sábado, 7 de marzo de 2020

Un viaje de miel: Roma, Napoles, la costiera y Capri, marzo,2012

YA ESTAMOS EN ROMA, día 19 de marzo. AGOTADOS PERO CONTENTOS:
Primer día en Roma: Llegada a las 12,30, con muy buena comunicación desde el aeropuerto de Fiumicino, al tren y de metro en Termini, al apartamento del muy romano barrio de Monti, Vía dei Serpenti, 6, 1º derecha, a las 13,30: completo, cómodo y céntrico pero hay que subir un piso con las maletas a cuesta, y la entrada nos hizo desconfiar, pero el interior no tiene nada que ver con la escalera. Las ventanas dan a una callecita con la Iglesia de Santa María dei Monti al frente, que por las mañanas nos despierta con sus campanas.
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En este primer día después de comer, hemos visto unas iglesias interesantísimas sobre todo las dos primeras:
La Basilica de San Clemente , del siglo XI-XII, varias veces modificadas pero con unos restos muy interesante, sobre todo el pavimento cosmati, la escuela cantorum con las columnas, y una cripta con excavaciones visitables, de la anterior basílica de los S. IV-V y la primera edificación romana con un mitreo, un bello altar de Mitra y el toro. Muy recomendable su visita.










Después nos esperaba la Iglesia de los Santi Quattro coronati, origen del IV-V, donde nos encontramos a la feligresía en pleno rito por el día de San José, con cánticos y procesión con incienso por su encantador claustro cosmatesco, piamente nos unimos y cantamos con ellos el "ora pro nobis" haciendo también la procesión por tan encantador lugar, que esperamos ser perdonados pero la ocasión lo requería. De nuevo en la iglesia cánticos espirituales de las monjitas del convento que eran sublimes, así que salimos superpurificados y contentos.






Para terminar San Juan de Letrán, también con coros y liturgias por San José, edificio más ampuloso y majestuoso, aunque nos pareció con menos encanto después de la anterior experiencia, aunque conserva en el presbiterio unos mosaicos bizantinos increíbles, un bello baptisterio y un claustro cosmati con unas columnas todas distintas y elegantísimas. Bellísimas las puertas de bronce de la fachada principal, que son las originales del edificio de la Curia del foro. Después nos fuimos a visitar la “escala santa”, aunque subimos por las escaleras laterales, ya los 28 escalones de la principal sólo pueden subirse de rodillas, debido a que la tradición y leyenda dice que fue traída por Santa Elena del Palacio de Pilatos, al ser la que subió Jesús de Nazaret el viernes santos en dicho palacio para ser juzgado, y por tanto no deben pisarse.




[align=center]Scala Santa, rodillas sin problemas


Volvimos paseando por el Coliseo con una luz preciosa de atardecer.




Sólo quedaba hacer una compra de vinito, queso de búfala con denominación de origen, berenjenas en aceite y aceitunas, tomates, birra Peroni, fruta y rúcula en las tiendas del barrio. Cena en casa, todo riquísimo y a dormir que estamos cansadísimos.

 2º día en Roma. El placer del centro de Roma y el Museo Etrusco
Día 20 de marzo, martes. Tras la aventura por los saltos constantes del microbús que nos llevaba desde nuestra calle hasta Piazza dei Populo, y del tranvía que cogimos detrás de la plaza, casi con las puertas cerrándose, llegamos al Museo Etrusco de Villa Giulia, ¡espectacular!, donde nos quedamos un buen rato frente a la tumba de los felices esposos,¡cómo no recordar a José Luis Sampedro! Quedamos sorprendidos con unos exvotos entre los que estaban representaciones de úteros con sus óvulos. Precioso paseo por sus jardines con escolares atentos a su profesora.



Después un bonito paseo hasta el Ara Pacis Augustae, una magnífica integración del Altar dedicado a la diosa romana Pax para celebrar las victorias de Augusto en las campañas de la Galia e Hispania y la paz posterior, ( “impuesta”), con la obra moderna de Meier que la envuelve y protege permitiendo una comunicación visual de interior y exterior.


El día lo continuamos recorriendo la Roma barroca del centro a través de sus iglesias: San Agostino, San Luis de los franceses con sus magníficos Caravaggios, ¡nunca me canso de admirarlos!, Santa María de la Pace y el elegante claustro de Bramante, viendo desde una ventana del bar las pinturas de Rafael en la Iglesia, la hermosa fachada de S. Ivo que estaba cerrada, San Ignacio de Loyola y su espectacular bóveda pintada por Andrea del Pozzo. Pinturas y arquitecturas que nos reconfortaban las horas que llevábamos andando. Hicimos una parada para reponer fuerza con una rica pizza y pasta romana en la pizzería del Paino en la vía da Parioni, 34-35, ¡muy bueno todo!



Cómo no, volvimos a admirar el Panteón, lleno de gente pero admirable siempre con su vertiginoso óculo, construido por Agripa en el siglo I AC y reconstruido por Adriano en el siglo II , como templo de todos los dioses, y modelo admirado en todos los tiempos por arquitectos y constructores. Para no moverte en horas.

Otro gusto repetido fue el de los restos del templo de Adriano, y la Piazza Navona, este nuevo “estadio” de juegos de pasear, vender y mirar, atestada pero hermosa siempre, con su majestuosa y bellísima fuente barroca de los cuatro ríos de Bernini, sin olvidarnos de las fuentes de Neptuno y del Moro, ni de entrar en la barroca San Agnese en su agonía, terminada genialmente por Borromini, los genios del barroco enfrentados como parece que lo estuvieron en su tiempo.



Antes habíamos disfrutado en Santa María sopra Minerva, esa rareza de iglesia gótica en Roma, del cristo de Miguel Ángel y de la encantandora fuente del elefante de Bernini, dorada por el sol, frente a su portada.

No podía faltar un rico helado en San Crispino, vía della Panettería antes de enfrentarnos a la Fontana di Trevi: superatestada de gente, ¡tan hermosa y tan parque temático! Pero inevitable no buscarla y disfrutarla.


Al final, aún nos quedó fuerza para ir hasta el Campo de Fiori y pasear por sus alrededores, acercarnos hasta el bellísimo Teatro Valle para ver el ambiente de este Teatro “ocupado”, www.teatrovalleoccupato.it/ , en junio de 2011, que volvió a estar en activo tras su cierre en mayo del mismo año, y que ha recibido varios premios por su gestión actual y puesta en escena.

Una pausa para tomarnos unas infusiones en el bonito café de enfrente, que resultaron carísimas, y volver a nuestro apartamento, cansados y cargados con nuestras compras hechas al regreso: vino, sabrosos tomates (pomodorinis), alcachofas (carciofi) y quesos para la cena, que completamos con el rico jamón y carne mechada que trajimos de la boda.

Día 21 de marzo. Hoy, en nuestro tercer día desde muy temprano nos hemos dedicados a recorrer pausadamente los foros y el Palatino con nuestra detallada guía arqueológica disfrutando con todo lo nuevo que han abierto, nos encontramos con la suerte de poder visitar el Palacio de Augusto que hoy se podía visitar.

Nuestra comida no ha podido ser mejor, unos bocadillos en el palatino mirando el Coliseo rodeado por una concentración contra todos los racismos, no hemos vuelto a entrar en él, ya volveremos en otro viaje.


Sí que nos ha dado tiempo de visitar los Museos Capitolinos, donde se desarrollaba otra concentración por la vivienda. En ellos se atesoran obras, como la famosa loba con Romulo y Remo, estatuas magníficas como el "gálata herido" o "el spinarium", o la gran estuatua ecuestre de Marco Aurelio, cuadros como "San Juan Bautista" y "La buenaventura" de Carvaggio, al que seguimos siempre que podemos, y obras de Tiziano, Rubens... no podemos olvidar que es la pinacoteca pública más antigua. No hay que perderse las bellísimas vistas desde la terraza del bar al Teatro Marcello, foro boario y el Trastévere, y desde el Tabularium, galería subterránea donde se encontraba el antiguo archivo del Estado de Roma, la magnífica panorámica sobre los foros.
Disfrutar del Campidoglio, esta magnífica plaza, diseñada por Miguel Ángel no tiene precio.



Aún nos quedaba el Mercado de Trajano, construido entre los años 100 y 110 como verdadero centro comercial cubierto de la antigüedad, de 6 plantas. En la actualidad es el Museo de los Foros Imperiales


Al atardecer un agradable paseo nos llevó a algunas de las iglesias basilicales que hay en el Aventino: Santa Sabina, con bonitas y románticas vistas sobre el río y el Trastevere desde el parque de los naranjos. Junto a ella San Bonifacio y Sta. Prisca. No dejar de mirar desde la cerradura de los caballeros de Malta la vista del Vaticano, aunque no pudimos entrar a visitar su iglesia, la única que construyó Piranesi. Terminamos en San Saba el recorrido por estas iglesias tan bonitas y tranquilas, con sus pavimentos Cosmati y atmósferas íntimas y tranquilas donde no suelen ir los turistas.

Ya agotados cogimos el autobús y el metro hasta la casa, pero aún se retrasó un poco la llegada porque en la bonita plaza que está frente a la Iglesia que nos despierta por las mañanas con sus campanas había una concentración de Amnistía Internacional, en la que nos quedamos un ratito.

Nos repusimos y nos arreglamos para irnos a cenar cerca de casa en la Vía del Boschetto en la Ostería Al 16 que nos ha recomendado nuestra casera. ¿De dónde sacamos tanta energía? Mañana tenemos la reserva de Villa Borguese y proyectada visitar más iglesias basilicales. ¿Sabéis que metí sin darme cuenta los zapatos de novia en la maleta?, ¿Qué interpretación le daría mi querido Freud?

Día 22 de marzo. Seguimos turisteando, ¡Roma ya sabéis que es inabarcable!

Hoy muy temprano como todos los días y tras un reparador desayuno, hemos comenzado por San Pietro In Vincoli que se encuentra muy cerquita de nuestro apartamento, allí nos esperaba el Moisés de Miguel Ángel que casi me ha impresionada más que la anterior vez que lo vi y las cadenas de San Pedro. Aún estaban limpiando la iglesia y estábamos solos para disfrutarla bien.

La mañana estaba preciosa, soleada y cálida, continuamos por la Iglesia basilical de Santa Práxedes, ¡¡ altamente recomendable¡¡, impresionante la variedad y belleza de sus mosaicos y pavimentos Cosmati, aunque algunos son reconstruidos, no os podéis imaginar lo que estamos aprendiendo de estos señores y de los magníficos pavimentos que realizaban a partir de restos de mármoles antiguos; Su decoración de mosaicos es bellísima tanto en el ábside como en la capilla de San Zenón. También dicen que allí esta un segmento del pilar de la flagelación que se trajo Santa Elena, pero que sea cierto ya es discutible.

La siguiente fue Sta. Pudenziana, hermana de la anterior, con una iglesia menor pero con un mosaico en el ábside muy interesante. También nos pareció muy curiosa S. Martino ai Monti, basilical con un fresco en la entrada que es el único que representa la antigua Basílica del Vaticano.

