DIARIO DE NUESTRO VIAJE A ISLANDIA EN Septiembre de 2018
Viajamos con Islandtours a nuestro aire.
Datos de importes y temas prácticos:
Importe con Islandtours: avión ida y vuelta Icelandair, Madrid-
Reykjiavik con maletas de 23 kg y mochilas de 10 kg más bolso, 14 noches de Hotel en doble con baño y
desayunos, ferry de Fiordos del Oeste a península de Snaesfellsnes con coche,
alquiler de 12 días de un 4x4 zusuki Jimny, nos dieron un Dacia Duster sin
recargos. Con excursiones de Ballenas en
Hjalteyri y Paseo en zodiac en Laguna Jokulsarlon, más Seguro opc. RACE. Nos
regalaron el baño en Myvatn. Total 6.658€
Comer en Islandia es muy
caro sobre todo para mí que por mi intolerancia al trigo, no gluten, y a los
lácteos no podía comer de pizzerías, hamburguesas o salchichas porque la
mayoría llevan trigo o lácteos, por lo que nos salía una media de 70€ la cena, sin postres y con 1
plato cada uno más 2 cerveza, a las que hemos añadido las compras de supermercados,
y hemos calculados unos 900€. Regalos,
museos, piscinas públicas, aparcamientos, aseos: unos 300€. (La media de
los museos son 10€). Gasolina unos 350€, más o menos, hicimos 3.300 km que no se hicieron nada
pesados, porque las vistas y los paisajes te hacen parar cada poco tiempo. La
gasolina casi el doble que en España, una media de 1,80€
No cambiamos coronas, y
aunque todo se paga con tarjeta, conviene llevar algunas para los baños, o si
se coge algún autobús, poca cantidad.
Ave Sevilla-Madrid ida y
vuelta, (66€ ida promo+, y vuelta 105€, tarifa Promo): 171€. Hostal Dulcinea en
Madrid noche del 13/9: 60€. Museo Prado,
exposición Lorenzo Loto, cenar y tapas día de vuelta: unos 70€
En total calculamos que nos han salido los 16 días por unos 8500€, nuestro viaje más caro, pero nos ha merecido la pena y mucho.
Llevábamos: 8 paquetes de
embutidos al vacío (1 caña de lomo ibérica, 2 jamón bellota, 2 salchichón
ibérico, 3 de lomito ibérico) de una tienda especializada en ibéricos, al menos
comer bocadillos buenos, 2 latitas de
melva canutera de Isla Cristina y 2 de pimientos aliñados, 10 paquetes de fruta
desecada, mango, higos, manzana, ciruela,
que venían sensacional para las tardes, 8 de diversos frutos secos que
acompañaban mucho en caminatas y en el coche. Un paquete de rebanadas de pan y
2 paquetes de picos sin gluten de Mercadona, dos paquetes de rebanadas de pan de centeno
sin trigo de Aldi, que me salvaron la vida y llegaron hasta Madrid. 1 paquete
de galletas sin gluten de MAS.
Allí tuvimos que comprar en
los supermercados, (sobre todo Netto y Kronan, en Bonus nada porque no tenían
productos sin gluten ni lácteos en los
embutidos, ni pan): algo de embutidos, jamón y salchichón sin gluten , pan muy
bueno para mi marido, 1 paquete de galletas sin gluten, cervezas para los
bocadillos del mediodía, mirar bien porque un día compramos unas que eran como
zarzaparrilla, sin alcohol y dulces, unas bolsitas estupendas para los sándwich,
que también nos sirvieron para recoger arena de algunas playas, son manías
mías, y alguna cosilla más. Vino
imposible, a 40€ un vino de exportación de lo más corriente, así que pensamos
que aquí cerveza, que por cierto no es
de las mejores que he probado.
Islandia: ¡Uno de nuestros
mejores viajes, con Noruega, Turquía y la querida y maltratada Siria!
DIA 1, 30/8 de 2018:
Salimos
de Sevilla en Ave a las 13,40. Calor en Madrid, y tras dejar las maletas y
mochilas en consignas, nos fuimos a ver la exposición de Caixa-Forum “Música en
la antigüedad”, que aunque después vendrá a nuestra ciudad, nos apetecía verla,
nos quedaba cerca del tren, nos resultaba gratis y nos gustó mucho. Un té y vuelta a Atocha
para dirigirnos al Aeropuerto. Allí aún nos quedaría trasladarnos en un autobús
a la A1, de donde salen los aviones de
bajo costo. Volamos con Icelandair, saliendo a las 22,05.
La
llegada estaba prevista a las 00:25, hora local, pero en realidad llegamos una
media hora más tarde, con una lluvia infernal y con fuertes vientos, ¡vaya
bienvenida! El traslado estaba incluido
con Flybus, que es incómodo y lento, lo coges fuera del aeropuerto sin
marquesinas ni nada, en contacto con los elementos, te llevan a la Estación Central de Autobuses,
también al relente, hay que bajar el
equipaje y esperar resguardados en una sala hasta que el microbús que te corresponda
llegue, volver a meter equipaje y que te deje en una zona cercana a tú Hotel, en
nuestro caso el HOTEL SKUGGI, al que llegamos a las 4:00 de la mañana. C/ Hverfisgata, 103. +3545907000. Buen Hotel, cercano al centro,
bien equipado, cama muy cómoda en la que caímos como fardos, estupendo desayuno
y personal muy agradable. Muy recomendable.
DÍA 2: 31/8: REYKJAVIK.
Tras un estupendo y variado desayuno, tenían hasta aceite de
oliva y pan sin gluten. Avisamos en recepción que llamaran a Avis para que nos recogiera mañana su furgoneta a las 8,30. Tuvimos un día muy completo, nublado y a veces algo de sol y algo de
lluvia. Visitamos la Iglesia Hallgrimskirkja, con su impactante fachada que
semeja las columnas de basalto de una cascada que veríamos días después, en su
interior destaca el órgano, subimos a la torre, que pagamos en euros, desde la que se tienen muy buenas vistas de toda
la ciudad. Un reconocimiento delante de su fachada con una escultura a Leif Eriksson, hijo de Erik el Rojo, de quien
se dice que fue uno de los primeros en pisar tierras americanas: Vinland. Su
padre llegó a Groelandia donde estableció un campamento.
Por
esa misma calle de la iglesia, nos fuimos deteniendo en las bonitas casas
modernistas y en las pinturas y dibujos de algunas, siguiendo la guía Lonely
planet que solemos comprar, hasta llegar al centro. Hicimos un itinerario por lo que en la
guía destacaban y nos fuimos hasta el lago Tjornin, plomizo, con patos, gaviotas y cisnes que reclamaban comida, rodeado
de bonitas casas de madera de variados colores. Nos gustó mucho la escultura dedicada a la
burocracia. La vecina catedral ortodoxa, no nos pareció de gran interés. Del
paseo por las calles junto al parlamento, otro monumento que nos encantó fue el
dedicado a la ¡Desobediencia civil! y un memorial dedicado a las dos mujeres que iniciaron el movimiento
por el sufragio femenino, ¡Islandia es
diferente!
Interesante
la visita al museo “Reykjavik 871+2”, dedicado a los primeros pobladores a partir de
la excavación de una casa comunal vikinga, todo muy bien explicado, incluye el
Museo de la Ciudad que lo vimos el día que volvimos al final del viaje. Tocaba
comer algo y nos fuimos al famoso puesto de perritos calientes cerca del puerto,
toqué madera para que no me sentara muy mal y quité uno de los 2 panes,
¡difícil de comer así! El descanso lo tuvimos en Harpa, el centro de congresos
y conciertos, del que nos encantó su arquitectura, en unos cómodos pubs que nos
permitieron tumbarnos como vimos hacer a otros turistas.
Descartamos
el museo vikingo, porque ya en Noruega vimos todo lo que había sobre ellos y
nos decidimos por el Museo Nacional de Islandia, para el que cogimos un autobús,
(por no cargar mucho mi rodilla con el menisco roto y gracias a 2
infiltraciones podía andar sin muleta), pensando que se podría pagar con tarjeta, como
todo allí, pero no, nos descargamos una aplicación para pagar con el móvil y
tampoco, así que el conductor nos dijo que no nos preocupáramos que ya nos
avisaría de nuestra parada. El museo muy interesante y recomendable, recorriendo
toda la historia del país con piezas excepcionales, pero al final tuvimos que
ir rápido porque era la hora de cierre, la hora y media nos pareció poco tiempo
y nos tuvimos que tomar aprisa unas infusiones con 1 dulce de pinta
estupenda, yo con mis galletas y fruta de casa. Como no era plan de volver a
montar el número del autobús, aunque no estaba muy lejos el centro, nos
acercamos a la Universidad donde nos dijeron que había un cajero. En ella estaban
de inauguración de curso escolar, con unos ricos aperitivos, pero con nuestras
pintas nadie nos hubiera tomado por invitados.
De
vuelta en el bus, pagamos con las únicas
coronas islandesas que sacamos en todo el viaje. El museo de arte contemporáneo
ya estaba cerrado, cierran pronto sobre las 17,30, y nos fuimos paseando por la calle Laugavegur
donde hay muchas tiendas, hasta el paseo junto al mar para ver la escultura que
preside la bahía, Sólfarid, que representa un drakar vikingo, con buenas luces
del atardecer pero con dificultad para hacer una foto donde no hubiera alguien
posando.
Tocaba
cenar con hora del país, las 19:00 horas, y lo hicimos en un agradable
restaurante “Salka Valca” aunque en la calle pone “fish and more”, en la calle de la iglesia: Skolavordustigur 26, que no quedaba lejos del Hotel, con buena comida,
agradables camareros y nuestras primeras cervezas “viking” a 10€!, unos 70€
supuso la cena, sin postre 2 platos uno
del típico plato de bacalao Plokkfiskur y 1 sopa de langosta (cigalas para nosotros)
que estaba riquísima, densa y con muchos tropezones, que compartimos. Cansados
de lo poco dormido, nos fuimos directos al Hotel que al día siguiente nos
tocaba coger coche, bueno yo iba de copiloto.
