería viendo las hermosas vistas nos tomamos una cerveza con una tapita. Recojimos el coche, muy caro el parking y al salir a la ronda exterior tuvimos la gran suerte de encontrar un hueco libre, sin ninguna restricción frente al Hotel ... donde se quedó todo el tiempo con unas bellas vistas al río y los cigarrales para él solito.
Hicimos la vuelta por , y aún nos dio tiempo de entrar en la Iglesia abierta para misa.
Cansados del día de viaje y cuestas, cenamos de raciones en un restaurante que nos habían recomendado unos amigos que nos habían precedido en el viaje y antes de entrar en la habitación subimos a la terraza para quedarnos con la visión nocturna en la retina.