La Basílica de Sta.María Mayor, ya es otra dimensión, es una de las cuatro basílicas mayores, en la que encontramos aglomeración de visitantes. Está construida sobre un tiemplo anterior dedicado a Cibeles y junto a la basílica de Santa Sabina que vimos ayer, son las únicas que mantienen en la planta la estructura basilical y la estructura paleocristiana. El alzado ya sí se puede observar que está modificado y se observan diversos estilos. No hay que dejar de visitarla y empaparse de su historia antes de ir. Como curiosidad aquí está enterrado, además de grandes personajes como San Jerónimo, el genial Bernini.

Después de un cappuccino y cornetti en un segundo desayuno, el arte consume mucho!, nos esperaba el exuberante barroco de Bernini en San Andrea del Quirinal, la impresionante Santa Teresa en Éxtasis de Bernini, en la Iglesia de la Victoria y Borromini en San Carlos a la 4 Fontana. Dejamos para el final el magnífico proyecto de Miguel Ángel para integrar los restos (¡impresionantes!) de las termas de Diocleciano en la Basílica de Santa María de los Ángeles, único templo renacentista.


Hacía falta un tiempo de descanso en el Parque Borghese para digerir tanta belleza y camino de él tuvimos tiempo de hacer nuestro homenaje a Fellini en la calle que le han dedicado y en la Vía Veneto. El tiempo lo tuvimos con música clásica de fondo que tocaba un grupo mientras nos tomábamos nuestros paninis hechos en casa con una buenísima cerveza peroni . A las 2 teníamos hora en el Museo Borguese, donde habíamos quedado con Canova, Bernini y Caravaggio: ¡éxtasis total!. Hace falta reservar por Internet y es una delicia recorrerlo, no es muy grande que es como me gustan los museos y tiene maravillas como el rapto de Proserpina donde el marmol se hace ductil y cálido, o Apolo y Dafne, ambos de Bernini, el David con la cabeza de Goliat y el Baco enfermo de Caravaggio o la Paulina de Canova por poner algunos ejemplos.

A la salida aún conmovidos por lo visto, nos dedicamos a pasear por el parque Borghese, y al atardecer admirar las vistas desde el Pincio, necesitábamos naturaleza.

En la Plaza del Pópolo no pudimos resistirnos a entrar en la imprescindible Iglesia de Sta. María del Pópolo, de la que no nos queríamos perder los dos impresionantes Caravaggio que hay en la capilla Cerasi: la rendición y la crucifixión de San Pedro. Se nota que es uno de mis pintores preferidos.

Parada reparadora en la terraza del Café Canovas de la plaza, con chocolate caldo, café y unas ricas tartas. Para bajar el exceso de calorías nos fuimos andando tranquilamente por las encantadoras vía del Babuino y Margutta, hasta la Plaza de España, otra parada inevitable, y de allí hasta Termini, donde el metro nos dejó junto a casa para cenar tranquilamente en el apartamento.

Mañana nos esperan los Museos Vaticanos y el Trastevere. Felices, cansados y plenos, dice Esteban y yo comparto, dejamos la crónica de hoy.


Hoy ha sido un día de grandes emociones.

Nos desplazamos en metro, que está cerca del apartamento, para visitar los Museos Vaticanos para los que teníamos reserva a las 9:00. No nos quedó más remedio que seleccionar lo que teníamos más interés de lugares que no recordábamos o que nos gustaron mucho cuando los vimos, como el torso belvedere, impiración para Miguel Ángel o el Laocoonte .

Si es la primera vez que se visita es recomendable echar todo el día allí, hay mucho y bueno por ver: Magnífica la colección de pintura, tanto la más clásica como la contemporánea. La galería Chiaramonti con hermosísimas esculturas romanas. El Museo gregoriano egipcio. El Museo Pío Florentino, donde encontraréis el soberbio Apolo de Belvedere y el ya mencionado Laocoonte. La sensacional galería de los mapas, en la que terminas con el cuello dolorido por la belleza de sus bóvedas. La capilla de Nicolás V con los frescos de Fray Angélico. El equilibrado patio renacentista Belvédere sobre proyecto de Bramante y posteriormente modificado y dividido, que también lo llaman de la Piña por la que allí se encuentra de bronce y que parece que procede del Panteón. La gran escalera con doble espiral helicoidal de Giuseppe Momo de 1932, que no hay que confundir con la de Bramante que es imposible de visitar ahora. Imprescindible las estancias de Rafael en los aposentos de Julio II, y en ellas sobre todo la espectacular Escuela de Atenas en la Sala de la Signatura, donde tenía el papa su biblioteca.

[align=center]Torso de Belvedere de Apolonio de Atenas, siglo I?

Mi preferida y la de la mayoría de quienes hacen esta visita es la Capilla Sixtina, en la que experimente gran emoción al volver entrar y verla con sus colores renovados. Allí están las pinturas entre otros del genial Botticelli, de Lucas Signorelli (el de la pintura del Juicio Final en la capilla San Brizio de la Catedral de Orvieto y que Freud no conseguía recordar en una conversación, siendo uno de los ejemplos utilizados para lilustrar " el mecanismo psíquico de la desmemoria"), ¡y ahora me pongo a divagar! Vuelvo sobre los frescos de mi adorado Miguel Ángel , en el testero del Juicio Final y en la Bóveda, con la magnífica colección de sibilas, entre las que me vuelvo a encontrar con la délfica de nuevo ante mis ojos, (¡cómo me gustaba cuando era pequeña y la conseguí en una colección de cromos infantiles !), pues sí, se me saltaron las lágrimas. Una horita en la sala de bella contemplación siguiendo todas las pinturas con la guía de la capilla que habíamos comprado y con la suerte de encontrar asiento en ambos lados y al final otra parada justo frente a la sibila délfica. Visitar el renacimiento en Italia es todo un curso acelerado sobre Arte e Historia


Breve visita al Vaticano, sobre todo para admirar la magnífica cúpula y la Piedad juvenil de Miguel Ángel, ¿se nota que es mi preferido? La basílica siempre está a rebosar, y esta vez no subimos los 551 peldaños a la Cúpula, lo que recomiendo mucho de hacer por las espectaculares vistas pero empezando por esta visita el día para no tener que aguantar las infinitas colas que se forman.

[align=center]Guardia Suiza

Una delicia atravesar el puente de San Angelo, y dejamos para otra ocasión el Castillo de San Ángelo concebido inicialmente como mausoleo de Adriano. Preferimos callejear por el barrio judío. En el campo dei fiori ya estaban recogiendo el mercado y era un placer ver las alcachofas, los calabacines con sus flores, las frutas olorosas y el bullicio que lo rodeaba todo, sobresaliendo entre los toldos la escultura de Giordano Bruno, filosofo, matemático, poeta, astrónomo y teólogo que fue condenado a morir en la hoguera en esta plaza por la Inquisición por sus ideas, como decir que la tierra no era el centro del Universo, ¡cómo no hacerle nuestro personal homenaje! Un descanso en la bancada del Palacio Farnesse en la agradable plaza donde se encuentra, para comer nuestros bocadillos y unas peronis y terminar con unos ricos cafés machiattos y tartas en un tranquilo café del barrio, al que volveremos otro día, y del que hay no que perderse el trampantojo de Borromini en el Palacio Spada.

Hemos pasado la tarde en el Trastevere, siempre tan cercano, como una Triana que trajéramos en nuestro equipaje. No han faltado en este paseo iglesias basilicales con bellos mosaicos como la Iglesia de Santa María en la bella plaza llena de vida y de gente. La iglesia de Santa Cecilia que toma el nombre de la patricia romana martirizada, patrona de la música, en la que no hay que perderse la bellísima escultura de Stefano Maderno, (en la que pudo haberse inspirado Bernini para su beata Ludovica Albertoni que se encuentra en la cercana iglesia de San Francisco a Ripa) y las excavaciones de la antigua cripta y de restos de casas romanas. También entramos en San Crisógono, en la que también hemos hemos bajado a sus excavaciones, con casas romanas y la basílica paleocristiana previa a la actual...

Paseo de ida y vuelta con el bus eléctrico por el parque del Gianícolo, Roma a nuestros pies. Paramos en el Baptisterio de Bramante, que hemos visto desde el exterior porque esta vez también estaba cerrado, en la monumental fuente del agua Paola y en la estatua de Garibaldi. Al regreso cenamos en la famosa Pizzería Carlos Menta en el Trastevere, Vía della Lungaretta, 101, rica y barata.


La vuelta la hemos hecho andando por la romántica Isola Tiberina, dedicada a las artes médicas y a las que hemos pedido la pronta recuperación de la operación de ojos de nuestra amiga Remedios. Salimos al Teatro Marcello, que nos muestra parte de su hermosa estructura, terminada por Augusto en el siglo I, unido a las edificaciones que se levantaron en él, como el palacio renacentista con sus huellas del paso de los años; el Pórtico de Octavia, el Campidoglio y su hermoso balcón a los Foros iluminados, ¡vaya regalo de vuelta!

Mañana tenemos callejeo por el Celio, San Paolo fuori la mura, algún mercadillo y a ir despidiéndonos del Centro. Besos muchos y llenos de vida,
24 de marzo. MÁS IGLESIAS, PASEAR POR EL CELIO Y EMPEZAR A DESPEDIRNOS DE ROMA‏

Queridas y queridos: Enviaros por estos correos un poquito de nuestro diario en Roma es sentiros cerca y compartir estos días. Hoy, día 24 de marzo, nos hemos dedicado sobre todo a pasear y ver Iglesias, casi todas de nuevo son basilicales bizantinas, con mosaicos y los famosos cosmatis, que eran el objetivo de nuestra vuelta a Roma, algunas están reformadas pero con detalles muy interesantes. Tras subir a la azotea de nuestro apartamento con unas esplendidas vistas y disfrutar con las campanas de la iglesia de la plaza de Monti mientras desayunábamos, nos pusimos en marcha.

Comenzamos muy cerca de casa por la Iglesia de San Cosme y San Damián que está en el Foro y tiene una puerta en el exterior sobre la vía de los foros Imperiales Fue construida sobre el siglo IV, parece que dedicada a Valerio Rómulo. Absorbe parte del templo romano de Romulo que se ve desde el Foro. En ella se ven algunos restos romanos como el pavimento de mármol del Foro de la paz, y el templo de Rómulo es con el Panteón el templo pagano mejor conservado en Roma. Nos gustó mucho, tiene unos bellos mosaicos bizantinos de los siglos VI y VII, pero no pudimos ver la sala de los belenes que tanto nos gustan porque estaba cerrada.

Seguimos hasta la Basílica de Santa Francesca romana, de origen románico del siglo X, y que guarda un bello icono del siglo V, el de la Virgen de la dulzura: Glycophilousa. Además del icono nos gustó mucho su esbelto campanario de estilo románico de unos 30 m de alto. La portada es del XVI, y no hay que dejar de ver el oratorio del siglo IV, que se respetó cuando se construyó la iglesia .