DÍA 3, 1/9:
Previsto: Lauvartn-
Pingvelir- Geysir- Gulfoss- Kerid?-Baños en Laugarvatn Total: unos 200 km
Después
de un estupendo desayuno, en la puerta con maletas y mochilas, a las 8,30 nos
estaba esperando la furgoneta de Avis para llevarnos a la recogida del coche en
la Oficina de esa empresa en la C/
Holtavegur, 10. Teníamos pagado un Suzuki Jimny, pero nos dieron un Dacia
Duster sin ningún recargo, que nos vino de maravilla. Comenzaba la aventura en
4x4 hacia el Circulo de Oro en un día gris y lluvioso.
Llegamos al parque
nacional de Pingvelir, la especie de “p”
realmente se pronuncia “Z”, con un descanso de la lluvia que nos había
acompañado todo el camino, disfrutando del gran lago Pinvallavatn a nuestra
derecha. Aparcamos en el P2 y tras la visita al centro de recepción y al mirador, nos dirigimos a la impresionante
falla donde se aprecia perfectamente la separación de la placa americana de la
placa euroasiática. Andando por ella llegamos al río Oxara que aquí discurre
entre lava y a la bonita cascada que forma: Öxararfoss, interesante leer todos
los carteles sobre la historia del lugar. Mi rodilla no protestaba y me está
permitiendo hasta ahora hacer un viaje casi como lo teníamos proyectado. Continuamos por los caminos de madera
atravesando el precioso valle hasta las casas del parlamento y la iglesia con
su pequeño cementerio. A la vuelta nos
detuvimos en el lugar donde en el 930 se fundó el Parlamento Islandés, el más
antiguo del mundo, y donde se reunían los jefes de los clanes, los “jaris”, de
toda la isla una vez al año durante dos semanas de junio. Y aquí comenzó a
llover de nuevo con bastante intensidad, ni paramos a ponerles a las mochilas
su protección ni nuestros sobrepantalones impermeables, sin parar y mirando
bien el suelo llegamos al coche con los pantalones mojados, pero los
chubasqueros habían hecho bien su papel.
Pasamos
por el gran lago termal Laugarvatn, donde quedaba nuestro alojamiento, donde
pensábamos a la vuelta, si dejaba de llover, bañarnos en el Spa Fontana, pero
no fue posible porque la lluvia sólo paró afortunadamente cuando visitábamos el
resto de lo previsto. Llegamos a Geysir
que ya no está activo, pero sí Strokkur que
sigue expulsando agua a una altura considerable, lo hizo en varias ocasiones
mientras estuvimos allí, con unos maravillosos arcoíris de fondo. Paisaje
llamativo con fumarolas y el característico olor a azufre.
Nuestra
siguiente parada era Gullfoss, la impresionante catarata que vimos desde
distintos lugares, admirados por su fuerza y belleza, que nos empapó al subir a
la plataforma. En el mirador de la parte baja, aprovechamos para comer nuestros
bocadillos con esa visión tan espectacular, el té calentito del termo lo
tuvimos que tomar en el coche porque de nuevo volvía a llover. En el camino
paramos a ver unos caballos islandeses, con sus abundantes flequillos, que estaban pastando en una granja y se
dejaban acariciar. La estampa no podía ser más bucólica.
Desistimos
de ir hasta el volcán Kerid y del baño,
viendo que el tiempo empeoraba, y nos fuimos a nuestro alojamiento, una
granja con cabañas de lo más acogedoras, la nuestra nos esperaba calentita y nos dio tiempo de descansar y ducharnos antes
de la cena, por supuesto a horario de Islandia. El día nos había regalado
bellos arcoíris en cada uno de los sitios visitados y paisajes magníficos.
HOTEL EFSTIDALUR,
Efstidalur,2. 801 Selfoss tel.
003544861186. El edificio central ocupa la vaquería. Otro edificio adosado incluye
la Recepción, la cafetería y
Restaurante, desde los que hay ventanales de cristales al establo de las vacas.
Buena cena de un completo plato de char artic asado(silvelino), acompañado de
verduras y marinados y otro de hamburguesa especial “Islandia” de una buenísima
carne de ternera con patatas, cebolla, queso y huevo frito, y nuestras 2
merecidas cervezas, 90€. Muchos de los buenos platos que ofrecían los tuve que
descartar por mi intolerancia a los lácteos y trigo, y por la alergia a la
soja.
DIA 4, 2/9:
Del Círculo Dorado a Landmannalaugar y Dyrholaey: 350 km.
Tras
un buen desayuno variado y con estupendos lácteos: Skyr, una especie de yogur
espeso riquísimo que hacían ellos y que es muy típico del país, mantequilla, leche y botellas de suero, de los que sólo probé algo de Skyr en
pequeñas cantidades, previa ingesta de lactosa, pero no me sentó nada bien. Es bastante común
que en todos los hoteles también tengan
una botella con aceite de hígado de bacalao, mi horror cuando de pequeña me lo
querían dar como una especie de purgante/limpiador. El
lugar es recomendable.
Salimos
temprano hacia Landmanalaugar, pero nos pasamos un cruce y tuvimos que bajar
hasta Hella para coger el desvío por la c-26, asfaltada en una parte y con la
presencia a nuestra derecha del impresionante volcán Hekla cubierto de nieve y
niebla. En carreteras como esta cuando ya no están asfaltadas y además bacheadas
es cuando te alegras de haber elegido un 4x4, aunque supusiera más dinero,
sobre todo cuando cambiamos a la pista f-208. No pudimos dejar de parar en
algunos lugares donde las vistas nos impresionaban, pero al fin llegamos, más
tarde de lo que pensábamos al aparcamiento que está delante del río, lo dejamos
allí y no lo vadeamos. El color de las montañas era como el que había visto en
fotos de algunos diarios de viajeros y el valle se habría ante nosotros en toda
su belleza. Cogimos el itinerario de Brennisteinsalda, con la idea de volver
por el campo de lava y así hacerlo circular. El tiempo se estaba comportando y
el paisaje te animaba. Cuando llegamos a la zona de las fumarolas, nos paramos
a comer porque veíamos que se acercaban unas nubes de agua. Ya en el cruce, le
preguntamos a una pareja que subía cómo era el camino por el campo de lava, y
nos indicaron que obligaba a realizar mucho ejercicio de rodilla y que no me lo
recomendaban, así que iniciamos la vuelta por donde vinimos al tiempo que
comenzaba a llover, pero esta vez íbamos bien pertrechados. En el camping hay
servicios de pago, y un hot pot pero el tiempo apremiaba, ya en el coche nos
tomamos esta vez un café calentito del termo con nuestras galletas y fruta, e iniciamos la vuelta por la bacheada carretera,
requiriendo más tiempo del que habíamos previsto, hasta llegar a la c1.
Afortunadamente
dejó de llover cuando llegamos a la cascada
Seljalandsfoss, con sus 60 m de altura y las que la acompañan a su izquierda,
con un bellísimo arcoíris. No pasamos por detrás, quedaban aún muchos
kilómetros hasta nuestro alojamiento y un par de paradas. La segunda parada era
en Skogafoss, otra bella cascada con una gran cortina de agua, en la que nos
comenzó a llover abundantemente.
Intentamos
ir a la lengua glaciar Solheimajokull, del Myrdaljokull, pero al llegar al inicio del sendero,
calculamos que en la ida se nos hacía de noche por lo que preferimos ir a ver el
final del atardecer a Dyrholaey donde los colores y destellos sobre la laguna
litoral eran impresionantes. Ya sí que quedaba ir al Hotel.
HOTEL
DYRHOLAEY, Brekkur, 871. Vik/Myrdal. Ctra. 218. 9 km-16’. +3544871333. Hotel
típico para excursiones, grande y sin encanto, con varios autobuses en los
aparcamientos. Nuestra habitación estaba en otro edificio que aún estaban
construyendo, el aumento de turismo está
provocando nuevas instalaciones hoteleras. Fuimos al Restaurante, que servían
comida hasta las 22:00, mucha gente, ruidoso, casi todo con gluten o lácteos y
sin intención de poner algo a la plancha sin las salsas de nata con las que
suelen acompañarlos. Decidimos cenar en la habitación con comida que traíamos
desde Sevilla: Una ración de jamón ibérico de bellota, una lata de melva
canutera de Isla Cristina y una rica lata de pimientos aliñados con cebolla,
pan del Bonus y mi pan y picos sin gluten que menos mal que traje porque no
encontré en los supermercados donde entré en Reykjiavik, ¡todo buenísimo!
DÍA 5, 3/9:
De Dyrholaey a Vatnajokull, Jokulsarlón. Hofn: 307,7 km N-1
Nos
levantamos temprano para salir sobre las 8. Desayuno menos variado que en el
Skuggi, pero suficiente. Preparamos nuestro té para la tarde en el termo y a la
carretera. Este Hotel no lo recomendamos como los otros dos, aunque dormimos
bien y está en un buen lugar.
Volvimos
a Dyrholaey para ver de día y con el hermoso sol que tenemos hoy, el promontorio,
el arco y la playa Reynisdrangar con sus peñascos-trolls de la cercana Vik. El paso por la laguna fue espectacular
con parada para ver el reflejo del glaciar Myrdalsjokull en ella. Hay un
agradable sendero por el acantilado desde el que se ve perfectamente el arco,
la desembocadura del río Dirholads y las cercanas playas de Vik. Nos tuvimos
que poner en marcha porque el día era largo en lugares, aunque era para
quedarse mucho más tiempo.
En
Vik, más pequeña de lo que la imaginábamos, nos gustó la visión de su pequeña y
fotogénica iglesia. Aprovechamos para echar gasolina y entrar en el inmenso
centro donde hay un supermercado Kronan y una tienda con todo tipo de jerséis
típicos de lana y recuerdos. Por fin encontré
un pan de hamburguesa y un paquete de galletas sin gluten, compramos
también cervezas, un pan con muy buena pinta con trigo para mí marido, y
embutidos de jamón ahumado, sin lactosa,
que habíamos probado en los desayunos y estaba muy bueno. En la otra
tienda tenían ropa de montaña y jerséis de lana pero no nos detuvimos.
