sábado, 18 de enero de 2014

Una escapada a Mérida

 Mérida, siempre es un lugar al que apetece volver,  pasearse por ella y encontrarte con algo nuevo que no conocías. 
     En un día se puede ver casi todo,  pero si hay tiempo es preferible  dedicarle el fin de semana completo.
     El pasado puente de la constitución  íbamos a Villafranca de los Barros y decidimos pasar el primer día en Mérida. Llegamos sobre las 10,00 de un día de fiesta y aparcamos sin problemas junto a la plaza de toros. Nuestra primera visita iba a ser a la Casa del Mitreo, que no conocíamos y que nos entusiasmó, sobre todo el mosaico cosmológico, que es una representación alegórica de los elementos de la naturaleza, cielo-tierra-mar, presidida por la eternidad. Esta casa, del siglo I al II,  dispuesta en torno a tres patios, nos muestra los restos de varias dependencias familiares,  zonas comerciales e industriales, termas y jardines, en los que se pueden apreciar la belleza de los colores que la decoraban, la armónica distribución y el papel que ocuparían sus habitantes. Son bastante interesantes unas dependencias subterráneas, que al parecer podrían ocuparse en los meses de verano para sentir menos los rigores del calor. 


                                     

                                     


  
    Salimos por  la zona de los columbarios,  en  un encantador paseo por un camino de cipreses salpicado de frases de pensadores  griegos y romanos, que nos lleva a un lugar más abierto donde se muestran los distintos ritos funerarios y formas de recordar a los difuntos,donde destacan dos edificaciones que fueron los enterramientos de las familias de los Vosconios y los Julios. El día, aunque frío,  permitía disfrutar del lugar

                                        

                                        

     La salida por la calle Vía Ensanche nos permitió continuar hasta el cercano plato fuerte de Mérida: El Anfiteatro y el Teatro. Pero antes se imponía una parada en algunos de los bares junto a la entrada para tomar un cafelito y una tostada acompañada de algo prohibido para coger fuerzas.
     El anfiteatro nos ofrecía un ensayo de lucha de gladiadores que se tomaban muy en serio su papel. Su origen se remonta al siglo IX a.C., y hasta 16.000 espectadores podía venir a "entretenerse" con los "espectáculos" que aquí se ofrecían. Lo recorrimos, bajamos hasta la arena, donde el taller acababa de terminar, y comentamos la paradoja que  supone que nos entusiasmemos con la visión de lugares que presenciaron tanta crueldad. Algo así como cuando se visita una plaza de toros.







   El paso al Teatro siempre produce una especial emoción. Este lugar sigue conservando la huella de las representaciones que aún se siguen realizando. La belleza de su arquitectura impresiona siempre que vuelves a visitarla. La escena se cierra con un alto muro, el "frons scaenae", que se estructura en dos cuerpos de columnas en los que se encuentran estatuas de emperadores divinizados y dioses del mundo subterráneo. El podio sobre el que se eleva está ricamente decorado con mármoles. Los tres vanos del frente escénico son por los que accedían los actores al escenario y sobre el dintel del vano central se encuentra la estatua sedente de Ceres, la diosa de la agricultura, las cosechas y la fecundidad, aunque también se indica que puede representar a Livia, la mujer de Augusto deificada.






    El teatro se construyó entre los años 16 y 15 a.C, patrocinado por Agripa, yerno de Augusto, y su construcción apoyándose en una ladera abarató sus costes. Impresiona ver sus gradas, que podían albergar a unos 6.000 espectadores, divididos según su posición social, más o menos como ahora,  en las caveas: summa-media-ima; más o menos: paraíso-anfiteatro-patio de butacas. Desde todas las gradas se podía acceder bien a los vomitorios o puertas de acceso. 
     La acústica es impresionante, como bien pudimos comprobar por un grupo de visitantes que nos deleitó con un par de canciones, situados juto enfrente de la orquesta, cuyo suelo de mármol es obra de una reforma posterior, y sobre el muro del proscenio. 
El improvisado Coro
                                     
   La mañana se estaba desarrollando muy bien. Continuamos disfrutando con los jardines que se encuentran en la zona posterior, hasta llegar al aula sacra, donde se encuentra el altar donde se honraba a Augusto, pero allí íbamos sobre todo porque desde esa zona se ven bien los urinarios que se encuentran al fondo en la parte alta. 