Rodeando el imponente Coliseo, no pudimos dejar de parar en el triunfal Arco de Constantino I el grande, erigido para conmemorar su victoria en la batalla de Milvio en el 312. Llegamos al barrio del Celio, donde en su colina se encuentra el conjunto de San Gregorio Magno, quien fue papá de Roma tras ser monje, este lugar eran terrenos de su familia y aquí construyó en el siglo VI una iglesia dedicada a San Andrés, de la que queda muy poco porque fue muy reformada y reconstruida en estilo barroco durante el siglo XVII y XVIII. No pudimos verla porque estaba cerrada, pero sí pasear por el tranquilo parque cementerio donde sí entramos en la dos capillas que también están restauradas. Hay hermosas vistas desde esta colina.


Nos esperaba la iglesia de San Juan y San Pablo, donde teníamos mucho interés por visitar las interesantes excavaciones de las Casas romanas del Celio, que no nos defraudaron y que recomendamos vivamente. Están situadas bajo la iglesia, y nos encantaron sus magníficas pinturas al fresco, un antiguo ninfeo dedicado a Proserpina y un oratorio paleocristiano. También se podían apreciar los restos de una ínsula, antigua casa de pisos romana, sobre la que se construyó después una casa señorial y ahora la dicha Iglesia. La iglesia aunque su origen está a finales del siglo IV , ha sido profundamente restaurada y reconstruida por lo que guarda poco de su estructura original, lo que más nos interesó fue la torre,el aspecto que se aprecia con los edificios colindantes anexionados, y el pasillo en la calle que da acceso a las casas romanas que es lo que realmente merece la pena.


Cerca nos esperaba San Stefano in rotonda, que aunque mucho se ha dicho sobre si era el antiguo macellum de Nerón, parece por los estudios y excavaciones que su construcción es del siglo V e inspirada en la del Santo sepulcro de Jerusalen. Nos gustó mucho con sus planta de cruz griega y sus tres círculos concéntricos, tenía un cuarto anillo que desapareció en una de las primeras intervenciones arquitectónicas de león Battista Alberti. Lo que más impresiona son los frescos del martirio de San Pomerancio, (la primera vez que escuchaba ese nombre), alrededor de la rotonda y sin ahorrarse ningún tipo de detalle.

En Sta. María in Doménica, con una de las preciosas fuentes de Roma frente a su entrada, nos detuvimos poco porque ya que no estaba lejos quisimos volver a visitar de nuevo los Santi Quattro Coronati de la procesión del primer día, que tanto nos entusiasmó. Aunque tiene su origen en el siglo IV, fue reconstruida tras el incendio por los normandos del siglo XI. El tabernáculo es renacentista y frescos barrocos del XVII decoran sus muros, Esta vez si pudimos detenernos tranquilamente en su íntimo y encantador claustro, pero no pudimos ver los frescos de la capilla de San Silvestre que cuentan la conversión al cristianismo del emperador Constantino por el papa Silvestre porque ya la habían cerrado. Tendremos que volver a Roma

Bajamos por San Juan de Letrán para ver el mercado de vía Sannio que nos decepcionó porque esperábamos algo más que imitaciones de marcas, es un mercadillo normal sin interés, pero nos permitió ver parte de la antigua muralla aureliana y disfrutar de la impresionante Puerta Asinaria, sólo por esto ya mereció la pena, y además picamos en una camiseta heavy metal para mi hijo.

Tuvimos que coger un autobús para ir a las Puertas de San Pablo donde se encuentra la Piramide Cestia o de Cayo Cestio, que en el año 12 a.C. se construyó a la manera egipcia para que fuera su tumba.

El metro que allí mismo se coge nos dejó junto a la Basílica mayor de San Paolo fueri le mura, donde comimos algo ligero en un agradable kiosko frente al parque y la entrada de la Basílica, que rematamos con un riquísimo café a la crema, ¡qué bien hacen el café los italianos!

La Basílica nos sorprendió con el ensayo de un coro orquestal que nos tenía entregados y enmudecidos a los visitantes. Nos costó abandonar la representación y visitar la basílica y el impresionante claustro, y la verdad es que merecía mucho la pena. Esta la segunda basílica mayor de Roma, después de la del Vaticano. Anteriormente en esta zona había un gran cementerio donde la leyenda dice que enterraron a San Pablo y que por las continuas peregrinaciones al lugar, el emperador Constantino contruyó una pequeña basílica, de la que sólo se conserva la curva del ábside que es visible desde el altar. En el siglo IV se construyé sobre ella una basilica mayor de 5 naves a semejanza de la de San Pedro, que se mantuvo hasta 1823 que es destruida por un incendio. Se construyó una nueva basílica con la tipología de basílica paeocristia, pero con criterios del siglo XIX, que es la que actualmente se visita. Es llamativa y espectacular, y con la música y cantos que todo el tiempo estuvimos escuchando era un placer recorrerla. El baldaquino sigue siendo el del siglo XIII y también existen algunos mosaicos del mismo tiempo. El claustro que también es el del siglo XIII es majestuoso y da gusto pasearlo. Nuestro amigo Enrique estuvo muy presente en toda la visita porque en ella se anunció la convocatoria del Concilio Vaticano II, suceso muy importante para los cristianos que han querido reformar y transformar la iglesia en la que ellos creen.

Volvimos en autobús hasta el foro boario para entrar en Santa Mª in Cosmedín, donde se encuentra la famosa boca de la veritá, que estaba llena de turistas haciendo cola para la foto. Entramos en esta interesante iglesia con origen en los siglos VI y VII, con actual aspecto medieval, del mismo estilo que las anteriores que estamos visitando, con mosaicos esplendidos y suelo de cosmati, y un bien conservado cierre del coro y baldaquino de los siglos XII-XIII. En la sacristía se pueden ver los restos de un antiguo mosaico del siglo VIII de la antigua Basílica de San Pedro. Interesante cripta-columbario. En ella se celebra el rito bizantino (griego) al ser una iglesia greco-católica melquita. No hicimos la cola para la boca ya la habíamos hecho en nuestros anteriores viajes.

La tarde hacía muy agradable el paseo por el foro boario, llamado así porque en esta zona se encontraba un mercado de animales, deteniéndonos en los templos romanos de Portunos, Vesta y el espléndido arco cuádruple de Jano, del siglo IV a.C, que nos recordó el hermoso arco de Caparra en la provincia de Cáceres.

Aún visitamos San Jorge in Velabro, junto al arco, otra de las bonitas iglesias basilicales que estamos recorriendo en este viaje. Para reponer fuerzas paramos en la terraza de un bonito café con vistas al Capitolio para reponer fuerzas junto a la iglesia de la Consolación, a la que entramos por curiosidad cuando terminamos y que nos regaló un precioso ensayo del Ave María de Schubert, acompañado de una guitarra que sonaba genial.

Piano piano, nos fuimos parando en los encantadores callejones y plazas del barrio judío, sin olvidarnos de fotografiar la fuente de las tortugas en la Plaza Mattei y empezamos a despedirnos de esta querida Roma. Una última mirada al Largo de Torre Argentina, santuario gatuno entre los restos arqueológicos de los templos más antiguos de Roma, del S III, en el lugar donde fue asesinado Julio Cesar.

Subir hasta la bulliciosa y hermosa Piazza Navona, y pararnos en la fuente de los 4 ríos del genial Bernini, e imposible no volver al Panteón ya con la luz de anochecer para volver admirar esa esplendida cúpula que nos regala la visión de un cielo aún azul. A pesar de la gente fuimos hasta la fontana de Trevi, que como siempre estaba igual que una feria, como un homenaje continuo a la “Dolce Vita” que nos mostró el inolvidable baño de Anita Elkberg, tan bella y sensual .

Ya si que fuimos volviendo hasta nuestro querido rione de Monti, que es un barrio muy romano, con gente cada vez más joven que vive en él, despidiéndonos también del mercado de Trajano al pasar por su fachada. Se nos hizo de noche y nos paramos a hacer las últimas compras del día en los comercios de nuestra calle: un rico vino de la zona de los castelli, berenjenas , funghi y porqueta, un buen queso pecorino, y de postre tarta de manzana en la panadería del barrio, que junto a lo que aún nos quedaba, nos sirvió para prepararnos una buena cena. Antes de llegar, en una iglesia cercana aún tuvimos un último regalo entrar porque escuchamos música y disfrutamos de los últimos minutos del "Staba Mater" de Pergolesis. Al ser las fechas previas a la Semana Santa todas las iglesias tienen representaciones especiales.

Mañana nos espera Tivoli y nuestra última noche en Roma, ya hemos reservado cerca del apartamento la cena en un restaurante con encanto.
Ya os contaremos, miles de besos,


25 de marzo. Nuestro último día en Roma lo hemos pasado fuera en una Excursión a Tivoli, a unos 30 km de Roma y que se tarda mas de una hora en unos autobuses sucios y abandonados de la Empresa Cotral que parten de la Estación Ponte Mammolo.

Como todo tiene su cara y su cruz, cuando te deja a unos 2 km de Villa Adriana, y entras en ella, la belleza de este conjunto, nuestras lecturas de "Memorias de Adriano" de Margarite Yourcenar, la delicadeza e historia del lugar y un sin fin de emociones te llenan y hace que sea una visita pausada, serena y muy gratificante.

Hicimos el recorrido largo de unas 3 horas, siguiendo una guía específica que datalla todos los lugares visitables, haciendo una parada a mitad de camino para tomarnos unos paninis preparados en casa, sentados frente a la hermosa Plaza de Oro y con una hermosa vista de Tivoli al fondo, rodeados de naturaleza, lo único que faltó fue una buena cerveza, porque la cafetería está en la entrada, y nos conformamos con agua fresca. A este lugar hay que venir sin prisas para detenerse pausadamente en todo lo que se ha leído y soñado.

La villa creada en el siglo II por Adriano el emperador sevillano de Itálica, fue una pequeña ciudad pensada para retirarse de Roma y fue donde pasó sus últimos años. Aún quedan muchos espacios por excavar, pero de todo lo visible, que merece la pena todo, destaco:
- El "Canopo o Serapium", un gran estanque piscina rodeado de columnas y adornado con cariatides, copias de estatuas griegas que en uno de sus extremos tiene una gruta. Se llama así porque intentó imitar el templo del dios Serapis en la ciudad egipcia de Canopo cerca de Alejandría.
- La Plaza del Oro, un majestuoso espacio con un gran peristilo con estucos donde se desempeñaban funciones de representación pública
- Las Termas grande y las Termas pequeñas
- El Pecile, jardín con piscina para paseos y discusiones al aire libre
- La academia
- y sobre todo el Teatro marítimo, el espacio más íntimo la zona más privada del emperador en la Villa. Tiene un pórtico redondo con bóveda con pilares, un estanque circular con una isla en el centro que tenía una pequeña villa completa a la que se accedía por puentes desmontables. Como no recordar a Antinoo el bello efebo amante de Adriano

Al salir, de nuevo hicimos el paseíto a la Vía Tiburtina para coger el autobús que nos llevaría a Tivoli, pero a mitad de camino pasaba un autobús de otro pueblo y al llamarlo, el conductor superamable nos paró y nos pudimos montar.