Paisaje
espectacular hasta Skatafell, en el Parque Nacional Vatnajökull. Pequeñas
paradas en el camino y visión de la cáscada Foss a Sidu desde el coche. Ese día
teníamos previsto hacer la caminata sobre glaciar, pero mi traumatólogo me la
había desaconsejado, y la anulamos, no obstante me fui a la caseta donde se
compraban los billetes para preguntar su dificultad. Me dijeron que aunque era
asequible, si tenía el menisco roto no me lo recomendaban porque la subida con
los crampones obligaba a un juego de rodillas que me podía fastidiar. Así que mohína y entristecida nos dirigimos
al Centro de Visitantes y a la cascada de Svartifoss, que tiene la curiosidad
de estar rodeada de columnas de basaltos, en las que se inspira la iglesia de
Reykjiavik. No disfruté de ella como se merecía, tenía que digerir mi
frustración y en esa naturaleza me fui relajando y agradeciendo que pudiera
estar allí, cuando hacía dos meses no me lo imaginaba con la muleta a cuesta.
Comimos en unas mesitas y hacia el glaciar.
Para
acercarnos al glaciar fuimos con el coche hasta el aparcamiento de la lengua Svinafellsjokull,
por una pista en malísimas condiciones. Te da un poco de respeto cuando llegas
y ves un recordatorio de las familias de dos chicos alemanes que desaparecieron
allí. Esta lengua no tiene nada que ver con las azules que vimos en Noruega, es
de un color blanco sucio, gris y negro como resultado de la lava, y tiene la
característica que se está formando una laguna por el desprendimiento de
icebergs. Subimos hasta donde pudimos sin arriesgarnos excesivamente y cuando
estábamos más tranquilos rodeados de la abrumadora naturaleza y escuchando el
crujir del hielo, apareció un grupo grande y ruidoso que no imaginábamos cómo
habían llegado porque los autobuses creíamos que no podían pasar por esa pista,
miraban, fotografiaban con sus
magníficas cámaras y se iban, así que pronto volvió la calma, aunque también
nos teníamos que marchar, a las 17,50 era la cita para la laguna Jokulsarlon.
¡Y
llegó la gran belleza! Si nos impresionaron los icebergs cuando llegamos a la
playa de los diamantes, aún nos sobrecogió más el maravilloso atardecer en la laguna, sobre la
zodiac que nos adentraba entre iceberg, escuchando su crujir, con un sol sobre el glaciar que nos regalaba la
tarde más bonita que hasta ahora he visto.
La hora se nos hizo corta y al final ya casi solos navegando por la
laguna vimos a unas focas que nadaban y jugaban entre ellas, ¡mágico! Ni siquiera los horribles buzos que
llevábamos puesto quitaban la poesía del lugar.
Aún nos quedaban unos 80 km hasta el hotel, se nos había hecho de noche. Llegamos más allá de las 21,30 y en Recepción nos dijeron que habían ocupado todas las habitaciones del tipo que teníamos reservada que si no nos importaba ocupar la última que tenían que era una suite, sin recargo, y claro que no nos importaba y ¡vaya habitación! Con una hermosa bañera con sales, y todo tipo de tonterías en el baño, la gran pared que daba al campo y la montaña era una cristalera que al día siguiente disfrutaríamos, en ese momento cubierta con gruesas cortinas. Subimos inmediatamente porque temíamos que no pusieran cena. Pero no sólo sí la ponían, sino que comimos de maravilla, aunque no tomamos la típica sopa de langosta de esta zona, estaba hecha con nata, pero nos pusieron 2 riquísimos platos de pescados con verduras y patatas y 2 cervezas Gulfoss. ¡El baño relajante con sales nos esperaba!
FOSSHOTEL VATNAJOKULL: Lindarbakky, 781 Hofn. + 3544782555. Muy recomendable, al menos la suite.
DÍA 6, 4/9: De Hofn a Egisstadir. Fiordos del
Este. 238 km
Nos
amaneció un día gris. No se veía nada desde nuestra pared mirador, sólo lluvia
y niebla. Nos tomamos un riquísimo desayuno en el bien surtido bufet. Y sin
poder ver las impresionantes vistas sobre el glaciar que indican en Hofn,
cogimos la carretera hacia los fiordos del este, con abundante lluvia, que no
dejaba ver los cisnes salvajes que por estos fiordos hay.
Paramos en el pueblo de Djupivogur, llevábamos 108 km, y por
fin había dejado de llover. Este pueblo tiene un histórico pasado dedicado al
comercio desde el siglo XVI. Junto al agradable puerto, de donde parte el barco
para la isla de Papey, hay un antiguo
almacén de troncos de 1790 testigo de su pasado comercial y que en la
actualidad es un museo, Langavud, sobre
la historia de este lugar, las obras de
un escultor local y muchas cosas más, además de un agradable Bar-café donde nos
tomamos unos cafés bien calentitos para entrar en calor. Después nos dirigimos
al paseo marítimo para ver las
esculturas de piedra “Eggin í
Gleðivík”, los huevos de Merry Bay, que representan
34 huevos de gran tamaño de diversas aves islandesas, y que están colocados a lo largo del puerto,
mereciendo la pena su visita, así como el curioso jardín camino del paseo donde
hay huesos de animales, rocas y minerales.
Ya en el fiordo Berufjordur, la niebla no permitía apreciar
bien la silueta del piramidal monte Bulandstindur, cuando comenzó a abrir el día, y nos permitió disfrutar de
los tonos verdes de las montañas, de las cascadas que constantemente aparecen
por sus laderas y del azul del mar donde comenzamos a ver los cisnes salvajes. En Islandia ya sabéis “si no
os gusta el tiempo, esperar 5 minutos”. Al fondo del fiordo cogimos el desvío
hacia Eyjolfsstadir para visitar la escondida cascada de Fossarfoss o
Sveinsstekksfoss que también la llaman y que nos recibió con sol y en una soledad que apreciamos.
Estas carreteras sinuosas no tienen mucho tráfico y tienen bastantes apeaderos
para poder contemplar tranquilamente la belleza de los paisajes.
En Breiddalsvik hicimos otra parada en la zona del puerto y
nos acercamos al faro blanco de Kambanes, con playas negras y nubes que subían
y bajaban.
La esperada parada fue la de Stodvarfjördur, para visitar el
museo de piedras, (y muchas más cosas), en la casa de la señora Petra Steinasafn. La
colección que ella fue recogiendo a lo largo de su vida, y que gestionan sus
descendientes, es impresionante y bellísima. Las variadas piedras se encuentran
repartidas por todo el jardín y te tendrías que llevar muchísimas horas para
poder ver como se merecen cada una de ellas. En la casa y en un cenador también
se ven otras colecciones de objetos que fue recopilando: bolígrafos, cerillas...
Nos encantó y pudimos estar más de una hora. El puerto frente a la casa y
montañas envueltas en nubes nos despidieron. Tras el faro rojo de Strembitangi
paramos en una pequeña aldea, donde no había nadie, parecía un cuadro, y allí comimos en una mesa estratégicamente puesta
frente al fiordo Faskrudsfjordur, ¡esplendidas vistas!
Las vistas sobre Fáskrudsfjordur y sobre las montañas nos
hacían ir despacio por lo que estábamos disfrutando. Algunas paradas para ver
alguna cascada, fotografiar los paisajes, tomarnos nuestro té y ya nos
dirigimos al túnel que por la c-92 nos llevaría a Egilsstadir. De la ciudad
donde dormiríamos nos desviamos a la c-93, para ver la bonita cascada Gulufoss y visitar
el encantador pueblo de Seydisfjordur en una preciosa y soleada tarde que
permitía disfrutar de los colores de sus casas de madera, de su iglesia
celeste y de los reflejos en el lago de
las montañas y casas que lo rodeaban. El
pequeño crucero esperaba en el puerto su salida al día siguiente. Nos hubiera
encantado quedarnos allí a cenar, en algunos de los animados y agradables
locales de comida, pero nuestro
alojamiento estaba a la entrada de Egilsstadir y teníamos que atravesar de
nuevo la montaña lo que suponían 26 km.
Nuestro
alojamiento de hoy estaba antes de llegar a Egilsstadir, HOTEL EYVINDARÁ. Eyvindará, 2. Egilsstadir.
+3544711200. Llevado por unos agradables jóvenes. Esa noche cenamos pero que
muy bien del menú que ofrecían: buen bufet de ensaladas y cordero asado con
varios tipos de verduras asadas acompañándolo, todo estaba riquísimo y eso que no pude probar
la ensalada de taboulé. El cansancio nos impidió darnos un baño en el hot-pot,
ni tomarnos algo en la planta abuhardillada muy agradable y con buenas vistas.
Muy recomendable.
DIA 7, 5/9: De Egilsstadir a Myvatn. 330km
aprox.
Tras el variado y rico desayuno, echamos gasolina y nos
paramos en el gran lago Lagarfjot, con su leyenda de un gran gusano en sus
profundidades. El día aparecía nublado pero seco. Por la c1 la siguiente parada
fue en la cascada Rjukandafoss, que se divide en dos para encontrarse de nuevo
en la caída. El paisaje que se atraviesa es desértico con campos de lava y
solitario, no deja de emocionarnos los cambios que se suceden en lo que vemos.
A los 100 km nos desviamos por la c901, pista sin asfaltar,
unos 8 km a la aldea de Modrudalur, una antigua granja de interior, restaurada
con sus casas de turba, una bonita iglesia y un acogedor café/bar donde nos
tomamos un café con el frío que hacía lo necesitaba y el que podía un bizcocho
típico. Vimos 2 zorritos que parecían peluches,
a los que seguimos, estaban buscando comida hasta que fueron ahuyentados
por el perro del café. Muy curioso como tienen los surtidores de gasolina
enmascarados en pequeñas construcciones de turba. Desde allí organizan visitas
a Askja, será en otra ocasión.