Los urinarios se observan a la izquierda, sobre la medianera del del muro
 



   Tras la casa del Teatro, salimos frente al Museo de Mérida, al que al final del día entraríamos, para ir callejeando con visiones de restos del foro y de calzadas en el decumanus máximus, hasta  la Basílica de Santa Eulalia.






    La Basílica de Santa Eulalia es muy famosa en Mérida por el "Hornito de Santa Eulalia". Edificio de pequeñas dimensiones que se encuentra en la calle, en el acceso al atrio, y que es un oratorio a esta santa muy popular en Mérida, edificado en el XVII con material de acarreo de un templo dedicado a Marte, y que suele estar muy concurrido por fieles y devotos a la santa. Este templo parece que fue el primero que se edificó en Hispania tras la paz del emperador Constantino como basílica martirial en memoria de Eulalia de Mérida,  de ahí su importancia y que en la edad media se convirtiera en lugar de peregrinación desde el occidente europeo y del norte de Africa. Hasta el siglo XIX formó parte del patrimonio del Vaticano.  El edificio actual se construyó en el siglo XIII, sobre la planta basilical original del siglo IV.  Estaba cerrada pero se podía visitar la cripta en la que se comenzó a trabajar en 1990, y que permite disfrutar de  restos romanos y visigodos, como el primer túmulo tardorromano de la santa, restos de casas romanas de los siglos I al III, sepulcros con pinturas del XVI de santa Ana, san Juan y san Martín, y muy curiosamente a través de algunos de los pilares de la iglesia en la que se asomaban unos angelotes se podía vislumbrar parte de la iglesia que se encontraba sobre nosotros. 









   Aún nos pareció pronto para parar y un paseo muy agradable nos llevó al acueducto de Albarregas y al Circo.  El circo romano es uno de los mejores conservados y de mayores dimensiones, y del único que se conserva toda su planta, por no haberse construido sobre él, aunque se utilizará sus materiales como material de acarreo, y donde quedan restos de la spina que se construía como muro de separación en el centro de la arena. Desde el Centro de Interpretación que está a la entrada se sube a una terraza que permite tener una buena visión del conjunto. Su construcción se inició en el siglo I d.C., durante la época de Tiberio. Hasta 30.000 personal podía acoger, un público que  sobre todo demandaba las carreras de cuádrigas (4 caballos) y de de bigas (2 caballos). Quienes los conducían,  los aurigas,  eran muy populares y los podemos encontrar en mosaicos y pinturas representados. http://laesferahumana.blogspot.com.es/2008/03/podemos-decir-que-uno-de-los-aurigas-ms.html






    Ya de regreso al centro tocaba buscar algún sitio para comer y descansar. Entramos para ver el mercado renovado por Calatrava, en el que ya estaban recogiendo, y frente a él, en la calle peatonal,  nos decidimos por un bar, tipo gastrobar, que tenía buena pinta y que ya se estaba empezando a llenar, donde tomamos unas buenas tapas y tenían una variada selección de vinos, pero no recordamos el nombre.




   Callejeando nos encontramos una bonita librería de las que miman los libros y no quisimos vencer la tentación de entrar, al igual que en el Parador  para ver el pequeño claustro del antiguo Hospital de Jesús Nazareno. Muy cerca el Arco de Trajano, nombre popular de este arco que se situaba en el cardo máximus y que daría entrada a un recinto sagrado que precedía a un templo dedicado al culto imperial, y que impresiona con su tamaño, 15 m. de altura. Quisimos tomar algo en el recomendado "A de Arco", que se apoya en el lateral pero estaba llenísimo, así que continuamos hasta   la antigua iglesia de Santa Clara donde pudimos disfrutar en soledad del museo donde actualmente se encuentra la colección visigoda.



Los capiteles de material de acarreo
Bello cancel de iconostasis
   La plaza de España mostraba signos de fiesta con un tablado en un lateral y personas vestidas con el traje regional. 