Ya en Tivoli, detrás de la plaza principal se encuentra la Villa d’ Este, un capricho del Cardenal de Este, con unos magníficos jardines con cascadas y fuentes de fantasía y gusto renacentista, en los que te acompaña el sonido constante del agua, y salpicado todo con flores de variadas especies y bulbos en flor de narcisos y tulipanes. Los conjuntos escultóricos de inspiración clásica se encuentran en diversos lugares.

Antes de bajar al jardín hicimos una reparación en la cafetería de la terraza frente a los jardines con unos ricos cafés machiatos y tartas de piñones y tiramisú que estaban buenísimas.

El magnífico y muy recomendado paseo estuvo salpicado por rayos y truenos de una gran tormenta cercana, y que afortunadamente aquí fueron pocas gotas.

El palacio nos deparó un regalito final, un concierto en el salón principal de una coral con soprano y tenor, magníficos ambos, ¡ fue todo un lujo! La vuelta en el cutrebús abarrotado, menos mal que conseguimos ir sentados.

Pudimos descansar en el apartamento con una repadora siesta, antes de la recogida de maletas. Después nos fuimos a cenar a la "Taberna dei Fori" en la cercana calle de la Madonna dei Monti, donde comimos estupendamente con unos postres sensacionales. Nos acercamos a Los Foros para despedirnos de de Roma ya pensando en volver.

Miles de besos y si podemos desde Nápoles seguimos con la crónica.


26 de marzo. Bueno queridísimas y queridísimos ¡Ya estamos en Napoli!, y ¡cómo es Napoli!: Sucia, desorganizada, chillona, caótica, con muchos motorinis a evitar que te atropellen, en fin todo lo anterior y ese algo de las ciudades que te atrapan: una atmósfera que te hace sentir que estás en casa, como una Cádiz elevada a la décima potencia, con la belleza de la vida que late en cada esquina.

Esta mañana nos tocó levantarnos pronto, el tren Flecha rossa, el ave italiano salía a las 9,00. La prima cosa que hicimos al llegar a la estación, en la plaza Garibaldi, fue coger un taxi, pero el taxista no sabía muy bien cómo llegar, y viendo que nos metía por una dirección que no era, me pongo a indicarle hasta que lo traje al Hotel, el hombre me miraba como diciéndose que cómo me sabía el nombre de las calles y las direcciones, claro lo que no sabía es las horas de google maps que llevo en el cuerpo preparando el viaje. Otra experiencia fue la coduccción por direcciones prohibidas y la ley del más fuerte o más arriesgado, pero llegamos.

El Decumani Hotel de Charme, nuestro alojamiento en estos dos días, está situado en un segundo piso del que fue el Palacio del Cardenal Riario Sforza, es bonito, cómodo y elegante, con detalles antiguos y de diseño, y con un impresionante salón de desayunos situado en lo que era el salón del Palacio, con pinturas al fresco. ¡Pero la entrada! Ojos que se mueven , la entrada al Palazzo es para verla, la portera, la calle y el ascensor, estuvimos a punto de salir corriendo cuando llegamos, ¡esto es Napoli! y estamos en la calle San Giovanni Maggiori, en el Decumani.

Como hasta ahora, nos ha cundido mucho el día: Antes de empezar las visitas se imponía un café y probar los sfloguiatteles que son unos pasteles de hojaldres rellenos de queso ricota, en el Café “Scaturchio” en la calle B. Croce, super recomendado por el recepcionista del Hotel y que están riquísimos y que fuimos bajándolos en un paseo por Escapanapolis, la calle que corta en dos la Napoli greco romana.

Primera parada en la magnífica iglesia de Santo Domingo y en la iglesia de San Angelo a Nilo con esculturas de Donatello, situada en la plaza del Nilo que recibe su nombre de la helenística estatua que representa a ese río encontrada en la Edad Media.

Continuamos la visita con la espectacular capilla barroca de San Severo, llena de leyendas e historia, fundada oficialmente por Alessandro de Sansevero, segundo príncipe de Sangro, que la reforma en 1610 para convertirla en su panteón. El centro está ocupado con la espectacular escultura del Cristo velado, de Giuseppe Sanmartino, en un mármol perfecto e inquietante y se completa con la bajada a la cripta donde se exhiben dos esqueletos de hombre y mujer con el sistema vascular perfectamente diseñado. Esa capilla funeraria, nos recordó la de la Santa Cueva de Cádiz, este conde que la fundó, también masónico era un extraño personaje del que hay diversas teorías.

Nuestro itinerario nos llevó hasta la plaza de San Gaetano donde se encuentra el interesante complejo de la Basilíca de San Lorenzo Mayor. La iglesia y el convento se comienza en el siglo XIII combinando el gótico francés inicial con el italiano. Como curiosidad en 1343 residió en el convento Petrarca. A partir del siglo XVI se producen sucesivas reformas debidas a los daños sufridos por terremotos, guerras y a los cambios de los distintos estilos. Tras la visita a la monumental iglesia, recorrimos el anexo convento franciscano que tiene una zona dedicada al Museo de la Ópera de San Lorenzo, donde vimos una bonita exposición de belenes. Nos gustó mucho la Sala Capitular con bóvedas esféricas y frescos que la adornan, así como el gran Refectorio o Sala de Sixto V, también con frescos del XVII que representan las virtudes mayores y menores. El claustro del siglo XVIII, situado sobre los restos del macellum romano da acceso a las interesantes excavaciones de la Nápoles griega y romana de la primera mitad del siglo I. En esta interesante excavación pudimos pasear por una calle griega que muestra restos del macellum, donde pudimos entrar en las tiendas que conservan los bancos donde se exponían las mercancías, se identifica una panadería con su horno, en fin ¡totalmente alucinante e interesante!.

En la misma plaza se encuentra la Basílica de San Paolo maggiore, una interesante y también monumental iglesia, de estilo barroco en la actualidad, construida sobre el antiguo templo de los Dioscuros, y del que aún se conservan dos columnas corintias del siglo I en la fachada. Ha tenido diversas reconstrucciones y añadidos desde la inicial del siglo VII. Al interesante claustro del siglo XVI construido sobre el templo anterior apenas si nos pudimos acercar porque cerraban y nos tuvimos que marchar.

Bajamos por San Gregorio Armero, la calle de los presepios o belenes que tanto nos gustan, a buscar la pizzería “del Presidente”, donde nos hemos tomado unas riquísimas pizzas margarita a muy buen precio, son la especialidad recomendada y que también recomendamos, ¡cómo pueden estar tan buenas y tan ricas aquí! Nos gustó mucho ver el trasiego de pizzas en el horno de leña y el mostrador a la calle lleno de las frituras que aquí tanto gustan: arancinis (de arroz), panzerotti (croquetas de patatas con queso), zeppole (buñuelos de viento).

Necesitamos un café para despejarnos y poder ir al Museo Arqueológico que es totalmente sensacional. Estábamos emocionados de ver el llamado toro Farnesio del siglo II aC , la mayor escultura en bulto redondo que ha llegado hasta la actualidad y la estatua de Hércules, ambos de la Colección Farnesio. La colección pompeyana y en general de las ciudades vesubianas son de saltarse las lágrimas, pinturas, mosaicos como el espectacular de la batalla entre Alejandro Magno y Darío encontrado en la casa del fauno de Pompeya, estatuas diversas, y por supuesto ver los frescos que utilizamos en los marcapáginas de nuestra boda: Martes y Venus de Pompeya y la Flora de Stabia. No hay que perderse el gabinete secreto donde se encuentran las pinturas y objetos eróticos que adornaban los lupanares. Es un museo imprescindible y bellísimo en el que no dejan hacer fotos, y que así toda la atención está en lo que podemos contemplar y disfrutar.

Bajamos camino del mar, por la Piazza Bellini, con sus restos de muralla griegay por Vía Toledo, con una entrada a los Quartteri Spañolis (los de la ropa tendidas, que es verdad están por todas partes), con sus estrechas callejuelas, donde dicen no conviene entrar de noche, en contraste con la cercana y lujosa Galería San Humberto I, muy bella y al estilo de las de Milán, con todo tipo de tiendas de precios prohibitivos, que fue inaugurada en 1890.


Otra parada en la pequeña confitería Pintauro, para una infusión y comer otros sfoguiatelles, porque estaba muy recomendado comerlos también aquí y hemos querido comprobar si eran buenos, y lo confirmamos. Seguimos hasta el famoso Teatro San Carlos, y la Piazza Trieste y Trento con las columnatas frente al Teatro Real, y el Palacio para continuar y ver desde fuera el Castell del’Ovo, en el Borgo mariano, con unas vistas muy "románticas"del Vesubio, del Golfo de Napoles y de Capri.

Volvimos al centro por Santa Lucía, donde compramos unos bonitos grabados en una pequeña y bien provista tienda de grabados y libros viejos. Ya cansados de todo el día no dejamos de entrar en la famosa Cervecería “Gambrinus” y en Santa Clara que estaba abierta, no su bonito claustro que está cerrado por restauración. Cenamos en "Di Matteo", donde repetimos otra vez pizza, esta vez la mía era Ripiena de flor de latte, exquisita y suculenta, y la de Esteban de salami, también muy contundente, hay que aprovechar en Napoles para comerlas porque nos parecen las más ricas que hemos tomado. A dos pasos nuestra isla de paz, el Decumani Hotel de Charme. Y ahora queridas y queridos a descansar que mañana nos vamos a Ercolano


27 de marzo. Amichis, ahora que nos estamos acostumbrando a Napoli, a cruzar las calles jugándonos la vida, mucho peor que en Siria, a comer pizzas y sfoguiatelles a todas horas sin pensar en los kilos que tienen que suponer, a sentir la vida y el color del deterioro,… nos vamos mañana.

Hoy después de desayunar en el fantástico salón con pinturas de nuestro hotel, reflejándonos en el lujoso espejo y con música napolitana de fondo, salimos a nuestra desconchada y grafiteada calle camino del Duomo de Santa María Assunta, la Catedral de Nápoles, que además de la sangre que se licua de San Genaro, tiene un interesante baptisterio del siglo V, de la primera iglesia construida por Constantino. Se cree que la primera iglesia se hizo sobre un Templo dedicado a Apolo y la actual iglesia se inicio a finales del siglo XIII. En ella perviven diversos estilos desde el gótico original y los restos paleocristinanos a las reformas barrocas, y el neogótico de la portada principal. En la barroca capilla de San Genaro, donde hay un buen cuadro de José de Ribera, se guarda el busto en plata del santo y las capsulas con la sangre que se licua los 19 de septiembre, 51 bustos más y joyas como la mitra de plata con piedras preciosas, un tesoro que dicen es mayor que el de la corona británica, ¡todo un alarde de "pobreza"!. Lo que tiene que ser todo un espectáculo es coincidir un 19 de septiembre y estar en las calles durante la procesión del santo.