Volvimos
a los desiertos parajes volcánicos hacia el PN Vatnajokull norte por la N1
hasta la c864, la pista del oeste que no está asfaltada y que la
elegimos porque queríamos ver el cañón y desde esa parte se puede ver y se
tiene una visión más completa de la caída de agua de Detifoss. Tras aparcar acometimos el sendero y escaleras de subida y bajada hasta la cascada, viendo desde
lejos la espuma que genera su caída, su
caudal y sonido te hipnotiza ¡es
impresionante ¡Está considerada la cascada más
potente de toda Europa (el caudal que arroja se calcula entre los 200 y los 500 metros cúbicos por
segundo). Sacrificamos el sendero
a Selfoss, nos quedaba aún mucho por ver,
tenía que cuidar la rodilla y hay que dejar algo para volver. Avanzamos hasta Hafragilsfoss,
preciosa también en su encajonamiento del cañón Jokulsargljufur, que desde aquí
se podía disfrutar en una buena perspectiva. Este parque no tiene desperdicio y
también requiere más tiempo para poder llegar hasta el cañón de Asbyrgi y volver por la 862.
Ya
en la N1 nos desviamos para coger la c863, y en 7 km estábamos en Krafla, esa
zona que te hace sentir en otro mundo, esporádicamente activa, fue en la década de 1970 cuando
volvió a erupcionar, “los fuegos de Krafla”. Impresionante el lugar, las fumarolas,
la central geotérmica que permite que tengan agua caliente gratis, es como si
estuvieras en una película de ciencia ficción, y como no podía ser menos
subimos al cráter Viti, con sus azules aguas y a las pasarelas por las fumarolas. Nos fuimos
con ganas de más.
Aún
nos quedaba algo por visitar en el día soleado que disfrutábamos hoy.
Comenzamos por la zona geotermal de Namafjall y Hverir, en la que de nuevo nos
encontramos rodeados de fumarolas, olor a azufre y manantiales de barro gris
que burbujeaban entre tonos amarillos, blanquecinos y anaranjados, como una
paleta pictórica. Despues nos dirigimos a Grjótagiá, una cueva con agua a 45º-50º, con un hermoso verde azulado en la que está
prohibido el baño y que se ha hecho famosa por salir en Juego de Tronos. Subir unos
10 metros te permite ver la enorme fisura que surgió cuando se quebró al enfriarse lo que la erupción había levantado.
No subimos al cráter del siempre presente Hverfjall, y me hubiera gustado, pero
tenía que cuidar mi rodilla que hoy había trabajado bastante.
El FOSSHOTEL MYVATN, Grimsstadir-600
Skútustahreppur, también nos sorprendió favorablemente, teníamos una bonita
habitación con vistas al lago, y una vez acomodados cogimos las mochilas y a 12
km nos esperaban los baños naturales de Myvatn que era un regalo de la agencia de
viajes. La experiencia fue la que necesitábamos para terminar ese maravilloso
día. Después de acceder a los vestuarios por sexos, y de lavarnos bien sin ropa las zonas que te
indican en unos carteles, sólo quedaba sumergirte en las aguas a diversas temperaturas
que nos esperaban. Experiencia magnífica la de ver atardecer en ella y aunque
había gente no resultaba nada molesto. Con la piel suave y los dos bien relajados tras el baño y la sauna, con una buenísima
cena, esta vez con cordero para los dos, terminamos el día. ¡Así da gusto!
DIA 8, 6/9: De Mivatn a Godafoss- Akureyry y
Hotel Natur:156km
Tras
el desayuno, otro de los bufets buenísimos y variados, con aceite, recogimos
las maletas y con otro magnífico día soleado nos dirigimos a dar la vuelta al lago, la circunvalación son 36 km.
Pequeña parada en Reykjahid, la población más
importante para ver la iglesia, comprar en el
supermercado, y echar gasolina. Visión del volcán Hverfellal al que no subimos
y un agradable paseo por senderos de los castillos negros de Dimmuborgir, un
enorme campo de lava con extrañas y
sugerentes formaciones, donde en una de
las cuevas a las que subimos nos encontramos 2 ovejas tan ricamente descansando
que ni se inmutaron. Aquí sí que nos dimos cuenta que las nubes de moscas
enanas son terribles y que tendríamos que haber comprado la red que llevaban
otros viajeros, así que nos cubrimos como pudimos. La siguiente fue en el
encantador bosque de Hofdi, plantas y
árboles con senderos internos y con vistas y miradores hacia el lago de
color azul, los cantos de pájaros, los pilares de lava y el verdor nos tenían
emocionados. Al sur aún nos quedaba la visita a los pseudocrateres de
Skutustadagigar, que como lo anterior nos mereció mucho la pena. Al irnos
lamentamos no haber podido quedarnos un día más en este lugar.
Cuando
nos encontramos con la C1, nos dirigimos a la cascada Godafoss, otra de las
imprescindibles. Ya desde el
aparcamiento se escuchaba parte del ruido del agua, y cuando se nos mostró en toda su amplitud con
un espléndido arcoíris que la cruzaba
nos quedamos extasiados, otra de las cascadas que te atrapan con su belleza. Para
quedarse allí todo el día desde una a otra orilla y no parar de contemplarla,
antes de marcharnos nos asomamos al puente de hierro para despedirnos de sus
aguas.
Hoy
comimos en la orilla del lago Ljósavatn, con cisnes y patos, en las mesitas que estratégicamente están
situadas en las áreas de descanso, tomando el sol y saboreando una rica
cerveza. Llegamos pronto a nuestro Hotel de hoy: HOTEL NATUR, Poristodum, 601,
Akureyri. +354862771, con personal muy agradable. Se encuentra en el fiordo
Eyjafjordur, el más largo de Islandia, y
al que da nuestra habitación. Tiene hot-pot y sauna, en el exterior zona
de jardines y una torre de avistamiento
con esplendidas vistas al fiordo a la que subimos al volver por la noche. Si no se
quiere dormir en la ciudad es una opción recomendable.
Esa tarde nos fuimos a visitar Akureyri que está
a 17 km, la 2ª ciudad con 17000
habitantes y una oferta cultural que ya la quisieran muchas ciudades españolas
que la triplican. Agradable ciudad con un buen centro cultural y barrios con
casas de madera de principios del siglo pasado y animado puerto. Nos hubiera
gustado ir al Museo de la ciudad, pero cierra a las 17. Dónde sí nos acercamos
fue al jardín de la Navidad que está a
unos 9 km, y la verdad es que nos gustó y compramos varios regalos, sobre todo para nuestras hijas. Cena
en un fish and chips, por unos 40€, tuve el entretenimiento de quitarle todo el
rebozado de trigo. Por la noche no quedaba otra que hacer los 17 km de vuelta
al Hotel, subir a la torre y otro día que con el cansancio no usamos el hot-pot
del alojamiento.
Desayuno
menos variado pero daba gusto estar frente a los grandes ventanales del salón
que daban al fiordo, en otro día claro y soleado y se acordaron de tener pan
sin gluten. Hoy teníamos el avistamiento de ballenas a las 9,30.
Salimos
en dirección Akureyri y subimos por el fiordo con unas vistas espléndidas hasta
Hjalteyri donde había que estar media hora antes para ponernos los engorrosos
trajes que ya nos pusimos en Jokulsarlon, con los que hay que tener cuidado con
lo que llevas puesto porque abrigan mucho. Salimos a navegar en un pesquero
antiguo no muy grande y a la media hora vimos la primera y única ballena
jorobadas durante la hora y media
restante. La visión fue emocionante, sobre todo cuando pasó muy cerca del
barco, y saltaba y dejaba ver el lomo y su inmensa cola, pero también daba algo
de penita ver como la iban siguiendo las 2 embarcaciones y una zodiac, que
aunque no la acosaban no creo que le gustara, ingenuo de nosotros pensamos que
habría un único barco como pasaba antes en Noruega. Camino del edificio donde
nos quitábamos el mono que nos daban, había un grupo con cervecitas dándose un baño
en el hot-pot tan ricamente, con el sol que hacía daba gusto.
Volvimos
por la C82 y C77 y a unos 60 km y antes de pasar el túnel a Olafsfjordur paramos a ver la estupenda
vista de la salida del fiordo al mar y
vimos algo que se movía a lo lejos, otra familia también estaba pendiente, y con
los prismáticos vimos un grupo de varias orcas, que se lo estaban pasando muy bien, nos
costó irnos. Comimos en una mesa junto
al puerto de Siglufjordur, que compartimos con una pareja australiana muy
agradables que también nos comentaron que se habían parado a ver las orcas y que estaban
haciendo un viaje por el norte de Europa de 3 meses, ¡qué envidia!. Sigló, como
le dicen sus habitantes, es una pequeña población que se asoma a la parte norte
de la maravillosa península de los Trolls, Tröllaskagi, muy animada, con bonitas casas antiguas de
madera, que fue una de las más importantes zona de pesca del arenque, que cuando
desapareció también se fue con él la prosperidad de la zona. Otro grupo de
jóvenes se estaban dando un baño entre risas y gritos, pero esta vez en el mar. En Saudakrokur preciosas vistas de las islas
Malmey y Pordarhofdi. Estábamos disfrutando mucho del día y de lo que estábamos
viendo. Una buena elección hacer esta península.
No
nos paramos en Hofsós para darnos un baño en su espectacular piscina con vistas
al fiordo y eso que el tiempo acompañaba, porque elegimos desviarnos por unos
hermosos valles a Holar para ver la iglesia en piedra más antigua de Islandia.
Este poblado fue un importantísimo enclave cristiano, sede de un episcopado desde 1106 fecha en la
que se construyó la Catedral por su primer obispo, hasta
1801 en que se abolió, aunque ya desde 1550 funcionó como sede protestante. En el siglo
XIX se fundó un Colegio de Agricultura, precedente del actual Colegio
Universitario que imparte estudios
técnicos y se investiga sobre biología acuática, acuicultura, estudios equinos
y turismo rural, ¿cómo no ir?, pero ¡todo estaba cerrado!, y la iglesia y los
buenos bienes muebles que se adivinaban los vimos por las ventanas. En las
oficinas del Colegio nos dijeron no saber nada y tampoco fueron muy amables, el
edificio Bar-Cafetería estaba cerrado, así que nos conformamos con ver unas
casas de turbas, que afortunadamente estaban abiertas, que recreaban la vida
pasada y nos volvimos por donde vinimos.