    El cercano templo de Diana,  dedicado al culto imperial, uno de los edificios romanos más antiguos de la ciudad, construido entre  el siglo I aC y dC,   luce espectacular con la visión actual debida al  derribo de construcciones aledañas. Su buen estado de conservación se debe a que el templo sirvió de armazón y cimiento del Palacio renacentista del Conde de los Corbos,  del que se conservan algunas ventanas, portada y una doble galería. Se ha realizado una intervención en su entorno  que genera bastante polémica por la idoneidad del  diseño empleado, a mi personalmente me parece otra intervención arquitectónica que reclama un protagonismo que no tiene lugar en el ámbito donde se sitúa, sin aportar valor. 
http://www.extremaduraprogresista.com/entorno/46-entorno-y-medio-ambiente/9503-manifiesto-contra-la-intervencion-en-el-entorno-del-templo-de-diana-de-merida  




  También estaba a rebosar el restaurante-bar que nos habían recomendado frente al templo, así que  seguimos callejeando y nos topamos con un restaurante de tipo familiar que anunciaban  en la puerta conejo de campo, así que viendo la cara de entusiasmo de Esteban entramos, aunque  no resultó nada del otro mundo, pero si no se prueba no se sabe.
   La Alcazaba se nos ofrecía soleada y luminosa. Según la inscripción situada sobre la puerta de acceso, podemos saber que se terminó de construir en el año 835, por mandato de Abd al-Rahman II, siendo uno de los primeros monumentos de esas características levantado por los musulmanes en nuestro país. Su objetivo además de proteger a quienes habitaban en la ciudad era dominar el paso que proporcionaba el puente sobre el río Guadiana.
  El acceso principal, está flanqueado por dos torres y por doble puerta con arcos de herradura, dejándonos en el amplio espacio interior, con   perimetro  de unos 550 m. Los muros en su mayoría están fabricados con sillares de obra romana y visigodas, y adosados a él se encuentran una serie de torres que también funcionan como contrafuertes. En su interior se encuentran  restos de calzada y construcciones romanas, adosada a la muralla en el lado norte la Conventual Santiaguista, edificada por los caballeros de la Orden en 1230 y actualmente sede de la Presidencia de la Junta de Extremadura. 







   Lo  más impresionante  es la bajada al aljibe de época musulmana, por la doble escalera hasta el depósito de agua, para la que aprovecharon pilastras de rica decoración de temas vegetales formando círculos  de algún importante edificio visigodo.

                                   


  El dique de contención de aguas junto al Guadiana,  levantado por los romanos, lo utilizaron como soporte y base del muro de ese lado. La escalera que le da acceso deja sobre una amplia terraza que nos regala la  hermosa visión  de las orillas del río Guadiana y del puente romano.





  El puente de Mérida era uno de los más largos de la antigüedad, con un gran valor estratégico. Se construyó cuando la fundación de la colonia, en hormigón forrado de sillares de granito. Quedan 60 arcos de medio punto y sus medidas son de casi 800 m. de largo y de 12 m. de alto en los lugares más elevados. Desde él se tiene una inmejorable vista sobre la alcazaba y la ciudad.
  A la salida nos despide una representación del río-río-río, puesto que guada viene del árabe wad = río, y ana del prerromano =río. 
  Un agradable paseo por la orilla nos dejó frente a la zona arqueológica de Morerías, parcela que hasta los años 90 pertenecía al barrio de Morerías y que hoy constituye uno de los yacimientos urbanos más extensos de la península. Se conservan restos de muralla, paso de ronda, puertas, restos de casas como la de los mármoles, y sobre todo la transformación del urbanismo hasta el mundo visigodo.





   Atardecía y lentamente nos fuimos caminando hasta el Museo de Mérida para terminar ahí el día. Este magnífico edificio es una de las obras arquitectónicas que más me gustan. Moneo supo conjugar continente y contenido. Está bien expuesto, se deja ver sin agobiar, y a pesar de las muchas horas que llevábamos visitando lugares,  la belleza de lo expuesto actuó como el mejor tónico. 
Foto de la Web de Museo

  Salimos cuando lo cerraban, ya de noche, y tras un cafelito y algunas compras para hijxs y amigxs, la "x"  es una recomendación de mi hijo como nueva forma de integrar el os/as, nos encaminamos a Villafranca de los Barros, el pueblo de mi padre,  para mañana visitar en el cementerio los monolitos   que hace poco  han inaugurado con los nombres de todas las personas que fueron asesinadas por  los golpistas que se alzaron contra el Gobierno  legal, la "columna de la muerte"  al comienzo de la guerra civil. Entre los nombres el de mi abuelo: José Durán Ortiz, barbero como lo fue mi padre, 29 años, 2 hijos y uno que aún no había nacido, amante  de sus hijos y de los animales. Me hubiera gustado mucho conocerlo y que lo disfrutara mi abuela, mi padre y mi tío José.  



   Esa noche nos esperaban  en su casa unos buenos amigos de mis padres y nuestros para pasar estos días con ellos.




Direcciones de interés:
http://www.turismomerida.org/
http://museoarteromano.mcu.es/index.html