Nos fuimos callejeando hasta la Puerta Capuana antes de ir a la estación para coger el “circumvesuviano”, el tren en el que puedes ir a todas las excavaciones. En el andén estuvimos más de 50 minutos esperando porque suspendieron por obras la circulación durante un tiempo. Ante los cambios y nuestras preguntas inmediatamente fuimos adoptados por un joven de estética “cani", superencantador, y una señora que acompañaba a una monja, para que no nos equivocáramos de tren porque llegan varios a la misma vía. Una vez en el tren continuaron pendientes de nosotros para que nos bajáramos en nuestra parada y para indicarnos cómo llegar a la excavación, se agradece ese cuidado y con el chico que ha estado varias veces en España, quedamos de lo mas amigos y agradecidos.

Ercolano-Herculano sorprende y entusiasma. Esta ciudad, sepultada por la erupción del Vesubio en el año 79, aunque es más pequeña que Pompeya, parece que era la población culta y adinerada. Se puede apreciar muy bien el viario, la estructura de las casas que conservan varios pisos, y la bonita y cuidada distribución. Se visita toda la ciudad, y en ella conviene callejear por todos los rincones, nos gustaron mucho las termas de mujeres, las de los hombres y las subterráneas, la palestra, las tabernas que dan al viario con sus mostradores, hornos o espacios específicos como la del tintorero, las casas con bellísimas pinturas y mosaicos como la "Casa del Pápiro", "Casa del mosaico de Neptuno y Anfitrite", "Casa del Bel Cortile", "Casa del salone nero", por nombrar algunas. En el teatro lo que nos destruyó la erupción, lo expolió la ambición cuando fue desenterrado.

Muy abarcable y con menos agobio de personas, es muy recomendable la visita a esta ciudad detenida, e irla siguiendo con una guía específica sobre todo lo visitable. En ellaestuvimos más de tres horas. Como curiosidad, Carlos III que era regente en Nápoles le dió un gran impulso a las excavaciones y trajo a los mejores restauradores.

La ciudad nueva se edifica sobre la antigua, lo que nos recordó mucho a lo que ocurre en Itálica. El Vesubio junto a ella, mejor no pensar. Comimos paninis muy ricos comprados en la estación, porque nos dijeron que en las excavaciones el bar estaba cerrado, y casi a la salida, viendo las casas y las calles con las huellas de los carros, tomando los ricos bocadillos nos sentimos parte de esa ciudad. Al salir cayeron unos estupendos cafés con los habituales pastelitos.

De vuelta a Napoli, enlazamos el tren con el metro, para bajar en Montesanto, barrio de los quarteris españolis, donde un señor desde un 3º piso que nos debió de ver la pinta de pardillos dudando por dónde tirar, y nos llamó con elocuentes gestos para decirnos por donde ir al funicular que subía a la parte alta: el Vomero. Desde ese barrio hay unas preciosas vistas sobre Nápoles, la bahía y el Vesubio.

Después de pasar por el Castillo de Sant'Elmo se llega a la Certosa, (Cartuja)de San Martino, que fue construida en 1325 por orden del Duque de Calabria.

Entramos a la Cartuja, situada en un emplazamiento magnífico, dirigiéndonos a la terraza por las hermosas vistas que tiene, y allí entusiasmada con el panorama y por hacer fotos, no vi un desnivel del terreno que unido al balanceo de las MBT me llevaron al suelo, rodilla sobre las piedras. Renqueante tras descansar un ratito y con la ayuda de unos franceses muy amables que me auxiliaron y hasta me dieron árnica, pudimos seguir visitándola sin problema.

En el patio exterior está la iglesia de las mujeres, que tenían prohibido entrar en la Cartuja, decorada con estucos del XVII. La iglesia principal aunque de una nave, da una idea de grandiosidad por las capillas laterales y la decoración barroca, aunque su estilo inicial fue el gótico, con ricos mármoles, frescos y estucos. Es muy impresionante, pero nosotros quizás porque venimos de una ciudad donde el barroco abunda nos emocionamos más con estilos menos recargados. En la gran Sacristía y sala del Tesoro Nuevo continúa el programa iconográfico y decorativo. En estos espacios se vuelve a notar el dolor de cuello al necesitar mirar hacia las suntuosas bóvedas pintadas. Destacamos en la capilla nueva la bóveda pintada por Luca Giordano y el retablo de la Piedad sobre el altar de Giussepe Ribera, también encontrado como Rivera, que firmaba como "El Españoleto".
Las misma riqueza se observa en la Sala Capitular y Coro de los Conversos que terminan en el Salón, con frescos tardomanierista, utilizado como sala de recepciones y que distribuye la visita a distintos lugares. Tras la visita al refectorio y la capilla de la Magdalena, con buenos trampantojos, tocaba descansar en el claustro de los Procuradores. Aún nos quedaban el Claustro Grande, en el que me llamaron la atención las calaveras que adornan las balaustradas de la zona del cementerio como "memento mori", recuerda que morirás. Los aposentos del Prior, el único que tenía contactos con el exterior, llamaban la atención por la generosidad de los espacios, su decoración y las vistas de los ventanales sobre la bahía, sobresaliendo las salas de las dos Bibliotecas.

El museo de la Cartuja se expone en algunas de las salas ya visitadas y en otras que fuimos recorriendo, como las dedicadas a la preciosa colección de "pesebres" napolitanos, ¡con lo que a mi me gustan!, o la deliciosa colección de cuadros románticos con vistas de la bahía y recreaciones de la erupción del volcán. En la zona naval ya notábamos el cansancio de todo el día y fuimos más rápidos.

Cuando salimos al Vomero, para descansar y compensar el mal rato de la caída, nos tomamos unos riquísimos helados. El paseo por este barrio nos indicó que este es otro Napoles, donde siempre han vivido las clases altas, ordenado, limpio y amplio, con buenas y lujosas tiendas de todo tipo, otro paisanaje, ¡parece otra ciudad! Dejamos para otra visita el Museo Capadimonti que ya visité en mi primera visita a esta ciudad. Bajamos en otro funicular, el central, a la vía Toledo y directo a nuestra zona, donde estaba abierta la iglesia del Gesú Nuovo, de tipo renacentista y con una extraña fachada en la que entramos a echar una visual, ¡no podemos dejar de bichear!. Como ya eran las ocho, ¡cómo nos cunden los días!, nos fuimos a cenar a otra de las pizzerías recomendadas: Vico Sorbillo, donde yo repetí la margarita que la hacen genial, y Esteban una de varios sabores. Por cierto aunque en las cartas aparecen las cervezas nacionales, la más conocida la marca Peroni, en ninguna tienen cervezas italianas, sólo la alemana Paulaner, ¿por qué será?, ¿imposiciones?

A las 21,30 ya estabamos en nuestro Hotel a descansar, a mandar el parte del día por correo y a dormir, que mañana después de ver el Castillo Nuevo de los aragoneses nos queremos ir a Sorrento sobre el mediodía.


28 de marzo. Esta mañana después de desayunar despidiéndonos en el encantador salón de nuestro Hotel, salimos a visitar el Castillo Nuevo, aragonés o Maschio Angioino, con una silueta potente junto al mar, con sus robustas torres, y el gran arco triunfal que es la entrada. Tiene unas terrazas panorámicas de la bahía que eran de pura felicidad, interesantes salas y vistas sobre todo a la Cartuja "dalla mía caduta", que mejoró mucho con el árnica y pude subir y bajar sin problemas.

Este castillo tiene su origen en el siglo XIII con la dinastía de Anjou, que gobernaba en Sicilia y Nápoles, y que trasladaron la corte de Palermo aquí construyendo este nuevo Palacio. Posteriormente fue remodelado y utilizado por la corona aragonesa, sobre todo en tiempos de Alfonso V de Aragón, quien reforzó las Torres y construyó el arco triunfal . Carlos III, cuando era Carlos VII de Napoles también vivió en él. Muy interesante la bóveda estrellada de la sala Maior o de los Barones : donde se detuvieron a los barones que conspiraron contra Fernando I de Nápoles.

Tiene valiosas piezas en las salas museísticas, y hay que destacar las pinturas, esculturas y frescos en la Capilla Palatina. No hay que perderse las puertas de bronce bellamente labradas con bajorrelieves de escenas de guerras en los 6 cuadrantes que está dividida cada una de ellas, en uno de los cuales se puede ver la que la huella de una detonación que atravesó el bronce detonación

El magnífico arco triunfal del siglo XV, bellamente esculpido, con una curiosa pintura en la parte superior del arco que representa la plaza mayor de Madrid, significa para muchos estudiosos no solo una carta de presentación de la nueva dinastía, hay que fijarse en el relieve de su entrada como si fuera un nuevo Augusto, sino también todo un programa humanista de los valores clásicos, representado por un magnífico estilo renacentista que subraya dichos ideales.

Ya nos quedaba despedirnos de la ciudad, cruzando la ciudad como auténticos napolitanos por donde nos parecía, sin inmutarnos por los motorinis, y buscando de nuevo el magnífico café-pastelería "Escartuchio" para tomarnos un rico capuchino bien espolvoreado de chocolate y el último sflogliatelle de Nápoles recién salido del horno. Compramos un par de figuras para nuestro belén en la Vía de San Gregorio Armero, hicimos las últimas compras y regalos y sin querer ir a nuestro Hotel para recoger las maletas, remoloneamos entre puestos y tiendas hasta que no nos quedó más remedios que irnos. Adiós Nápoles que nos atrapaste el corazón, a pesar de tu caos, suciedad y dejadez.

La circunvesuviana nos hizo esperar otra vez por un tren anulado a causa de obras en la vía, pero a las 14,30 con las pesadísimas maletas, sobre todo la mía, llegábamos a Sorrento, que nos recibió con un día soleado y azul cargado de brisa marina. Pero como todo no es poesía el B&B reservado, Casa Sorrentina en la calle principal, no tenía ascensor menos mal que era el primero.

Comimos en un bar junto a la Catedral renacentista que visitamos posteriormente. Tras ella nos fuimos a la Basílica de San Antonino, con origen en el siglo IX, y en la que se observan material de acarreo de las villas romanas de los alrededores, nos pareció muy interesante la puerta meridional bizantina-románica y el belén sorrentino, curiosa la cripta del santo con numerosos exvotos.

Aún nos dio tiempo de ir a la Iglesia de San Francisco de Asis, remodelada en estilo barroco, con un campanario terminado en forma de bulbo, de la que nos encantó su blanco claustro con capiteles que sostienen arcos entrelazados, donde estábamos solos y con el sosiego que transmitía, nos sentamos a disfrutar del momento y de las flores y plantas de su interior.

Desde el mirador junto a la iglesia se veían una vistas magníficas del mar y del Vesubio, todo un lujo. Bajamos en el ascensor a la playa y tuvimos una tarde tranquila y sosegada, paseando junto al mar con el volcán siempre presente, con gatos dormitando en las grandes piedras y con un atardecer de ensueño.

Al anochecer nos fuimos a la marina grande, la zona marinera con las barcas en la arena pero donde estaban cerrados la mayoría de los restaurantes recomendados, así que volvimos a la zona alta del centro donde cenamos estupendamente en un restaurante que nos recomendó nuestra casera: “Il leone rosso”. Hemos tomado una ensalada de pulpo, pomodorini y rúcula, rissoto a la marinera para compartir, y de 2º un pezzogna al grill, es decir besugo, acompañado de focaccia (pizza con sal, aceite y pimienta) a modo de pan y con un rico vino de la zona " De angelis", de uva "falanghina". Todo exquisito, a buen precio y nos invitaron al final a limoncello, ¡qué más pedir!