Sí que
nos pudimos tomar un rico té, en una señorial casa con todo tipo de elementos y
decoración de principios del XX, donde
también hacían dulces y tartas caseras, en la parada al norte de Varmahlid para
ver la Granja Museo de Glaumbae, con su bonita
iglesia de madera y típicas casas
de turbas.
En
Blonduós también paramos para ver su
iglesia de un estilo contemporáneo que nos gustó. Estamos en la comarca
Skafjordur donde se crían los mejores caballos islandeses y que no dejamos de
ver a ambos lados de la carretera.
Pronto
llegamos a nuestro alojamiento de hoy GUEST HOUSE DAELI, granja, Hvammstangi,
531, Vididalstunga.+354451256. Recomendamos alojarse preferiblemente en un lugar que no haya que desviarse por
estas pistas sólo para dormir. El desvío de la C1 hasta ella fueron 9 km por
una pista infernal que se nos hicieron eternos. Lo mejor de este lugar fue
el baño que nos dimos en el hot-pot. Cenamos en la habitación porque en el único
menú que ofrecían todo tenía trigo y lácteos, excepto un plato de ensalada que
nos dieron y completamos con una ración de caña de lomo ibérica y la segunda
lata que nos quedaba de melva canutera y de pimientos rojos aliñados. La
habitación no estaba mal. La granja fundamentalmente se dedica a la cría y monta
de los caballos y muchas personas que había venían a entrenar. El soleado día
de hoy nos había deparado preciosas vistas sobre el mar y paisajes de valles y montañas,
por carreteras con escasa circulación. ¡Nos gusta mucho el norte!
DÍA 10, 8/9: De Vididalstunga a Dragsnes,
Fiordos del Oeste, Holmavik. Dragsnes. Total unos 200km
Después
de desayunar, más básico que en los otros alojamientos, y tampoco tenían pan
sin gluten que había solicitado como a los otros alojamientos por correo
electrónico, salimos por otra pista algo mejor, que a los 5 km nos dejó en la ring-road.
Nos desviamos en la península de Vatnsnes para, si era posible, ver focas, y lo fue. En la playa Illugastadir, a la que llegas tras un paseo
de unos 20minutos desde el aparcamiento
con baños que ha habilitado el propietario de los terrenos, te encuentras con un mirador donde hay prismáticos
desde el cual ves muchas focas a unos 20 metros descansando
apaciblemente sobre un arrecife tumbadas
al sol. Lo mejor de la experiencia fue cuando se acercó una pareja de focas al saliente rocoso donde estábamos y empezaron
una especie de cortejo que nos mantuvo embobado hasta que llegó un grupo de
personas y se marcharon de nuevo a sus rocas, ¡fue precioso! En el arrecife y
en el agua también había cormoranes, patos, cisnes y gaviotas. Cuando
regresábamos al coche, contemplando las simpáticas ovejas a ambos lados del
sendero, vimos un punto blanco al final de la bahía y al mirar con los
prismáticos descubrimos que era un gran iceberg flotando, ¡alucinamos! En el
buzón junto a los oportunos baños dejamos un par de euros por su uso, no
teníamos coronas.
El Hversarkur, la roca-trolls, lo dejamos para otra vuelta,
pero sí nos volvimos a parar en el encantador faro rojo de Skardsviti. Antes de
salir de la península hicimos otra parada en Hvammstangi que es su mayor y animada población, donde se encuentra un Centro sobre las focas. Allí compramos varias cosas en el bien surtido
supermercado, que incluso tiene ropa y recuerdos, aprovechamos para echar gasolina, dar un paseo
por su animado puerto, y echar fotos al secadero de pescado y al jardín
con esculturas de foca en madera de la casa de Sirgudur Palmasón, que indica en la fachada que es de 1926.
Bonita parada.
Ya
tocaba dirigirse a los fiordos del oeste por una carretera que en muchos tramos
está sin asfaltar pero que a cambio de ir más lento te permite disfrutar con
las vistas al fiordo Hrutafjordur y de la bahía de Húnafloi, frente a la parte
visitada de la península de Vatnsnes. Muy curioso nos resultó que toda la costa
y sus playas, donde nos paramos a recoger un poco de arena, estaba llena de
troncos, algunos de grandes dimensiones que al parecer arrastra la corriente
incluso desde Siberia.
No
fuimos directamente a nuestro alojamiento sino que nos dirigimos a Laugarholl,
donde se encuentra la cabaña del hechicero y el “milagroso” estanque a 42º,
monumento nacional y donde está prohibido bañarse que también pertenece al
Museo de la Hechicería. Por el camino paramos en 2 ocasiones porque en el
fiordo vimos un grupo de ballenas que saltaban y a las que hasta escuchamos,
imposible hacer fotos con las cámaras de nuestros móviles, pero quedaron en la
retina. En este lugar del interior, solitario
y con bonitas vistas a valles y montañas, hay un Hotel, anteriormente
escuela, que gestionan los maestros que
aquí dieron clase y que tienen una magnífica piscina alimentada por las mismas
aguas que el estanque milagroso, al módico precio de 4€, y en la que, tras el
concienzudo aseo en la ducha, nos sumergimos pensando en el lujazo que era
bañarnos y nadar rodeado de una naturaleza tan increíble y con sólo otra
persona en ella, ¡subidón y relax total!
Subir
hasta la solitaria Djúpavik quedaba para otra ocasión y enfilamos hacia nuestro
alojamiento en Dragnes: GESTS HOUSE MALARHORN. Grundargata,17, Drangsnes, 520.
Tfn: +3548536520. Después de acomodarnos en nuestra habitación con vistas a la
montaña aún nos dio tiempo de pasear junto al mar hasta los restos de antiguos
secaderos y tinglados marinos y ver atardecer frente a la cercana isla de
Grímsey. A las 8,30 estábamos en el restaurante, como nos había indicado el propietario del hotel,
curiosos sus tatuajes incluso en todos los dedos de las manos. Nos había
reservado una de las mesas con vistas al
mar y a la isla. La cena no pudo ser más buena, un cordero asado exquisito con
verduras variadas y un halibut fresquísimo con verduras y patatas asadas. Con las
cervezas nos costó unos 90€. Antes de irnos nos comentó que conocía España y
que había ido muchas veces sobre todo a la zona de Orihuela, pero que ahora con
3 niños era más difícil viajar. Antes de ir al edificio donde estaba nuestra
habitación, dimos un paseo junto al mar y
nos encontramos con el “Kerling”, un afloramiento rocoso de los que consideran
trolls petrificados.
DIA 11, 9/9: De Drangsnes a Patreksfjordum.
405km-6h15’
Tras
el sueño reparador en las cómodas camas, eran dos juntas, el desayuno no pudo
ser mejor, todo riquísimo y con una pastelería casera de dulces y tartas que no
pude dejar de probar, lo que más me cuesta son los dulces con lo golosa que
siempre he sido, aunque fueron dos
trocitos muy pequeños, el salmón ahumado y todo lo salado riquísimo. En fin que
es un alojamiento muy recomendable para conocer esta solitaria y bellísima
costa de Strandir con sus maderos a la deriva. Al marcharnos nos encontramos con la pareja de
australianos que iban a desayunar y también habían dormido aquí.
Pasamos
por los hot-pot junto al mar que ayer tarde estaban tan animados con varias
personas con sus cervezas disfrutando del agua y de las vistas y del que ahora
salía una señora que ya se había dado su baño matinal. Nos despedimos de esta
hermosa zona de los fiordos del Oeste que nos están entusiasmando porque el día
de hoy era largo en kilómetros y la mayoría por pista sin asfaltar.
Isafjordur
era el primer destino por estas
escarpadas y tortuosas costas y no había los estupendos ferris que en Noruega
te eliminaban tantos kilómetros por los fiordos. El día se estaba poniendo
nublado y con amenaza de lluvia y nos separaban
233 km
de ella que casi no nos dimos cuenta, porque
los hicimos parando y disfrutando muchísimo, a veces porque divisábamos
ballenas y otras por las maravillosas
vistas de montañas cubiertas de nieve en la otra orilla del fiordo, donde se
nos ofrecía la visión del glaciar Drangajokull y sus lenguas. Este gran fiordo,
Isafjardardjúp, a su vez contiene otros fiordos menores. En el fiordo Skötufjordur tuvimos una bonita parada para tomar un café
calentito, el frío en esta zona era mayor, y unos chocolates. Fue en Litibaer,
una histórica granja del siglo XIX, acondicionada como un pequeño museo, con
detalles muy curiosos e interesantes, donde nos indicaron que a unos 200 metros
podíamos ver focas y las vimos muy bien, nadando y tumbadas como a ellas les gusta
ponerse porque hay unos buenos prismáticos que el propietario, que allí nació, deja en una mesa.
Nuestra
próxima parada fue en una aldea costera, Súdavik, con unas preciosas vistas a
la península de Snaefjallaströnd, y comimos en ese privilegiado emplazamiento. Después, visitamos en la antigua granja Eyrardalur el
Centro del zorro ártico, que muestra los
estudios que sobre este animal se vienen realizando en la norteña península
de Hornstrandir. Hay fotos, documentales
y unos zorros disecados, que tuvieron que ser bellísimos en vida y que me gustó
menos. El centro y bar están atendidos por voluntarios que también pueden
colaborar en la Estación de Investigación. Tampoco me gustó la explicación que
hacen sobre la caza del zorro y su justificación en fase a la ancestral
costumbre y las pérdidas de ovejas, son razonamientos que están superados y
bien rebatidos por expertos respetuosos con el mundo animal. El zorrito
huérfano que estaba enjaulado en el recinto exterior, oculto bajo una especie
de mesa no parecía estar muy contento, creíamos que este centro iba a ser otra
cosa.
Cuando
llegamos a Isafjadardjup, nada más bajar en el puerto comenzó a llover
fuertemente, así que dimos el paseo en coche para ver las casas de madera y
hojalata, algunas del XVIII, testigos
del importante pasado ballenero de esta población, la más habitada de estos
fiordos. La iglesia con las palomas pintadas por los lugareños estaba cerrada y
no había apenas nadie por las calles, así que entramos en el supermercado Netto
a completar reservas de alimentos y entrar en los servicios.
Salimos
por el nuevo túnel que ahorra el paso de una imponente montaña, dirección Holt.
La salida al fiordo Onundarfjordur nos dejó boquiabiertos y entendimos porque le llaman el fiordo
bonito, no llovía y unos rayos de sol incidían sobre una bellísima montaña
junto al mar. Lo de ahora eran pistas en mediano y a veces peor estado con el
trazado típico de los pasos de montañas, así que tranquilamente mi conductor
preferido fue atravesando estos imponentes lugares.
Llegar al fiordo
Dyrafjordur, fue no dejar de parar por sus imponentes vistas, estábamos
atravesando hasta llegar al siguiente fiordo, los que se denominan los Alpes
islandeses por no tener ninguna cima plana, bellísima zona, solitaria, sin
autobuses, sólo algunos coches aisladamente y rodeados de nieve. En este fiordo
en Pingeyri es donde se celebra el festival vikingo. En una de las paradas nos
tomamos nuestro caliente café de hoy con avituallamiento del coche, ¡qué bien
sienta! Lo del termo de Decatlón de ½ litro es algo que debemos al diario de un
viajero y que recomendamos vivamente.
Atravesando
el paso de Hrafnseyrarheid, paramos como otro coche a pisar la nieve que
llegaba hasta la carretera, no quise andar mucho pero con lo hecho ya la
felicidad me recorría el cuerpo. Asomarnos al Arnarfjordur fue otro subidón, a
lo lejos en la otra orilla ya se percibía la cascada Dynjandi, y antes aún
paramos en otra bonita cascada, Gljufurá que nos salió al paso y que se
despeñaba alegremente entre piedras hasta el fiordo. Ya sí que llegamos a
Dynjandi, una de las más bonitas que hemos visto, que a su vez se convierte en varias cascadas en su bajada.
Aquí sí que el aparcamiento tenía un buen número de coches y había bastantes
personas fotografiando la cascada con trípodes y cámaras profesionales,
Islandia es un paraíso para la fotografía y atrae a profesionales de todo el
mundo. Con mis bastones y piano piano, fui subiendo todas las etapas,
deteniéndonos en todas las cascadas hasta llegar al final a la que llaman el
velo de la novia. Espectacular y contentísima porque hace 2 meses no podía
imaginarme que pudiera hacer lo que estoy haciendo, mi rodilla se está portando
de maravilla, pero yo le pongo mucho traumel, le agradezco su esfuerzo y en los
días de marcha más dura un gel de ibuprofeno.
Tocaba volver a bajar, seguir
disfrutando con lo que se abría ante nosotros y en ver por cuál de las dos opciones llegábamos a Patreksfjordum, que al
final fue por Brjanslaekur, de donde saldríamos con el ferry.
Era
el el último tramo del día, y el sol se estaba poniendo, no volvimos a parar y
las fotos del precioso atardecer sobre nuestro fiordo se hicieron desde el
coche. Eran las 9 cuando aparcábamos en nuestro alojamiento, FOSSHOTEL
WESTFJORDS, 450 Patreksfjordum, Adelstreati, 100, tlf: 3544562004. A 1,3km del centro del pueblo en un antiguo edificio
histórico, muy renovado. Esta población toma su nombre de San Patricio de
Irlanda, y se hizo famosa porque aquí se comenzó el cultivo de la patata y la
introducción en la dieta islandesa. Nuestra habitación tenía una preciosa vista
al fiordo y a los acantilados que recorreríamos al día siguiente, pero
encontramos menos detalles que en otros hoteles de esta cadena, como los hervidores
con té y café que tan bien nos venían para preparar nuestro té de la tarde y el
baño era pequeño, con una cortina muy
corta en la parte que no había mampara
que ponía todo lleno de agua, incluso a quien estaba en el cercano lavabo. El
personal como siempre superamable, nos estamos encontrando con algunos
españoles, franceses y sobre todo polacos, islandeses hasta ahora ninguno. El restaurante
es un punto y aparte, la mejor comida del viaje la hicimos aquí: unos mejillones
buenísimos a compartir, y dos platos de uno de los mejores cordero que hemos
comido, con un buen acompañamiento de verduras, setas, crema de remolacha y de calabaza y por supuesto de patatas. Con la
cerveza han sido unos 100€ que los hemos
pagados satisfechos, ya hace días que decidimos no agobiarnos por los altos
precios a pagar, ¡en casa ya ahorraremos!
DIA 12, 10/9: De Patreksfjordur a Hellnar
(Snaefellsjokull). 300 km y el ferry
El desayuno no era tan variado como en otros Hoteles de la
cadena Foss, ni salmón ni aceite que tanto me gustan, pero desayunamos bien con
lo que ofertaban en el bufet.
Salimos hacia el pueblo y
dimos una vuelta entre sus casas marineras. En el puerto con bonitas
vistas y mucho ajetreo, nos paramos en unos montones de cajas que mostraban magníficos bacalaos, fletan,
halibut y otros pescados que no conocíamos junto a un barco pequeño que había
llegado esa mañana, y como yo hablo hasta sin saber inglés, le chapurreé al
pescador sobre su pesca y ya con el fluido inglés de mi compañero echamos un
ratito, venía de pescar cerca de la costa de Groelandia, que está a unos 250 km,
navega él sólo y conoce bien España porque su chica es de Cómpeta, en la
Axarquía malagueña, en esos momentos es cuando siempre pienso que tengo que
estudiar más inglés.
Después
del intercambio salimos en dirección a la península de Latrabjarg, en un espléndido
día soleado. La primera parada fue para el fotogénico y oxidado barco
“Gardar”, solitariamente varado en
tierra junto al fiordo.
Las
impresionantes vistas nos hacían ir muy despacio y la pista tenía sus buenos baches, pero pasada
la pista de aterrizaje y el poblado de Hnojótur con su curioso y eclético
museo, decidimos desviarnos por la estrecha pista 615 que bordea por este lado el acantilado sobre el Patreksfjördur
para conocer “Sellátranes”, que daba nombre a nuestra última habitación, y no
nos arrepentimos, era un lugar encantador con su riachuelo, una granja y un
bonito faro.
Volvimos
y retomamos la 612 para dirigirnos a la
playa de Breidavik, muy recomendada por el pescador, y que está situada junto a una agrupación de casas con su
pintoresca iglesia blanca con el tejado rojo. Hay un alojamiento muy apetecible
para pasar unos días en soledad. La arena dorada contrastaba con las algas que se
apiñaban haciendo bonitas figuras, olía a mar, el Mar de Groenlandia donde se
encuentra, y en el que sólo mojamos las manos, porque en ese momento comenzó a
llover, ¡los 5 mínutos islandeses! Ya desde el coche hermosas vistas sobre
Hvallátur, otra fabulosa playa de arena
blanca.
Látrabjarg
y su faro fueron la siguiente parada, ya no llovía y volvía a lucir el sol para
hacer el sendero previsto. El espectacular acantilado de más de 500 mts de
altura, se perdía a lo lejos de nuestra visión. Al ser
septiembre no encontramos más que chillonas gaviotas que sobrevolaban el
magnífico paisaje, y las huellas de donde anidan los puffin. Mientras que
ojeábamos con los prismáticos no dejábamos de mirar al frente, porque entre las
nubes nos parecía ver algo de tierra, y en un momento de claro se percibió una
línea de costa y elevaciones con nieve, ¿¡Groenlandia!? estábamos en esa
dirección.
Con
la emoción de lo visto, volvimos al coche para deshacer el camino y al encontrarnos
con la c614 recorrer los 10 km de grava y baches hasta Raudasandur, la playa de
arenas rosadas. Comimos en unas rocas frente a la laguna que se forma delante
de la playa, en un silencio que se agradecía para impregnarnos de lo que nos
rodeaba. Aún recorrimos unos kilómetros más en dirección Lambavatn, hasta
llegar a la encantadora iglesia de Raudasandur, de madera negra y tejado rojo,
allí dimos la vuelta para ir hacia el camping de Melanes y acercarnos a la
playa. Este lugar nos enamoró, tiene unas cabañas de madera y servicios
compartidos de aseo, duchas y cocina, https://www.melanes.com/campsite, paseando
entre ovejas nos acercamos a la playa a disfrutar de este aislado y bello lugar
y coger un poco de arena.
Nos
quedaba el tiempo justo, ¡con las pistas que teníamos que volver a hacer!, de
llegar a Brjánslaekur, tomar un café frente a la zona de embarque y coger el
ferry Baldur hasta la península de Snaesfellsnes, nada del baño en las pozas
previsto antes de embarcar.
En
la travesía por el Breidajordur el viento fue en aumento y comenzó a llover, y
poco a poco nos fuimos acomodando en el interior y la cubierta quedó solitaria,
salimos de nuevo en la parada de la isla
de Flatey, una encantadora isla con sus coloreadas casas y su faro en una isla
próxima, que también queda pendiente de visita. Fuimos entrando y saliendo de
la cubierta hasta que ya divisamos los faros que anunciaban Stikkishólmur, el
puerto donde arribábamos ya casi de noche junto a la mole de basalto. A esta bonita población que recibe con un muro de basalto, no le pudimos dedicar
el tiempo que se merece, por la hora que era y la lluvia que caía. Decidimos parar en la primera gasolinera a
echar gasolina y comer algo de lo que hubiera, desafortunadamente para mí sólo tenían
hamburguesas y pizzas, así que pedí una sin pan y no sé qué entendieron que
tampoco le pusieron cebolla, ni patatas, y a mi marido que pidió la que le
pareció mejor, resultó ser la infantil, así que llegó rodeada de un refresco y
un puzle. Barata pero nada para recordar.