Llegamos al alojamiento y el desayuno ya estaba preparado en la cocina común a los 5 estudios, y ¡gran desilusión!, casi todo es de paquetitos preparados: los cornettis y croissants, los cafés de máquina de oficina, cereales de barrita, pero hay leche y mantequilla en el Frigo, y es que ¡no todo es perfecto!, no está nada mal pero no es lo que pensábamos, menos mal que hay cafetera y nos trajimos el café que sobró en Roma, tenemos también un exquisito aceite y los pomodirinis de la tienda de la esquina tienen una pinta riquísima.

Nos vamos a descansar que mañana espera Pompeya y por la tarde-noche en un coche que vamos a alquilar queremos ir a Positano. Nos despedimos llenos de ese maravilloso atardecer frente a la costa y el omnipresente Vesuvio.


29 de marzo. Hoy tocaba un día de excavaciones a las que llegar con nuestro ya querido circumvesuviano.

En primer lugar fuimos a Torre Anunziatta, a visitar la villa de Oplontis o Villa de Popea, porque parece ser que era de la la esposa de Nerón, ¡gracias Victor por recomendarla tanto!. La villa data de los primeros tiempos imperiales y fue descubierta en el siglo XVIII durante la excavación del canal del Sarno. Los trabajos arqueológicos continuaron en los años 60 del siglo pasado y hay zonas de difícil recuperación al estar esos espacios ocupados por instalaciones militares, carreteras y el Sarno. Es una villa residencial y de ocio que parece que no estaba ocupada cuando la erupción.

[align=center]Villa de Oplontis o de Popea


Las salas tienen unas pinturas al fresco de gran calidad y suntuosidad, siendo muy reconocidas, sorprende la gran piscina y los diversos jardines y patios. fue una visita exquisita e inolvidable. Una villa delicada, bella y con unas pinturas y ambientes que nos hicieron disfrutar muchísimo, además de ser abarcable y con poca gente, a excepción de algún grupo de escolares, que nos estamos encontrando en todos los sitios. ¡Gracias a ese personal docente tan voluntarioso! La visita nos llevó una hora y da para más.



Después de nuevo con la circumvesuviana, que ese día no nos falló, a "Pompei scavi". Pompeya para los que la conocéis y para los que no, es inmensa, siempre llena de gente, imprescindible de ver pero agotadora. Aunque me gustan los espacios más pequeños, un recorrido por sus calles, entrar a sus tabernas y casas, algunas con grafitis, las termas stabianas, el lupanar, el teatro, los moldes de quienes quedaron inmortalizados en el momento en que los cubrió la lava, no puede dejar de hacerse y hay que ir con tiempo para saborear todo lo que ofrece.

Parece que hubo asentamiento en esta zona desde el siglo VI a.C, e incluso antes, habitada por distintos pueblos, siendo ocupada por Roma en el año 80 a.C. La ciudad fue un importante punto de paso de mercancías, tanto por mar como por tierra. La ciudad ya había sido gravemente dañada por un terremoto en el año 62, y aún se estaba trabajando en las reparaciones cuando ocurrió la erupción del Vesubio del año 79.

No hay que dejar de callejear por todos los sitios y especialmente ver el Foro, el Teatro grande y el chico, el simpático mosaico del "cave canem", el lupanar, la casa del fauno, las Termas Sabianas, el huerto, el Templo de Apolo, la casa de Octavio Quartio, la casa de la Venus de la Concha, y sobre todo la impresionante "Villa de los misterios". Bueno lo mejor es llevar una guía bien completa e ir siguiéndola con el plano.

Comimos en el bar de dentro de la excavación, comida que no pasará a la historia pero que te permite parar, descansar y refrescarte con una buena cerveza. La visita nos llevó al menos 5 horas, como ya la conocíamos nos detuvimos en lo que más nos gustaba y sí que nos ha entristecido lo deteriorada que se ven algunas casas. Salimos por la villa de los Misterios y otra vez a Sorrento.
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Llegamos a casa a descansar sobre las 18,00, y a las 19,30 fuimos a recoger el coche del alquiler para ir el día siguiente a Paestum. Ya que teníamos coche nos fuimos a cenar a Positano, pueblo de la costiera amalfitana, situado a lo largo de una empinada ladera hasta el mar, lugar de vacaciones de lujo y famosos que ya empiezan a llegar a abrir sus villas. Tras una carretera llena de curvas, como en los foros de viaje había leído que el coche sólo se podía aparcar arriba en la carretera, cuando vimos una hilera de coche aparcados así lo hicimos. Bajar andando por la carreterita sinuosa y las escaleras que llevan a la parte baja nos llevó tres cuartos de hora, y además nos dimos cuenta que la recomendación de aparcar será para el verano porque vimos aparcamientos a 3€ la hora en la parte baja y con sitios libres, ¡qué pardilla!. Mereció la pena la visita nocturna, las vistas al mar, su hermosa iglesia y su urbanismo. Menos mal que descubrimos el autobús interno que nos subió en un plis plas, y que en una corta caminata llegamos a una trattoria, “C’Era una Volta”, donde cenamos de maravilla una receta positana: tagliateles con ceci (garbanzos) y gamberis, aceite, ajo y albahaca, ¡exquisitos!, y unos macarrones con mozzarella, berenjenas y pomodoro. De postre una tarta caprese de chocolate y almendras que ni os cuento cómo estaba.

Volver tras el vinito y por la sinuosa carretera tuvo un mérito, y es que el rubio ya es casi santo. Llegamos sobre las 23,30, como os podéis imaginar agotados


30 de marzo. Hoy, con nuestro coche azul, recorrimos la costa amalfitana, parando cada vez que podíamos para que mi querido conductor, autista que llaman en Italia, viera el impresionante paisaje de la costa y de sus acantilados con los pueblos colgados y junto al mar, y yo hiciera una más de las miles de fotos que llevo hechas.

Nuestra primera parada fue en Furore, una aldea al final de un pequeño un fiordo, donde Ana Magnani y Rosselini vivieron una gran pasión mientras rodaban la película "El amor", pasión que terminó cuando Rosselini se enamoró de I. Bergman, y Magnani, dolida y furiosa se deshizo de la casita que habían comprado allí. El lugar es increíble y un cartel de la pelicula recuerda el rodaje en la escalera que baja a la solitaria y pequeña playita.

[align=center]Furore

Hubo varias más, pero la parada larga fue en Amalfi, fundada como puesto comercial en el 339 durante la dominación romana, fue una de las repúblicas marineras del siglo IX que lucharon por el control del Mediterráneo.

Tiene un magnífico caserío blanco, con casas que van bajando desde la ladera de la montaña hasta el mar, callejeo intrincado y con pasadizos para ir de una a otra calle. Visitamos el imponente Duomo, o Catedral de San Andrés, que realmente son dos iglesias, la Basílica de Cristo con origen en el siglo VI, actual Museo diocesano y la Basílica de San Andrés del XIII, en un estilo románico, lombardo con aires árabe,que ha sido remodelada en varias ocasiones añadiéndole elementos bizantinos, góticos y barrocos. Se accede a ella por unas altas y majestuosas escalinatas. Muy recomendable la visita, en ella nos llamó la atención que en la Basílica de Cristo estaban oficiando un rito religioso que me recordó a los que yo asistía cuando era pequeña. El claustro llamado "del Paraiso", es también reseñable, con sus arcos entrelazados de estilo árabe-normando que en origen era cementerio y que nos recordó el de San Juan del Duero en Soria.

Seguimos hasta Paestum, a Amalfi ya volveríamos al día siguiente, encontrándonos con un monumental atasco a la altura de Salerno que con paciencia aguantamos. Hay que decir que como aquí conducen con la ley del más fuerte, mi compañero se portó pero que muy bien plenamente integrado porque no había otra forma de avanzar. Llegamos tarde y con hambre, así que en el bar de Museo nos tomamos unas birras peroni y lo que les quedaba de paninis. Paestum es también de lagrima: Un espacio natural con unos esplendidos templos griegos, paisaje repleto de lagartos verdes que nos indicaban la vida que aquí se percibe. Paestum fue fundada por los griegos alrededor del siglo VII a.C, con el nombre de Posidonia. El recinto, uno de los sitios más hermosos que hemos visto y de los que más nos han gustado, tiene tres impresionantes templos en estilo dórico, el Templo de Hera del VI a.C que es el más antiguo y carece de cubierta, el de Poseidón del silgo V a.C. el mejor conservado y más impresionante con unos bellos tonos dorados por el sol que lo iluminaba, y el dedicado a Athenea también del siglo V. También son visibles los restos del anfiteatro donde han expoliado bastante, y los restos del foro, y el interesante Bouleuterion, lugar circular donde los griegos se reunían para debatir de todos los temas que pudieran afectarles.



Nos hubiéramos quedado para ver atardecer, porque la tarde estaba preciosa, pero nos teníamos que marchar que el coche lo teníamos que devolver a las 19,30 y aún nos quedaba el Museo donde tienen las hermosas pinturas de la Tumba del Saltador, que si me gustaban antes de verla, ahora me gustan más todavía.

Tardamos más de lo previsto y es que el museo es muy completo y tiene tumbas y restos muy interesantes, entre las que me llamó la atención una que representaba a dos mujeres, me parecieron que bailaban y el conjunto me recordó una caseta de feria de las que se montan en abril en Sevilla.

A la salida los inevitables cafés machiatos y algo dulce, esta vez una tarta de chocolate y ricotta que estaba buenísima y nos reparó permitiéndonos retomar el viaje, sobre todo "al autista".

La vuelta la hicimos por la autopista, pero aún nos quedó a unos 20 km. de Sorrento batallar con los motorinis y coches que se meten cuando quieren y como quieren en un atasco monumental, que nos permitió ver una puesta de sol preciosa sobre la costa sorrentina. Llegamos a las 20 horas, pero nos dijeron en la Agencia que no pasaba nada que era normal. Hicimos varias compras y llegamos a la casa con ganas de quedarnos, relajados y no tener que salir de nuevo. Aún hemos tenido tiempo de ver un vía crucis desde nuestro balcón antes de tomarnos una rica ensalada con mozzarella con d.o. de campania, pomadorinis, lechuga y aceitunas al horno, queso ahumado y mortadela de bolonia con pistachos, pimientos rellenos y un rico lagrima christi del Vesuvio. De postre limonccelo de Sorrento con el que brindamos a vuestra salud. Buenas noches y mañana nuestro último día en Sorrento volveremos a Amalfi y a Ravello.


31 de marzo.Bueno queridas y queridos hoy es nuestro último día en Sorrento.

Esta mañana hemos salido en el “Sita” (bus de la costa) en dirección a Amalfi, una horita intensa de viaje por las interminables curvas, pero sin que Esteban estuviera pendiente del volante, sobre todo por la estrechez de algunos tramos, y porque pudiéramos ambos admirar el paisaje tan increíble de esta costa. Positano se ofreció hermosísima en su perfil norteafricano desparramándose por la montaña y volvimos a pasar por Furore y Praiano, que hoy estaba de fiesta toda engalanada.