Los
90 km hasta nuestro Hotel, se nos hicieron eternos, de noche y sin parar de
llover. FOSSHOTEL HELLNAR, Brekkubaer,
356 Hellnar. A las 10,30, cómo habíamos imaginado ya no daban de cenar, pero sí pudimos tomarnos unas cervezas que
nos sentaron de maravilla. Personal como siempre muy amable, el Hotel cómodo y
con los hervidores que tanto nos gustan.
DÍA 13, 11/9: Hellnar. PN Snaesfellsjokul.
Vuelta a la isla Reykjavik. Unos 250 km
Dormimos
muy bien y nos despertamos con vistas al mar, en un día algo nublado, y al fondo vimos una mancha
que aparecía y desaparecía, los prismáticos nos mostraron una ballena que nos
daba los buenos días, así da gusto despertarse, luego aparecieron más. Buen
desayuno en el salón mirando al océano y otra vez a montar las maletas, esta
será la última vez que viajen en él.
Tras
fotografiar la iglesia de Hellnar nos
dirigimos a los acantilados de Lóndrangar, con unas fabulosas vistas, donde ya
no se veían nuestras orcas juguetonas de la mañana. Muy cerca estaba la entrada
a la cueva de Vatnshellir, tubos de lava, que sólo se visita con circuitos
guiados de 45 minutos, unos 22€. No la vimos porque no me atreví por mi rodilla
a subir y bajar al ritmo de un grupo por una escalera de caracol.
Nos
gustó mucho el faro Karlstadatangi, construidos a principios del siglo XX y
reconstruidos en 1946, está situado en
los terrenos de la Granja Malarrif, que fue una de la más aisladas de Islandia.
Tiene un cómodo y bonito paseo desde donde se llega a los acantilados e
impresionantes formaciones rocosas, miradores sobre la gran playa de
Djüpalonssandur a la que no bajamos y no pudimos probar levantar algunas de las
4 piedras que al parecer se utilizaban para saber si se podía ser marineros.
Este faro alumbraba y ayudaba a los numerosos barcos que venían a esta costa
rica en caladeros. A nuestra espalda campos de lava y rodeado de nubes el glaciar Snaesfellsjokull
que cubre el volcán donde Julio Verne situó la bajada al centro de
la tierra.
Eran
las 10 y ya abría el cercano Centro de Visitantes del Parque Nacional, que se
extiende por 170 km2. No tiene muchas
cosas pero las explicaciones son ilustrativas y en temporada ofrecen circuitos
guiados al parque, al que nos dirigimos a continuación por la pista 570, sólo
para 4x4, a llenarnos de la energía positiva que dicen que desprende. El volcán
está indicado a 7 km.
A
medida que subíamos se iba despejando la cumbre del volcán y pronto paramos
para ver las vistas de la cercana costa y hacer un sendero a la cueva que canta,
“Sönghellir”, donde dicen los carteles
que vivieron personajes de la mitología islandesa. El tiempo se enfriaba y las
nubes se hacían más densa y cada vez se encontraba más cerca el dormido volcán
al que no íbamos a subir, pero sí paramos en una zona nevada desde donde se inicia
una de las subidas, la soledad y el silencio nos rodeaban en una belleza plena,
hasta que empezó a llover. La bajada la
acometimos por la pista 575, con más baches pero que nos interesaba más. Aún
tuvimos otra parada para hacer un sendero a la cascada Klukkufoss, sin lluvia.
La pista nos dejó cerca de la salvaje playa de Skardsvik, donde las olas
rompían con fuerza, aquí se encontró una tumba vikinga del siglo X que en la
actualidad se encuentra en el Museo Nacional. Respirar el aire de mar siempre
viene bien y la lluvia no había vuelto a aparecer.
A la izquierda por la 579 nos esperaba la
costa de Svortuloft con sus escarpados acantilados negros y los campos de lava
de la antigua granja Gufuskalar, donde
los restos de cabañas se esconden entre ellos, y las ovejas saben esquivar las
tremendas grietas que lo surcan. Al final se encuentra el acantilado de
Saxhólar, Hvalrauf y el faro de Skalanasgaviti, con una pasarela
de madera que se asoma a los tremendos acantilados, donde han naufragado muchos
barcos, abstenerse quien tenga vértigo, y desde los que se suelen observan
ballenas y todo tipo de aves que suelen anidar en ellos, como nos pasó en Latrabjarg,
sólo vimos gaviotas y algún cormorán, y pensamos en la dificultad de quienes
aquí vivían en siglos pasados, para
bajar por estos recortados y puntiagudos acantilados atados con cuerdas para
coger los huevos de las aves como sustento.
Tocaba
volver a la derecha. Ya en Hellissandur paramos en el Museo marítimo con
reproducciones de las casas de los pescadores con su techo de turba, barcos
pesqueros antiguos, esqueletos de ballenas y las piedras de medir fuerzas. En
Rif su puerto estaba sin nadie, el día estaba poniéndose cada vez más negro y a
lo lejos se veía la gran cascada Svödufoss, su iglesia no estaba abierta, así
que no pudimos ver el cuadro que parece que representa la visita de Cristobal
Colón en 1477 para preguntar por los viajes de los vikingos a Vinlandia.
Ólafsvik fue un visto y no visto, volvía a llover y la saludamos desde la
solitaria playa a su salida casi pegada a los verdes prados. Sí que dimos un
paseo por la dorada arena de la gran
playa que está antes de llegar al Kirkjufell, con una extensa lengua de arena hasta la montaña. Al final del recorrido
comenzó a llover y nos pareció que comer en el coche frente al mar, bien
calentitos era la mejor opción, también cayó la infusión que hoy traíamos.
Afortunadamente
dejó de llover cuando llegamos al Kirkjufell, esa magnífica montaña volcánica
que según estés situado te presenta una silueta. Detrás de ella las cascadas
Kirkjufellsfoss en las que pudimos aparcar bien. Aquí sí que había mucha gente,
muchos coches y hasta autobuses con
viajeros de China que no hemos dejado de ver en toda la ruta, excepto en los
fiordos del Oeste. Subimos a las cascadas, hicimos todas las fotos de rigor y
me enfadé al ver cómo había quien no respetaba las cuerdas de no pasar,
bajaba y se ponía delante de las
cascadas para que le hicieran sus fotos posando y haciendo tonterías, mientras
el resto estábamos esperando que se cansara para poder hacer las nuestras de
las cascadas. Afortunadamente llegó un coche de policía para que se quitaran
los coches mal aparcados de la carretera que obstaculizaban el paso y salió a
estampidas. Cada vez puedo menos con quienes van a lo suyo sin pensar en los
demás.
Viendo
como estaba el tiempo vimos Grundarfjördur muy rápido, la iglesia, y algunas de
sus calles y salimos por la 56 hasta la
54 en dirección a Borgarnes. No visitams el sur de la península que habíamos
atravesado la noche anterior con lluvia y viento. Nos pasamos el previsto
desvío a Gerduberg, poco indicado, para
ver sus columnas de basaltos, era complicado dar la vuelta y no dejaba de llover
así que tenemos otro pendiente. En la primera
gasolinera que encontramos tenía una estupenda cafetería y allí nos nutrimos el
coche y nosotros. Ya fuimos directamente hasta Reykjiavik, donde llegamos sobre
las 18,30 a nuestro cómodo Hotel Skuggi, con aparcamiento gratis.
Ya
en el coche habíamos decidido ir a una piscina local y encontramos una cerca de
nuestro Hotel, así que preparamos la mochila de baño y enfilamos hacia
“Sundhölin”, , la más antigua de la ciudad, construida en 1937 en estilo art
deco y ampliada posteriormente. Y fue una idea estupenda porque por 9€ pp, pasamos
2 horas estupendas, entre la piscina cubierta del edificio antiguo, la del
nuevo que era al aire libre, los diversos hot-pot, la sauna y el vaporarium. Lo
que observaba a mí alrededor me recordó lo que serían los baños en la antigua
Roma o los del islam en los que he
estado: pasar el tiempo, charlar, relajarse después del trabajo. Tras el baño y
la exhaustiva ducha comunal de los vestuarios separados por sexo, te quedas como
nueva y además para los bañadores y gorro, después de lavarlos tienen una
especie de secadora individual, con los que te los llevas prácticamente secos. https://reykjavik.is/stadir/sundholl-reykjavikur
Salimos
a las 21,01 según el reloj de la salida, y en la cercana calle de la Iglesia,
Laugavegur 74, encontramos un agradable
sitio, “Staff Kitchen&Bar”, donde cenamos sopa de verdura, un bacalao y una
hamburguesa de buey, que con las 2 cervezas nos sentaron de maravilla, por unos
70€. Dimos un corto paseo nocturno por
las calles hasta el centro, por el que se
veían grupos con sombreros de disfraces y banderas de Islandia y Bélgica porque
se había jugado un partido entre ambos países que ganaron los belgas, todo en
un ambiente festivo y muy distendido. Tras poner a terminar de secar las toallas y los bañadores
en nuestro estupendo seca-toallas del baño, cogimos la cama con mucho gusto.
DÍA 14, 12/9: Reykjavik. Perlan. Península de Reykjanes.
Devolver coche y última noche en Islandia.
Unos 150 km
Desayunamos
estupendamente con la variedad y calidad que ofrece este Hotel, la camarera
polaca se acordaba de mí y cuando me vio llegar me dijo que me iba a preparar
mi pan sin gluten, la recepcionista era de Granada y la chica del bar de
Madrid, así que con las tres echamos un ratito antes de bajar por el coche en
el último día que estaríamos con él.
Queríamos
ver Perlan y sus vistas. No compramos las entradas para las atracciones, sólo
para la terraza de la última planta desde la que divisas todos los alrededores
de Reykjiavik y alrededores, fotografiamos las esculturas musicales de la
entrada y nos fuimos. Desde nuestro punto de vista prescindible, quizás con
niños pueda ser divertido entrar en lo sala de los volcanes y la que representa
los acantilados de aves.
Salimos
por la c41 en dirección al Aeropuerto y nuestra primera parada fue en Hafnir,
un poblado marinero donde se encuentran los restos de una vivienda del siglo
IX, asociada a una de las sagas y un ancla junto a la Iglesia del barco
fantasma que llegó en 1870 sin pasajeros y con un cargamento de madera, casas
aisladas y hermosos caballos.
En
Hafnaberg nos asomamos a los acantilados esperando ver alguna ballena pero en
ese día gris y plomizo debían estar de vacaciones, así que nos fuimos hacia el
sur a Sandvik, puente entre los dos
continentes, a encontrarnos de nuevo con las placas tectónicas de Eurasia y de
América y hacer las monerías que hace todo el mundo: foto sujetando el puente,
atravesar de uno a otro…y reflexionar sobre ese centímetro que cada año los
separa más.
En
Valahnúkur dimos un paseo por sus campos de lava y subimos a algunos pequeños
cráteres, con esos paisajes tan alucinantes que las erupciones del siglo XIII
crearon. El faro de Reykjanesviti, el más antiguo de Islandia, que en un segundo iluminó el sol nos dio los
buenos días. Los acantilados son espectaculares y ese día las olas rompían con
fuerza sobre ellos, a lo lejos se podía divisar el islote rocoso de Eldey, una
reserva de aves protegidas, donde vive la mayor colonia del alcatraces
atlánticos del mundo y donde parece que murió el última alca gigante. Paisaje
que no nos cansábamos de contemplar y pasear.
Al
salir torcimos a la derecha hacia una zona geo termal, que bullía, humeaba y
expulsaba chorros de agua, increíble naturaleza la que nos rodeaba, aprovechado
ese calor termal por varias centrales que proporcionan electricidad a la red
nacional. En el fantasmagórico manantial termal Gunnuhver con cruel y trágica
historia asociada para la pobre bruja Gunna, nos hicimos la foto de rigor.
Esta
parte del suroeste de la península es
impresionante con sus campos de lava, cráteres y fumarolas, recibe el nombre de
¡100 crater park!
En
Grindavík nos gustó su activo puerto marino, uno de los centros pesqueros más
importantes de Islandia. Con las nubes negras que cada vez cubrían más el cielo
y las gotas que empezaron a caer nos alegramos de haber decidido no ir a la
“laguna azul”, el regusto tan bueno del baño del día anterior y el querer
explorar más esta zona nos hizo desistir de ir junto a las predicciones que
indicaban fuertes lluvias en la zona de la laguna. Por la hora que era buscamos
un restaurantes donde tomarnos una rica sopa de langostas (cigalas), y lo
encontramos frente a una zona portuaria, con sus vistas al mar, “Veitingahúsid
Brúin”, Hafnargata 26, Grindavik, riquísima y apetitosa sopa cremosa con sus
cigalas, en la mía no echaron nata, llena muchísimo. https://www.restaurantbruin.com/
Fue salir de comer y comenzar a llover fuertemente
y sin pausa, rodeados de lluvia nos dirigimos al campo geotermal de
Austurenglar o Krysuvik por la granja que está abandonada en esa zona en la que
el agua sale hirviendo y la temperatura bajo la superficie es de 200ºC, vaya que en cualquier momento se pueden dar explosiones.
Paramos junto al lago Graenavatn, decir lago es repetitivo porque “vatn”
significa lago, pero es como cuando decimos río Guadalquivir, “río ríogrande”. A vueltas con el lago que
tenía un bonito color verde de fondo, es un antiguo cráter de grandes
dimensiones lleno de agua como ya hemos visto en otras ocasiones. Las montañas
tenían tonos que se asemejaban algo a los de Landmannalugar.
En Seltún el olor del azufre, la variedad de tonos
de los minerales de la tierra, las solfataras y las pozas de que burbujeaban
fangos nos indicaban lo viva que está la tierra que pisamos. Se formaban
riachuelos blanquecinos entre los ocres, dorados y anaranjados como si la
paleta de un pintor se hubiera derramado, ¡cuánta belleza! que recorríamos
ensimismados aprovechando el respiro que nos había dejado la lluvia.
Camino del lago Kleifarvatn, un corazón hecho en la
vegetación de una montaña nos dio las buenas tardes. El lago y qué lago ocupa
un gran fisura volcánica con acantilados de lava y arena negra en las orillas y
en su interior, como todo lago que se precie, dicen que existe un monstruo con
aspecto de gusano como el de Lagarfjot. Su profundidad máxima es de 97 m. y su
tamaño disminuyó tras el gran terremoto del año 2000, aunque las grietas ya se
han rellenados y está volviendo a su nivel anterior.
Ya de vuelta a Reikjavik paramos en un gran
secadero de cabezas de grandes peces, custodiados por gaviotas, el olor no era
muy agradable, pero nos recordaron a los secaderos de las islas Lofoten en
Noruega.
A las 5,30 estábamos en Avis devolviendo nuestro
coche que tan bien se había portado y al que ya le habíamos cogido cariño.
3300km nos habíamos hecho con él y no se habían hecho pesados, sobre todo a mi
querido conductor. La furgo de Avis nos dejó a las 6 en el Hotel y tras dejar
las cosas y asearnos, fuimos a avisar en
Recepción de que por favor avisaran a Flybus para ver a qué hora nos recogían
mañana, nuestro vuelo salía a las 15:00.
Y ya sí que nos fuimos a vivir nuestra última tarde y noche en la ciudad. En primer lugar terminar
de comprar los regalos para hijas e hijo y recuerdos para las amistades. En
este viaje nuestro regalo ha sido el viaje. El lago estaba con rayos de sol y
una bonita luz de atardecer, que disfrutamos también en la zona del puerto, lo
que nos hizo retrasarnos y cuando
intentamos cenar en “The Sea Baron”, las colas nos hicieron desistir, pero con
un atardecer tan bonito ¡cómo meternos en un interior!. Cenamos estupendamente
en “Akureyri fish Restaurant”, que hace
esquina en esa zona, un plato de varios pescados: bacalao, char artic y mejillones, la salsa estaba riquísima y otro
de bacalao al limón con patatas, todo buenísimo, en Tryggavagötu, 8.
Tranquilamente nos fuimos despidiendo de la noche
en esta ciudad, Harpa estaba magnífico con sus luces cambiantes que iluminaban
sus alrededores, la noche tenía esa luz de no querer irse, como nosotros, y
fuimos por el mar hasta la escultura del Drakar, hoy solitaria y bellísima. Mañana
aún nos quedaban unas 3 horas antes de irnos al aeropuerto, nos recogían a las
12:00 muy cerca del Hotel.
DÍA 15, 13/9:
Tras
un estupendo desayuno y despedida de la simpática camarera, nos fuimos hacia el
centro de la ciudad, queríamos ver la Galería Nacional junto al lago, el día
estaba luminoso y soleado. Fuimos cortando por un precioso barrio de casas de
madera de colores con jardines llenos de flores, pero ohhh, el Museo abría a
las 11, así que lo fotografiamos por fuera y nos dedicamos a disfrutar del lago
y aprovechar para echarles los panes sin gluten que estaban horribles y nada
más que había tomado uno, pero a los patos y gaviotas les gustó.
Ya
puestos nos fuimos al Museo de la Ciudad del que teníamos entrada porque la
incluía el de “Reykjavik 871+2”, que vimos el primer día y que nos
pareció muy interesante con sus fotografías antiguas para conocer cómo ha
crecido y cambiado esta ciudad. Daba gusto pasear con el día tan bonito que
hacía, pero tocaba volver a recoger las maletas, aunque aún cayó algún imán e
identificador de maleta con una simpática ballena.
A
las 12:00 estábamos en la parada con nuestras maletas y mochilas, frente al
Museo del Falo que al final no fuimos, pero el microbús no llegó hasta las
12:45 cuando ya estábamos de los nervios, nuestro vuelo salía a las 15:00 y
llegar a keflavit suponía una hora y media. Aún quedaba ir a la Estación
Central y cambiar al autobús que lentamente nos llevó al Aeropuerto, hoy
soleado. Afortunadamente el vuelo iba con retraso y nos dio tiempo de hacer los
papeles de devolución del IVA, y con las
prisas cuando estábamos en la cola para entrar ya al finger, me di cuenta que
había dejado el móvil en la bandeja de seguridad, y allí que fue mi marido
atléticamente porque estaba a una considerable distancia, pero como estábamos
en Islandia lo tenían allí y aún le dio tiempo de llegar cuando ya nos tocaba
embarcar.
En
el vuelo fue imposible descansar nada, había un grupo de unas 50 mujeres, de
unos 50 años, que iban a Madrid a celebrar algo y ya lo estaban anticipando,
divertidas, riéndose y pasando botellas de cava, y vasos de whisky y gintonic,
que habrían podido compartir. A las 21,30 llegamos al Aeropuerto de Madrid,
terminal 1, y pensando en el tiempo que aún nos quedaba por llegar, cambio de
autobús a la terminal 4, Bus a Cíbeles y arrastre de maletas, nos miramos y
pensamos “después de perdío al río” y cogimos un taxis que en 15 minutos nos
dejó en la puerta del Hostal Dulcinea. Qué gusto de tomarnos 4 cervezas
seguidas, unas carrilleras buenísimas, una ensaladilla y 2 copas de vino por
25€ en el Bar Platerías que nos gusta mucho.
Ya sí que tocaba descansar.
DÍA 16, 14/9 : Vuelta a
Sevilla 13,30 Alvia, 4B-4C
Habíamos dormido bien, y dejamos las maletas para recogerlas
cuando nos fuéramos a Atocha. Un desayuno en la calle, yo con el pan que aún me
quedaba de Aldi, y al Prado que Lourenco Loto nos estaba esperando. Hay que
aprovechar cuando se viene a Madrid para ver alguna de las magníficas
exposiciones que suele haber. A la salida una cervecita con tapas y a recoger
las maletas que el Alvia salía a las 13,30. Mi hija nos estaba esperando con
una buena comida en su casa muy cerca de Santa Justa. Tras la rica comida
preparada por mi yerno, en nuestro coche enfilamos para el Aljarafe sevillano y
nos alegrábamos del buen viaje hecho y de lo estupendamente que volvíamos.
¡Islandia es curativa!