Bajamos en Amalfi para subir al Sita que lleva a Ravello que es un pueblo en la montaña, con unas vistas de impresión sobre la costa, que en verano se viste de lujo con un festival de música. Fue fundada en el siglo V, al parecer por familias de alto status de Almalfi, que de allí vinieron cuando se vivían tiempos de enfrentamientos entre las familias más poderosas de la ciudad. Del siglo IX hasta el XII fue su tiempo de esplendor, coincidiendo con la prosperidad de Amalfi. En el XII fue tomada, saqueada y destruida por la República marítima de Pisa. Desde el siglo XIX es un foco de atención por la belleza y elegancia de sus parques y villas, visitándola personas como Wagner , Virginia Woolf y Gore Vidal quien tuvo aquí una casa.

Visitamos su Duomo, la Basílica de Santa María Assunta y San Pantaleone, construido en el siglo XI, y con varias intervenciones. La puerta central de bronce es el del XII y la fachada del XVI. En el pasado siglo se le hicieron varias intervenciones procurando que volviera a su estilo inicial. Hay que destacar una tribuna y el púlpito sobre columnas de marmol con leones en la base y mosaicos con animales, que son verdaderas joyas del XII. Como curiosidad aquí se encuentra la sangre de San Pantaleone, quien también está aquí enterrado, y todos los años se produce hasta en tres ocasiones el fenómeno de la licuefacción de la sangre, que como podéis imaginar, atrae a propios y extraños. Parece que la que también se licua de este mismo santo en Madrid, fue llevada de aquí. ¡Enigmas por descifrar!

[align=center]Púlpito Catedral de Ravello

Tras la catedral nos dedicamos a pasear por esta bonita ciudad, entrando en Santa María a Gradillo donde se reunía el Parlamento en sus tiempos importantes. También visitamos San Juan del Toro, con bonitos frescos, y la curiosidad de que su púlpito está adornado con cuencas persas, seguramente fruto del comercio marítimo. En las calles del centro había numerosas tiendas con cerámica, limoncello, y diversos detalles de regalo. Todo el paseo salpicado por vistas a esplendidos y bien cuidados jardines.

Tocaba entrar en Villa Rúfolo, donde se celebra el festival de música y que tiene unas majestuosas e impresionantes vistas a la costa Amalfitana y al Golfo de Salerno. En esta antigua villa señorial del siglo XIII, que incluso fue residencia de papas y reyes, se visitan las dos torres, una es un museo, las dos terrazas, maravillosos miradores que parecen estar colgados sobre las rocas, el auditorio del festival, una iglesia y su claustro, varias salas y los espectaculares jardines creados en el siglo XIX que tanto inspiraron a Wagner y en los que apetecía quedarse por mucho tiempo.

De allí nos dirigimos al Convento de San Francisco, un camino también con hermosas vistas. Se dice que el Convento fue fundando por el Santo de Asís, todo un espacio de tranquilidad donde sólo estábamos nosotros. Algo más allá se encontraba la Iglesia de Santa Clara rodeada por las pequeñas habitaciones que conformaban el monasterio femenino. Fue un paréntesis de paz en esta ciudad que siempre atrae a tanta gente.

Quedaba Villa Cimbrone pero antes nos paramos en una placita a tomarnos unas cervezas con porciones de pizzas. La villa también impresionante , con unos jardines magníficos y floreados abiertos al mar que nos hicieron exclamar más de una vez que el próximo viaje de Adolfo, enamorado de los jardines y que tan bien lo pone en práctica en el que dirige, tenía que ser aquí, pero por favor fuera del verano, que debe estar todo intransitable. Construida a principios del siglo XX, mezclándose en ella varios estilos, nos ofrece varios itinerarios para recorrerlas, lo que conviene hacer, Siguiendo el principal se llega al Templo de Cerere y a la maravillosa terraza del Infinito adornada por cabezas de esculturas clásicas, con unas hermosas vistas sobre la costa, ¡placer infinito!

Nos tomamos una comida rápida para tomar el sita a Amalfi, que afortunadamente nos llevó hasta Scala donde paró un rato junto a su Catedral, a la que al menos le echamos un ojo. Muy curioso que hubo un Obispo de Scala en el siglo XVI, Baltasar del Río que tiene capilla en la Catedral de Sevilla de la que era canónigo, pero que nunca estuvo en Scala, quería el título pero no venir a lo que entonces era un villorrio asolado por la peste.

De nuevo a Ravello para por fin bajar a Amalfi. Ya en ella ahora sí que recorrimos sus medievales calles con sus pasadizos cubiertos sobre los que se construyen las casas, color blanco sobre el mediterráneo, con resonancias africanas. Visitamos el museo del papel, situado en una antigua fábrica de carta amalfitana que data del siglo IV, donde nos enseñaron cómo se fabrica sólo a partir de telas la famosa carta amalfitana. Hicimos nuestra propia carta con las maquinarias que se utilizaban en el siglo XVIII. Nos encantaron sus dependencias y restos de maquinarias. El papel de esta ciudad tenía fama por su calidad. Nos acordamos de nuestro amigo Rafael y de su gusto por la impresión recordando a su padre, impresor y poesta.

Antes de volver hicimos unas últimas compras y nos tomamos nuestro cafelito con una sfogliatelle, que aquí se llaman Sta. Rossa y tienen un adorno de crema de limón encima. Por cierto no os podéis ni imaginar el tamaño de los limones de esta zona. Volvimos a subir a la bellísíma catedral, siempre nos cuesta tanto trabajo irnos de los sitios que nos gustan mucho.

La vuelta nos deparó una hermosísima puesta de sol en la costa amalfitana, y cuando pasamos a la costa sorrentina aún lo teníamos rojo y redondo sobre el mar. Unas últimas compras de regalos en Sorrento y después de dejar las cosas en el alojamiento nos fuimos a despedirnos con una cena en el Restaurante “Bagni Delfino”, en la Marina grande: ensalada capresse, panes con tomate y rúcula, fritura mixta: gambas, pulpitos y boquerones pequeños y un plato de una especie de baila al grill, de postre torta caprese de limón y almendra, vino blanco de la zona y limoncello. El mar estaba muy tranquilo y al fondo el Vesubio estaba nítido. Una buena despedida pero con un poco de pena porque se están agotando los días. Mañana a las 9,20 sale nuestro barco a Capri, ya os contaremos si seguimos teniendo wifi. Besos dulce de la costa, que para nosotros está cerquita del corazón


1 de abril. Queridas y queridos: Ya estamos en Capri!
La última noche en Sorrento, que era sábado, fue una noche toledana, llena de ruidos de la calle desde la que nos llegaban las juergas y gritos de los grupos de estudiantes que eligen este lugar para su viaje de fin de curso. Nos fuimos de Sorrento sin la pena de otros sitios, y encima el taxis que nos llevó al puerto en apenas 3 minutos nos cobró 15€, mas que los napolitanos que son los que tienen la fama y con los que hicimos trayectos más largo.

La travesía ha sido corta y con pocas vistas porque el día ha estado brumoso y fresquito, pero la llegada viendo la isla frente a nosotros si que fue emocionante. Nuestro alojamiento en Anacapri, a la que fuimos en el autobús público, nos ha quitado el mal sabor de boca de la mala noche. “Il Sogno”, es un B&B en una casa de los años 60 muy bonita, donde tenemos una habitación amplia con el baño con cerámica de la zona, con dos balcones y una terraza que rodea la habitación con vistas al mar, en un sitio muy tranquilo, rodeado de jardines, y donde sólo escuchamos el canto de los pájaros porque son sendas peatonales, en las que para el transporte se utilizan pequeños triciclos.

[align=center]Llegando a Capri

Una vez alojados nos fuimos a ver la Iglesia de San Michel de Anacapri que tiene un espectacular suelo en cerámica que representa la expulsión de Adán y Eva del Paraíso, rodeados de todos los animales que os podáis imaginar. Esta Iglesia comenzada a finales del siglo XVII, tiene planta octogonal de gruz griega, y su magnífico pavimento en mayólica fue diseñado por Francesco Solimera a principios del XVIII. Desde la tríbuna del Órgano al que subimos se divisa perfectamente y también se puede recorrer por el borde de la planta.

Después nos fuimos a otra villa de ensueño, la villa San Michele de Axel Munthe, repleta de antigüedades, restos arqueológicos, jardines, flores y vistas sobre las costas sorrentinas y amalfitanas. Es muy interesante leer el libro “La Historia de San Michel”, escrita por este médico y escritor sueco, humanista y precursos del derecho de los animales, que vivió la mayor parte de su vida en este lugar. La villa situada a 327 metros sobre el mar, tiene un privilegiado emplazamiento, y en su diseño Axel Munthe además de la influencia romántica de la época quiso en ella plasmar las ideas de la Grecia Clásica: " Mi casa debe estar abierta al sol, al viento y a la voz del mar, como un templo griego, con luz, luz, luz por todos los sitios". Imprescindible su visita.

Nos asomamos después a la escalera fenicia, trazada por los griegos y única forma de comunicación, a través de sus 800 escalones, de Anacapri con el puerto de Marina Grande, hasta que se construyó la carretera en 1877. Nosotros hemos preferido el autobús público que nos ha llevado cómodamente a la cosmopolita Capri, afortunadamente muy tranquila en estas fechas.

La isla es preciosa y es verdad la fama de romántica porque tiene unos rincones increíbles. El aire muy norteafricano-mediterráneo, casas blancas y con las cubiertas en semibóbedas que tanto nos sorprendieron en Positano y la costa amalfitana en general. Desde la Piazzeta donde nos saludaba su torre campanario hemos subido por sus laberínticas calles y sendas a Villa Jovis, uno de los palacios del emperador Tiberio en la isla, desde donde reinó del año 27 al 37. una subidita considerable pero que merece la pena por sus impresionantes vistas y el significado simbólico de los restos, a la que entramos cuando casi ya estaban cerrando, deprisa sin parar pudimos recorrerla al completo.

Hemos continuado por el sendero que lleva al arco natural, donde hemos descansado en unos banquitos estratégicamente colocados, disfrutando de las inmejorables vistas.

No hemos podido entrar en la Cartuja, Certosa di San Giocomo, porque los domingos por la tarde está cerrada, un motivo para volver. También se encontraba cerrada la vía Krupp, una antigua vía romana que va bajando hasta la Marina Piccola.

Aún nos ha dado tiempo a la vuelta de descansar, tomar un baño relajante en nuestra superbañera, y de ver la puesta de sol desde el balcón con un sol medio medio oculto por unos pinos, con un limonccelo. Para terminar el día hemos ido a cenar a un cercano restaurante que nos han recomendado Claudio y Serenella, los amables dueños del B&B, “Arcate”, donde hemos pedido unos ricos platos de pasta: espaguetis a la vongole y pecaris a la pescatore, este último riquísimo y una panna cotta de postre. Así que ahora a descansar que mañana queremos dar la vuelta en barco a la isla y entrar en la gruta azul. Besos y se nos está terminando este viaje tan bonito que compartimos con nuestros correos por las noches. Más besos


2 de abril. Queridísimas y queridísimos esto se está acabando, ¡qué pena! Capri es preciosa y todo lo que cuentan de ella es verdad, sobre todo cuando te alejas de los sitios donde se concentran los turistas, que suelen ser en la zona de Capri y sitios muy concretos, la mayoría suelen venir a pasar el día y a partir de las 18, la isla se queda muy solitaria, pero durante el día también se tiene esa sensación en los lugares menos transitados. Imaginamos que en temporada alta habrá más aglomeraciones, pero siempre habrá sendas y caminos tranquilos

Hoy despueés del rico y abundante desayuno que nos ponen, hemos cogido el bus a Capri para hacer la visita de la vuelta a la isla en barco y la entrada a la gruta azul, que merece mucho la pena, porque las vistas son increíbles, y pasas cerca de todos los lugares que previamente habíamos visto desde tierra. Muy curioso el espectáculo de las barcas de remos acercándose a los barcos para recogernos, aconsejamos que al montarse en las barcas para entrar en la gruta azul ser los primeros en subir si se quiere ir juntos, porque el último de los 4 que caben va al otro extremo de la barca. Muy divertida la barca-caja que cobra por entrar en la gruta, donde el agua es verdad que es tremendamente azul. Esta gruta, como muchas otras de esta zona, tiene una boca de entrada parcialmente sumergida y parece que los emperadores romanos cuando se alojaban en los palacios de esta isla se bañaban en ella, incluso parece que desde Villa Damecuta, que se encuentra sobre ella, había un pasaje privado. Lo que sí está documentado es que estaba considerada como Ninfeo, lugar donde se ofrecía culto a dioses menores que representaban a la naturaleza, las estatuas que adornaban el interior representado criaturas marinas, Poseidón y Tritón, se encuentran ahora en el Museo de la Casa rosa en Anacapri. La iluminación bajo el agua se debe a otra apertura situada en la zona de piedra caliza bajo el agua que permite la entrada de los rayos de sol.¡ Lo que daría por un baño sin nadie en ella!

Fue muy emocionante el paso por punta Carena y su faro aún activo desde 1867, los faraglionis que son las tres enormes rocas que se encuentran junto a la costa, y en una de ellas se ha formado un tunel natural que desde la antigüedad ha sido un sitio de paso por el placer de cruzar por él, la Marina Piccola desde donde se divisa la Vía Krupp a la que no habíamos podido acceder y la casa roja de Curzio Malaparte, obra arquitectónica que diseñó él mismo, reconocida por su diseño, hoy día es un lugar de encuentro de arquitectos y aficionados .

Después de la estupenda experiencia volvimos a Marina Grande y de nuevo en el bus local llegamos a Anacapri. Tras aprovisionarnos en una cafetería-panadería de arancinis y calzones de espinacas y queso ricotta, subimos en el telesilla al monte Solaro (598m), con unas vistas fantásticas. Desde el monte también se tienen unas vistas increíbles y maravillosas desde todas las direcciones que mires. En un estratégico banquito rodeado de plantas en un mirador, en el que estuvimos todo el tiempo solos, con vistas a la isla y a la costa sorrentina y amalfitana nos tomamos nuestras provisiones con unas birras fresquitas compradas en el Bar del telesilla, y de de postre nos tomamos un prosecco piccolo (botella pequeña de cava italiano) que también llevábamos para brindar por nuestro viaje, por la alegría de vivir. Comida que nos pareció sensacional por el idílico entorno y porque estaba muy bueno todo. La bajada la hicimos por un bonito sendero entre vegetación y flores, con parada en el fortín de Brutto , la pequeña ermita del valle de Cetrella y otro mirador a los farallones, sin ver a nadie. Íbamos tan entusiasmados que se nos pasó el desvío al Castillo de Barbarossa, ¡otra vez será!

Para descansar de la bajada final nos sentamos a reposar en un café a tomarnos unos ricos helados en el barrio del boffe, sin querer mirar ni entrar en las bonitas tiendas que hay por todas partes, porque los precios eran algo prohibitivos, aunque algún regalo sí que cayó. En otro bus nos fuimos a visitar el faro de punta Carena y los fortines, que tanto nos habían gustado en el paseo en barco.
Hicimos un senderismo corto y a la vuelta al aclarar la bruma, sentados entre las piedras, pudimos ver por fin la Isla de Ichia y Procida.

En Punta Carena había pocas personas, sobre todo algunas parejitas esperando la puesta de sol y un grupo de lugareños jugando muy emocionados a las cartas.

Regresamos a nuestra encantador alojamiento, a ver atardecer en la terraza, esta vez con las islas frente a nosotros, terminándonos el limoncello. Después tocó hacer las maletas, llenas a tope, que habrá que ver cuánto pesan, pero es que nos hemos traído mucha ropa de abrigo y la mitad no nos ha hecho falta con el buen tiempo que estamos teniendo. Esa noche nos despedimos de la isla en el mismo restaurante que tanto nos gustó ayer. Capri nos ha llegado al corazón y necesitábamos terminar el viaje envueltos en naturaleza y tranquilidad.

Mañana llegamos sobre las 24,00 al aeropuerto, así que el miércoles amanecemos en Sevilla. Nos ha gustado compartir este pequeño diario con las personas que queremos. Ciao, un fuerte beso y abrazo


Queridas amigas y amigos, hijas e hijo. El viaje termina pero nuestra última crónica aún no se había hecho. Nuestro último día, 3 de abril, se presentaba largo en combinaciones, pero que fueron encadenándose sin problemas hasta llegar a España.

La mañana se presentó clara y azul con una visión de Ischia desde nuestra terraza como bonita despedida. El riquísimo y completo desayuno de Serenella y Claudio nos puso en marcha. Antes de salir para el puerto de Marina grande, nos dio tiempo de ir en bus hasta Villa Damecuta, una de las privilegiadas residencias de Tiberio en la isla, sobre la gruta azzurra. Las vistas impresionantes nos dejaron en la puerta de la excavación cerrada a cal y canto, y con más de una pintada denunciado esa situación sobre la reja con púas. La excavación muestra una villa muy similar a la de Villa Jovi, la vista se perdía hasta la torre medieval que indica donde estaba su residencia más íntima.


Con la idílica vista de la costa napolitana, de las islas y de la presumible bajada a la gruta, donde parece que se daba algún baño nos despedimos de este lugar donde lo tremendamente frustrante es que tengan cerrada esta villa por no poner a alguien que vigile y que en otros lugares haya hasta 3 vigilantes sin trabajo para todos como hemos podido comprobar, qué falta de planificación y organización de la administración.



A la vuelta recogimos el equipaje, nos despedimos efusivamente de Serenella, quien nos contó que ellos cuando se casaron estuvieron en Sevilla, ¡vaya concidencia!. En el bus trasladamos a Marina Grande, donde pudimos embarcar una hora antes en otro barco a Nápoles

Se desembarca delante del Castillo Nuevo o de los aragoneses, y tuvimos un bonito paseo del Puerto a la Estación, con un agradable taxista que nos ilustró informándonos ampliamente sobre el barrio que pasábamos, y que no habíamos visto, el Carmine con su sabor marinero. Llegamos con una hora y media antes a la estación de Piazza Garibaldi, así que dejamos el equipaje en consigna y nos fuimos a un restaurante que nos recomendó una amabilísima carabineri: "Ettore", en la misma plaza, donde nos despedimos a lo grande con dos ricas pizzas: margheritta, que aquí me están encantando y no tienen nada que ver con las que nos ponen en España, y ortelana, unas buenas birras y unos reparadores cafés, ¡qué buena despedida de nuestra querida Napoli!

El flecha roja a Roma y luego el leonardo express nos dejaron con 3 horas de espera para nuestro vuelo a las 19,15. Pero la huelga de controladores franceses retrasó nuestras salida a las 20,30. Cuando estábamos llegando a Madrid nos indicaron la salida de puerta de embarque de conexión con Sevilla, a la que llegamos con sólo 5 minutos de diferencia, pero los pilotos de iberia estaban en huelga de celo y ¡ya habían salido! Éramos 7 personas a Sevilla los que quedamos en tierra, pero de diversos vuelos dejaron a 70. Las reclamaciones e información fue todo un calvario, con malas caras y modos en los mostradores de Iberia. La solución que nos ofrecían era enviarnos al día siguiente sobre las 11,00 en autobús a Sevilla, lo que nos parecía inaceptable. Por fin a las 3 de la mañana, un empleado más amable y comprensivo con nuestra situación, nos sugirió volar a Jerez, que había un vuelo a las 7,00 y de allí irnos a Sevilla por nuestra cuenta, y hacer la reclamación. Nos gestionó un hotel en Barajas, afortunados nosotros, porque en Jerez otras personas con las que coincidimos, que también eligieron esta opción, nos dijeron que a ellos los habían llevado a Guadalajara y a otros a Madrid en la zona de las Ventas. Aún nos quedaba la penitencia de la facturación de las maletas, pasadas de peso porque tuvimos que meter las botellas y lo que habíamos comprado en el duty free de Roma y que ahora, como nos pasó en Rusia, no nos iban a dejar pasar. Para facturar con sobrepeso la empleada más desagradable que os podéis imaginar nos indicó que teníamos que comprar una nueva facturación en una cola kilométrica, (que a la mañana cuando volvimos seguía estando igual). Al final la señora que envolvía en plásticos las maletas, ante mi cara de desesperación, nos llevó a las máquinas de pesar y nos recomendó que sacáramos de las maletas todo lo que pudiéramos hasta llegar a los 23 kg que permitían, y que el resto, que sólo eran 2 kg por maleta, lo pusiéramos en unas bolsas de basura que nos suministró para llevar en la cabina, nunca le agradeceremos lo suficiente su ayuda y amabilidad. Así lo hicimos, y cargados de las bolsas nos pudimos ir sobre las 4,00 al Hotel del Aeropuerto, tumbarnos un rato y volver a las 6, al menos pudimos descansar una hora y media.

En Jerez antes del tren a Sevilla, nos pudimos tomar un reparador desayuno de mollete con jamón y café con otra pareja de Sevilla con la que habíamos compartido el infortunio. A nuestra casa llegamos a las 12,15, gracias a nuestro amigo Enrique que nos recogió en el Metro y nos dejó en la puerta. ¡Por fin en casa! Besos y más besos. Este ha sido un verdadero viaje de miel. Gracias familia y amigos

Por cierto de la reclamación nada de nada, nos contestaron que todo había sido consecuencia de la huelga de los controladores aéreos franceses y que le reclamáramos a ellos.

Pera nada ni nadie nos puede empañar el recuerdo del maravilloso viaje de luna de miel que hicimos y que le tenemos que agradecer en parte a nuestro amigo Pepe que nos montó una mesa redonda en el Ateneo al que pertenecemos sobre las distintas situaciones de vivir juntos, como nosotros estábamos, hacerse pareja de hecho o casarse por lo civil, y nos convencieron.